Publicado por Reflexiones diarias sobre la Divina Misericordia
365 días con santa Faustina
Reflexión 362: Dos corazones de misericordia
El Corazón de Jesús es pura Misericordia. Es una fuente de gracia que se derrama sobre el mundo. Esto es consolador pero hay otro corazón que también debe convertirse en fuente de Misericordia, y ese es el tuyo. Debes sumergirte tanto en la Misericordia del Señor que tu corazón estalle con ríos de gracia para los demás. Así es especialmente como Dios toca a aquellas almas que están perdidas y no oran. Al acudir a ellos, amarlos con gran devoción y prodigar la Misericordia de Dios sobre ellos, sus corazones se encuentran con los del Señor (Ver Diario # 1777).
Reflexione sobre su llamado a ser el corazón mismo de Cristo para los demás. Su Corazón debe latir en el tuyo y Su Misericordia debe convertirse en tuya. Esto requiere una entrega total y requiere mucho sacrificio personal. Pero si puedes permitir que nuestro Señor inunde tu corazón con Su Misericordia, el desbordamiento de tu corazón afectará a innumerables personas.
Señor, haz de mi corazón Tu corazón. Te lo entrego, querido Señor, para que lo uses en este mundo para tocar muchas vidas. Que pueda humillarme tanto ante Ti que un torrente de Misericordia fluya a través de mí para tocar la vida de muchos. Te amo querido Señor, ayúdame a amar a todos Tus hijos con un amor ardiente. Jesús, en Ti confío.
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Reflexión 362: Dos corazones de misericordia
El Corazón de Jesús es pura Misericordia. Es una fuente de gracia que se derrama sobre el mundo. Esto es consolador pero hay otro corazón que también debe convertirse en fuente de Misericordia, y ese es el tuyo. Debes sumergirte tanto en la Misericordia del Señor que tu corazón estalle con ríos de gracia para los demás. Así es especialmente como Dios toca a aquellas almas que están perdidas y no oran. Al acudir a ellos, amarlos con gran devoción y prodigar la Misericordia de Dios sobre ellos, sus corazones se encuentran con los del Señor (Ver Diario # 1777).
Reflexione sobre su llamado a ser el corazón mismo de Cristo para los demás. Su Corazón debe latir en el tuyo y Su Misericordia debe convertirse en tuya. Esto requiere una entrega total y requiere mucho sacrificio personal. Pero si puedes permitir que nuestro Señor inunde tu corazón con Su Misericordia, el desbordamiento de tu corazón afectará a innumerables personas.
Señor, haz de mi corazón Tu corazón. Te lo entrego, querido Señor, para que lo uses en este mundo para tocar muchas vidas. Que pueda humillarme tanto ante Ti que un torrente de Misericordia fluya a través de mí para tocar la vida de muchos. Te amo querido Señor, ayúdame a amar a todos Tus hijos con un amor ardiente. Jesús, en Ti confío.
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