ublicado: 02 mayo 2020 09:00 PM PDT
INVENCIÓN O HALLAZGO DE LA SANTA CRUZ
14 de septiembre de 326, gracias a Santa Elena
Quien no carga con su cruz
y me sigue no es digno de mí.
(Mateo 10, 38)
- En Jerusalén, la Invención de la Sacrosanta Cruz del Señor, en tiempo del Emperador Constantino.
- En Roma, en la vía Nomentana, el suplicio de los santos Mártires Alejandro I Papa, Evencio y Teodulo Presbíteros. A Alejandro, en tiempo del Emperador Adriano y del Juez Aureliano, después de las prisiones y cárceles, el potro, las uñas aceradas y el fuego, apuñalaron con punzones águdísimos todos los miembros hasta que expiró; Evencio y Teodulo, después de larga prisión y del tormento del fuego, fueron por fin degollados.
- En Narni, san Juvenal, Obispo y Confesor.
- En el monte Senario de Toscana, los santos Sosteneo y Ugución, Confesores, de los siete Fundadores de Siervos de la bienaventurada Virgen María; los cuales, avisados del cielo, en el mismo día y hora, al rezar la salutación Angélica, pasaron de esta vida. Su fiesta y la de sus Compañeros se celebra el día 12 de Febrero.
- En Constantinopla, los santos Mártires Alejandro, soldado, y Antonina, Virgen; a ésta, en la persecución de Maximiano, condenada por el Presidente Festo a un lugar infame, la sacó secretamente Alejandro, cambiando los vestidos y quedándose allí por ella; por lo cual fue poco después atormentado con ella, y ambos juntos, cortadas las manos, fueron por la fe de Cristo arrojados en la hoguera y, consumado el glorioso combate, fueron coronados.
- En la Tebaida, los santos Mártires Timoteo y Maura, su mujer, a quienes el Prefecto Ariano, al cabo de muchos tormentos, mandó clavar en una cruz, en donde, pendiendo vivos por nueve días, y fortaleciéndose uno a otro en la fe, consumaron el martirio.
- En Afrodisia de Caria, los santos Mártires Diodoro y Rodopiano, que en la persecución del Emperador Diocleciano fueron apedreados por sus conciudadanos.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
Gracias a Dios.
El emperador Constantino había visto una cruz en el cielo, en la cual estaban escritas estas palabras: CON ESTE SIGNO VENCERÁS; en efecto, derrotó totalmente al tirano Majencio. Santa Elena, su madre, en agradecimiento de este favor, dispuso se hiciesen búsquedas en Jerusalén para dar con la verdadera cruz. Descubriéronse tres. Un milagro dio a conocer con certeza cuál era aquélla de la que pendiera el precio de nuestra redención. La santa hízole construir un templo magnífico. Hoy celebra la Iglesia el hallazgo o invención de este adorable tesoro.
MEDITACIÓN
SOBRE TRES CLASES DE PERSONAS QUE ENCUENTRAN LA CRUZ
I. Algunas personas se empeñan en evitar las cruces, pero sin poder lograrlo: son los pecadores y los voluptuosos. Siempre en busca de placeres, no encuentran en su camino sino tristeza y aflicción de espíritu. ¿Por qué esto? Porque el hombre que no busca a Dios jamás está contento; sus deseos y sus pasiones lo atormentan, y Dios mismo se complace en enviarle sufrimientos para desasirlo de las creaturas y volverlo a Él. El pecador no puede ser dichoso, porque donde no hay virtud no hay verdadera dicha (Salviano).
II. Otros hay que buscan las cruces y las mortificaciones y que, en efecto, las encuentran. Es lo que sucede a los que comienzan a servir a Dios; no tienen todavía bastante valor ni suficiente amor de Dios que les haga encontrar dulces y agradables las aflicciones: sienten aún las asperezas y la amargura. ¡Dichosos si continúan en este arduo ejercicio de la mortificación sin desanimarse!
III. Las almas santas buscan las cruces con diligencia, pero no las encuentran. San Francisco Javier las deseó en aumento progresivo; pidió Santa Teresa padecer o morir; y, como San Pablo, superabundaron de gozo en medio de sus aflicciones. Es que el prolongado sufrimiento, su amor a Dios y el consuelo que el Señor difunde en sus almas, los hace felices en este mundo mientras ellos buscan la felicidad del cielo. Persiguen la dicha y ya son dichosos; la buscan y ya la encontraron (San Euquerio).
El amor a la cruz.
Orad por los infieles.
ORACIÓN
Oh Dios, que en el hallazgo maravilloso de vuestra cruz salutífera, habéis renovado los milagros de vuestra Pasión, haced que adquiramos, por el valor de este árbol de vida, la recompensa de la vida eterna. Por J. C. N. S.
Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo I; Patron Saints Index.
Visto en Tradición Católica
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