sábado, 23 de noviembre de 2019

Santo Evangelio del Día 23 de noviembre

SAN CLEMENTE I
Papa y Mártir

n. en Roma; † martirizado en el año 101

Fiesta Doble
(ornamentos encarnados)

SAN CLEMENTE, Papa y Mártir

A este siervo inútil arrojadlo a las tinieblas exteriores;
allí será el llanto y el crujir de dientes.
(Mateo 25, 30)




Lección
Hermanos, sed imitadores míos, y fijaos en los que viven según el modelo que tenéis en nosotros. Porque muchos viven según os dije tantas veces, y ahora os lo repito con lágrimas, como enemigos de la cruz de Cristo, cuyo final es la perdición, cuyo Dios es el vientre, y cuya gloria está en su vergüenza, que no piensan más que en las cosas de la tierra. Pero nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos como Salvador al Señor Jesucristo, el cual transfigurará este miserable cuerpo nuestro en un cuerpo glorioso como el suyo, en virtud del poder que tiene de someter a sí todas las cosas. Por tanto, hermanos míos queridos y añorados, mi gozo y mi corona, manteneos así firmes en el Señor, queridos. Ruego a Evodia, lo mismo que a Síntique, tengan un mismo sentir en el Señor. También te ruego a ti, Sícigo, verdadero «compañero», que las ayudes, ya que lucharon por el Evangelio a mi lado, lo mismo que Clemente y demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida.
Filipenses III, 17-21/ IV. 1-3


Evangelio
En aquel tiempo: Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, propuso esta cuestión a sus discípulos: "¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?" Respondieron: "Unos dicen que es Juan el Bautista, otros Elías, otros Jeremías o algún otro de los profetas". Díjoles: "Y según vosotros, ¿quién soy Yo?" Respondióle Simón Pedro y dijo: "Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo". Entonces Jesús le dijo: "Bienaventurado eres, Simón Bar Yoná, porque carne y sangre no te lo reveló, sino mi Padre celestial. Y Yo, te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del abismo no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del reino de los cielos: lo que atares sobre la tierra, estará atado en los cielos, lo que desatares sobre la tierra, estará desatado en los cielos".
Mateo XVI, 13-19


Catena Aurea

Orígenes, homilia 1 in Matthaeum, 15

Pregunta Cristo a los discípulos para que sepamos nosotros por las respuestas de los apóstoles las diversas opiniones que había entonces sobre Cristo entre los judíos y para que investiguemos siempre la opinión que sobre nosotros tienen formada los hombres, a fin de que si hablan mal, evitemos las ocasiones de que puedan hablar así y si bien, las aumentemos. También el ejemplo de los apóstoles enseña a los discípulos de los Obispos la obligación que tienen de informar a sus Obispos de las opiniones que sobre ellos se tenga por fuera.


San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 54,1

Después de haber referido los discípulos las opiniones del pueblo, el Señor vuelve a preguntarles por segunda vez, a fin de que formen una opinión más elevada sobre El. Por eso sigue: "Y Jesús les dice: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" Vosotros, repito, que estáis siempre conmigo y que habéis presenciado milagros más grandes que los que ha visto el pueblo, bajo ningún concepto debéis tener sobre mí la misma opinión que éste. En estas palabras vemos la razón que tuvo el Señor para no haberles hecho esa pregunta al principio de su predicación y sí después de haber hecho tantos milagros y de haberles hablado de su divinidad.


San Jerónimo

Le llama también Dios vivo para distinguirle de aquellos dioses que llevan el nombre de dioses, pero que están muertos como Saturno, Júpiter, Venus, Hércules y las demás ficciones de los idólatras.


San Hilario, in Matthaeum, 16

La fe verdadera e inviolable consiste en creer que el Hijo de Dios fue engendrado por Dios y que tiene la eternidad del Padre. Y la confesión perfecta consiste en decir que este Hijo tomó cuerpo y fue hecho hombre. Comprendió pues en sí todo lo que expresa su naturaleza y su nombre, en lo que está la perfección de las virtudes.


San Jerónimo

Devolvió el Señor la palabra al apóstol por el testimonio que dio de El: dijo Pedro: "Tú eres el Cristo, Hijo de Dios vivo" y el Señor le dijo: "Bienaventurado eres, Simón, hijo de Juan". ¿Por qué? "porque no te lo reveló la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos". Reveló el Espíritu Santo lo que no pudo revelar ni la carne ni la sangre. Luego mereció Pedro por su confesión ser llamado hijo del Espíritu Santo, que le hizo esta revelación, puesto que Bar Iona en nuestro idioma significa hijo de la paloma. Opinan algunos que Simón era hijo de Juan según aquel pasaje ( Jn 21,15) "Simón, hijo de Juan, me amas" y que los copistas suprimieron una sílaba y escribieron Bar Iona en lugar de Bar Ioanna, esto es, hijo de Juan. Ioanna quiere decir gracia de Dios y ambos nombres pueden tomarse en sentido místico, tomando la palabra paloma por Espíritu Santo y la gracia de Dios por un don espiritual.


San Agustín, retractationes, 1,21

Dije en cierto lugar hablando del apóstol San Pedro, que en él, como en una piedra, fue edificada la Iglesia. Pero no ignoro que después he expuesto en muchas ocasiones las palabras del Señor: "Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia" en el sentido de que la Iglesia está edificada sobre aquel a quien confesó Pedro diciendo: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo". Pues Pedro, llamado por esta piedra, representa la persona de la Iglesia que está edificada sobre esta piedra. El Señor no le dijo: Tú eres la piedra, sino tú eres Pedro y la piedra era Cristo ( 1Cor 10,4), a quien confesó Simón, así como a éste le confiesa toda la Iglesia y por esta confesión ha sido llamado Pedro. De estas dos opiniones puede elegir el lector la que le parezca más probable.


Cirilo, thesaurus de sancta et consubstantiali Trinitate

Según la promesa de Cristo, la Iglesia apostólica de Pedro permanece pura de toda seducción y a cubierto de todo ataque herético, por encima de todos los gobernadores, obispos y sobre todo los primados de las iglesias, en sus pontífices, en su completísima fe y en la autoridad de Pedro. Y cuando algunas iglesias han sido tildadas por los errores de alguno de sus individuos, sólo ella reina sostenida de un modo inquebrantable, impone silencio y cierra la boca a los herejes. Y nosotros, a no ser que estemos engañados por una falsa presunción de nuestra salvación, o tomados del vino de la soberbia, confesamos y predicamos juntamente con ella la verdad y la santa tradición apostólica en su verdadera forma.





Sea todo a la mayor gloria de Dios.

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