ORAR CON EL CORAZÓN ABIERTO
Meditaciones diarias para un sincero diálogo con Dios
Ser coherente con la fe cristiana y católica implica un gran desafío. Alguien me llama fundamentalista por la simple razón de defender mis ideas cristianas. No trato de razonarlas desde lo estricto de la ley sino desde el amor pero aún así mi interlocutor me considera «fundamentalista». Y no me gustaría parecerlo aunque el término fundamentalismo se ha radicalizado y lo utilizamos con mucha ambigüedad.
Pero llevado a la oración sí soy «fundamentalista». Y lo soy porque declaro con total libertad lo que creo y lo que pienso desde la cortesía y el amor, desde la fe y desde la tolerancia. Mis creencias cristianas me impiden renunciar a principios básicos como el respeto a los pensamientos ajenos aunque difieran completamente de los míos.
Pero comprendo qué es ser «fundamentalista» para muchos. Es no entender que mis creencias se resumen en el Credo, la oración que comienza estableciendo la base de mi fe: Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso. Pero no solo lo pienso sino que lo siento, lo proclamo, lo canto, lo misiono, le alabo y le doy gracias. Creo que Dios existe y que me ha creado para la santidad y lo ha hecho junto a todas las bellezas del Universo. Creo en su amor, en su poder, en su sabiduría y, sobre todo, en su misericordia.
Y desde estos principios, creo en todo lo demás. Creo en Jesucristo, su Único Hijo. Y creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida. Y creo en la Palabra de Cristo, en sus mensajes, en su amor, en su Buena Nueva, en el estilo de vida que trató de inculcarnos. Creo que soy imperfecto pero desde esa imperfección abrazo la fe y trato de vivir coherente con los mandamientos, especialmente el mandamiento del amor.
Por tanto, creo en la verdad y la Palabra reveladas como también en la gracia y los dones que vienen del Espíritu. Creo porque la Iglesia nos ha dejado un Catecismo que es una escuela de vida, una Biblia que compendia la presencia de Dios en el mundo y una institución que aunque, formada por hombres, es creación de Cristo: la Iglesia es imperfecta humanamente pero perfecta espiritualmente.
Y como católico creo en el papel de los cristianos en el mundo, en nuestro rol en la transformación de la sociedad, creo firmemente en la defensa de la vida, en la justicia, en la familia, en los valores cristianos, en el respecto al prójimo, en el valor de la persona y su dignidad tantas veces pisoteada, en la libertad y la tolerancia, en la oración que puede transformar el mundo y las conciencias de los hombres, en mostrarme inconformista ante los ataques que sufrimos los cristianos y ante el relativismo y el totalitarismo que impera en la sociedad.
Así que no me importa que me consideren «fundamentalista» porque yo testimonio a Jesús que es el Cristo, el Hijo del Dios vivo; el Mesías, único Hijo engendrado de Dios, Dios y hombre verdadero.
Cuando a uno le consideran «fundamentalista» en este tiempo por ir en contra de las imposiciones de la mayoría que trata de destruir la esencia de la doctrina social del cristianismo tiene que sentirse alabado. Quiere decir que es coherente con su fe y con su credo, que contiene los principios y las creencias fundamentales de la fe cristiana.
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¡Padre, creo en Ti y te reconozco como el Dios que me ha creado y ha creado el universo; creo en tu poder, en tu amor y en tu misericordia! ¡Creo firmemente que eres el autor de todo lo creado! ¡Señor, creo en Ti, que eres Jesucristo, Nuestra Señor, el ungido de Dios y que fuiste concebido por obra y gracia del Espíritu Santo y viniste al mundo para testimoniar la verdad y salvarnos del pecado! ¡Creo en Ti, Espíritu Santo, te reconozco como la tercera persona de la Santísima Trinidad, mi abogado, maestro y consolador, que has sido enviado a mi corazón por Dios para que reciba la nueva vida de ser hijo suyo! ¡Os pido, Santísima Trinidad, coherencia para hacer de mis pensamientos y mis acciones una unidad, que no se contradigan nunca para ser testimonio de verdad! ¡Os pido fortalecer mi voluntad, para que mi conducta sea siempre impecable ante vuestros ojos y los ojos de los hombres, para que mi ser y hacer sean ejemplo de autenticidad! ¡Que no me deje llevar nunca por el que dirán y hacer como Tu, Señor Jesús, que viviste de acuerdo con tu manera de pensar y de sentir sin transigir en lo que estabas de acuerdo por sencillo y pequeño que esto fuera! ¡Ayúdame, Espíritu Santo, a caminar siempre en perfecta sintonía con Dios! ¡No permitáis que mis actitudes sean egoístas y busquen solo mi propio beneficio! ¡No dejéis que haya tibieza en mi vida y que no renuncie jamás a los principios cristianos que son innegociables! ¡Ayududame a caminar por las sendas de la verdad que Jesús marcó en los Evangelios! ¡Ayúdadme, sobre todo, a ser coherente en mi fe y mis creencias y ser valiente en mi vivir cristiano! ¡Y os pido por los que no creen para que algún día los valores supremos de la vida llenen su corazón de gozo y de amor!
Creo en ti, hermosa canción de Monseñor Marco Frisina:
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