LOS DONES DE DIOS –LOS TALENTOS- HAY QUE TRABAJARLOS
Por Gabriel González del Estal
1.- Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor: cómo has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor… Eres un empleado negligente y holgazán… debías haber puesto mi dinero en el banco para que al volver yo pudiera recoger lo mío con intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Entiendo por dones de Dios –los talentos- las cualidades innatas, las facultades, capacidades, poderes que Dios ha dado a una persona para que haga el bien. Dios normalmente nos da estos dones a través de nuestros padres, de los educadores, de la religión, de las distintas circunstancias de la vida por las que uno pasa. Estos dones nos capacitan para hacer con cierta facilidad el bien, perfeccionándonos a nosotros mismos y ayudando a los demás a perfeccionarse. Refiriéndonos, ya en concreto, a la parábola de los talentos, vemos muy claramente que estos dones, estos talentos, necesitan nuestro trabajo y nuestro esfuerzo para que sean eficaces y den el fruto que Dios espera de nosotros. El Señor no premia al que recibió cinco talentos, o dos talentos, por haberlos recibido, sino por haber negociado con ellos y haber ganado otros cinco, u otros dos. Tampoco condena al que recibió sólo un talento por haber recibido poco, sino por haber escondido el talento bajo tierra y no haber negociado con él. Aplicando esta parábola a nuestra vida, debemos meditar y reflexionar sobre las cualidades que Dios nos ha dado y cómo las hemos empleado para perfeccionarnos a nosotros mismos y ayudar a los demás a perfeccionarse. No siempre los más capacitados son los mejores y los más eficaces en la vida, tanto en el orden físico, como en el orden psicológico, como en el espiritual. El genio, suele decirse, es la paciencia, es decir, el trabajo, el esfuerzo, la lucha diaria para hacernos cada día un poco mejores. Así es como debemos entender la frase, a primera vista desconcertante, que Jesús dice: al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. El que tiene más y trabaja con lo que tiene, tendrá cada vez más, en cambio el que tiene menos y no trabaja con lo poco que tiene, terminará perdiendo lo poco que tenía. Trabajemos, pues, nosotros con los talentos, las cualidades, los dones, que Dios nos ha dado, y cada día tendremos un poco más y seremos cada día un poco mejores.
2.- Cantadle por el éxito de su trabajo, que sus obras la alaben en la plaza. Este bello poema del libro de los Proverbios a la esposa y mujer generosa y hacendosa, fue escrito en una época en la que la mujer y la esposa apenas tenían derechos civiles; la esposa trabajaba para el marido y era del marido. Así ocurre todavía hoy en ciertas culturas africanas y de algunos otros países. Bien, ¿qué puede decirnos hoy a nosotros este bello texto del libro de los Proverbios, cuando la mujer y la esposa tienen los mismos derechos civiles que el hombre y el marido? Yo lo convertiría en un poema de alabanza al matrimonio cristiano, basado en el amor cristiano. Cuando el texto dice que el marido se fía de ella, nosotros podríamos añadir que también ella se fía de su marido y se ve recompensada por él, porque los dos se aman con amor cristiano y el amor cristiano no entiende de distinción de sexos. Sí, hagamos hoy un poema de alabanza al matrimonio cristiano, porque el matrimonio cristiano es una institución tan bella como difícil de vivir durante toda una vida sin una gracia especial de Dios. Pidamos hoy de manera especial por el matrimonio cristiano.
3.- Vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas para que ese día no os sorprenda como un ladrón, porque todos sois hijos de la luz e hijos del día…; no durmamos como los demás, sino estemos vigilantes y vivamos sobriamente. Como ya hemos dicho en más de una ocasión, esta primera carta de san Pablo a los cristianos de Tesalónica estaba dirigida a unos cristianos que andaban despistados e inquietos sobre la segunda venida de Jesús, sobre la llegada del Reino de Dios, que creían inminente. No es esta la situación en la que vivimos los cristianos de hoy, pero las palabras de san Pablo tienen plena actualidad para nosotros. Nosotros sabemos hoy que la mejor manera de prepararnos para nuestro encuentro definitivo con el Señor es vivir cada día, cada momento de nuestra vida, como hijos de la luz, estando vigilantes y viviendo sobriamente, trabajando los dones, los talentos, que Dios nos ha dado. Si vivimos cada día como hijos de la luz, como hijos de Dios, siguiendo fielmente a nuestro señor Jesucristo, en cualquier momento en el que nos llegue el final, nos encontrará preparados.
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