viernes, 25 de octubre de 2019

Señor, déjala todavía este año


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Templo de San Francisco - Celaya, Gto.

Señor, déjala todavía este año
Sábado 26 de octubre
¡Paz y Bien!
Evangelio
Lucas 13, 1-9

En aquel tiempo algunos hombres fueron a ver a Jesús y le contaron que Pilato había mandado matar a unos galileos mientras estaban ofreciendo sus sacrificios. Jesús les hizo este comentario: “¿Piensan ustedes que aquellos galileos, porque les sucedió esto, eran más pecadores que todos los demás galileos? Ciertamente que no; y si ustedes no se convierten, perecerán de manera semejante. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿piensan acaso que eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? Ciertamente que no; y si ustedes no se arrepienten, perecerán de manera semejante”.


Entonces les dijo esta parábola: “Un hombre tenía una higuera plantada en su viñedo, fue a buscar higos y no los encontró. Dijo entonces al viñador: Mira, durante tres años seguidos he venido a buscar higos en esta higuera y no los he encontrado. Córtala. ¿Para qué ocupa la tierra inútilmente? El viñador le contestó: Señor, déjala todavía este año; voy a aflojar la tierra alrededor y a echarle abono para ver si da fruto; si no, el año que viene la cortaré”.
Palabra del Señor.


Reflexión

Un pasaje lleno de enseñanzas nos presenta la liturgia de hoy, pues Jesús nos invita a reflexionar en si nuestra vida verdaderamente ha cambiado; si verdaderamente hemos entrado en un proceso de conversión o somos como la higuera de la parábola. Jesús quiere nuestra conversión, pues esta es la única manera de agradar a Dios en esta vida y aseguraremos nuestra estancia en el cielo. 

Nos ha insistido sobre esto de muchas maneras: nos ha invitado a retiros, a pláticas en la Iglesia; nos ha enviado amigos para hablarnos de su amor y de su plan de salvación y quizás nuestra respuesta ha sido la del evangelio de hoy: Yo estoy bien, no necesito de esto. Esto es para los pecadores, para los que están mal, pero yo estoy bien.

Hay que revisar a conciencia nuestra relación con Dios y pensar: Si hoy fuera mi último día en la tierra, ¿encontraría el Señor frutos en mi vida? ¿Hallaría frutos de bondad, de justicia, de amor, de perdón, de paciencia? El viñador le pide una nueva oportunidad y el Señor la concede. Aprovechemos nosotros también esta oportunidad para que nuestra vida dé frutos en abundancia; esto no sólo dispondrá nuestra vida para la eternidad, sino que además, a los que viven con nosotros, los haremos inmensamente felices.
¡Feliz Sábado!

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