jueves, 31 de agosto de 2023

PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN DÍA 1 DE SEPTIEMBRE


PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN

Pensamiento bíblico:

De la Carta a los Romanos: «Bendecid a los que os persiguen; bendecid, sí, no maldigáis. Alegraos con los que están alegres; llorad con los que lloran. Tened la misma consideración y trato unos con otros, sin pretensiones de grandeza, sino poniéndoos al nivel de la gente humilde. No os tengáis por sabios. A nadie devolváis mal por mal. Procurad lo bueno a toda la gente. En la medida de lo posible y en lo que dependa de vosotros, manteneos en paz con todo el mundo» (Rm 12,14-18).

Pensamiento franciscano:

Dice san Francisco en su primera Regla: -Los hermanos guárdense de calumniar y de contender de palabra; empéñense, más bien, en guardar silencio. Y no litiguen entre sí ni con otros, sino procuren responder humildemente. No se irriten, porque todo el que se irrite contra su hermano, será reo en el juicio. Y ámense mutuamente, como dice el Señor: Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado (cf. 1 R 11,1-5).

Orar con la Iglesia:

Alabemos a Dios uno y trino, y presentémosle nuestras peticiones confiados en la intercesión de Jesucristo.

-Dios de misericordia, concédenos el espíritu de oración y de penitencia, y danos un verdadero deseo de amarte a ti y de amar a nuestros hermanos.

-Concédenos también ser constructores de tu reino, para que abunde la justicia y la paz en la tierra.

-Haz que sepamos descubrir la bondad y hermosura de tu creación, para que su belleza se haga alabanza en nuestros labios.

-Perdónanos por haber ignorado la presencia de Cristo en los pobres, los sencillos, los marginados.

-Perdona igualmente nuestros pecados de omisión por no haber atendido a tu Hijo en esos hermanos nuestros.

Oración: Señor, Padre santo, ayúdanos a librarnos de la seducción del pecado, a amarte en nuestros hermanos y a bendecirte por tu creación. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


 

Cinco y cinco...

 

Cinco y cinco...

Viernes 1 de septiembre

¡Paz y Bi

en!

Evangelio

Mateo 25, 1-13

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: "El Reino de los cielos es semejante a diez jóvenes, que tomando sus lámparas, salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran descuidadas y cinco, previsoras. Las descuidadas llevaron sus lámparas, pero no llevaron aceite para llenarlas de nuevo; las previsoras, en cambio, llevaron cada una un frasco de aceite junto con su lámpara. Como el esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.

A medianoche se oyó un grito: ‘¡Ya viene el esposo! ¡Salgan a su encuentro!’ Se levantaron entonces todas aquellas jóvenes y se pusieron a preparar sus lámparas, y las descuidadas dijeron a las previsoras: ‘Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando’. Las previsoras les contestaron: ‘No, porque no va a alcanzar para ustedes y para nosotras. Vayan mejor a donde lo venden y cómprenlo’.

Mientras aquéllas iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban listas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras jóvenes y dijeron: ‘Señor, señor, ábrenos’. Pero él les respondió: ‘Yo les aseguro que no las conozco’.

Por eso, estén preparados, porque no saben ni el día ni la hora".

Palabra del Señor

Reflexión

Una de las cosas para las que poco nos preparan y poco nos preparamos nosotros mismos es para la muerte.

Se nos olvida con facilidad que la vida presente es sólo transitoria, y que la definitiva, empezará el día en que el Señor nos llame a participar del banquete celeste. Por ello, este pasaje nos invita a considerar que un día el Señor vendrá (día que se identifica esencialmente con nuestra muerte), y en ese momento ya no podremos hacer nada. Ya no nos valdrá tocar a la puerta, pues si no estamos listos la encontraremos cerrada.

Jesús termina el pasaje diciendo: "estén preparados, pues no saben ni el día ni la hora". Si hoy fuera el último día de tu vida en la tierra, ¿estás preparado? ¿Está la lámpara del Evangelio encendida en tu corazón? ¿El aceite del amor es abundante en tu vida de manera que si el Señor tarda, tendrás suficiente para salir al encuentro con él?

La vida es hermosa, pero es mucho más, cuando pensamos que un día, ésta se transformará en gozo y felicidad eterna. Vivámosla con alegría, vivámosla siempre preparados.

¡Feliz Viernes!

Salmo 94

 



 Salmo 94

 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA


Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.


Porque el Señor es un Dios grande,

soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las simas de la tierra,

son suyas las cumbres de los montes;

suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.


Venid, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.


Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.


Durante cuarenta años

aquella generación me repugnó, y dije:

Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso»


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

viernes, 1 de septiembre de 2023 Santo Evangelio 1 de Septiembre 2023

 



 Texto del Evangelio (Mt 25,1-13):

 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: «El Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes, que, con su lámpara en la mano, salieron al encuentro del novio. Cinco de ellas eran necias, y cinco prudentes. Las necias, en efecto, al tomar sus lámparas, no se proveyeron de aceite; las prudentes, en cambio, junto con sus lámparas tomaron aceite en las alcuzas. Como el novio tardara, se adormilaron todas y se durmieron. Mas a media noche se oyó un grito: ‘¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!’. Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: ‘Dadnos de vuestro aceite, que nuestras lámparas se apagan’. Pero las prudentes replicaron: ‘No, no sea que no alcance para nosotras y para vosotras; es mejor que vayáis donde los vendedores y os lo compréis’. Mientras iban a comprarlo, llegó el novio, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de boda, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras vírgenes diciendo: ‘¡Señor, señor, ábrenos!’. Pero él respondió: ‘En verdad os digo que no os conozco’. Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora».



«En verdad os digo que no os conozco»


Rev. D. Joan Ant. MATEO i García

(Tremp, Lleida, España)

Hoy, Viernes XXI del tiempo ordinario, el Señor nos recuerda en el Evangelio que hay que estar siempre vigilantes y preparados para encontrarnos con Él. A media noche, en cualquier momento, pueden llamar a la puerta e invitarnos a salir a recibir al Señor. La muerte no pide cita previa. De hecho, «no sabéis ni el día ni la hora» (Mt 25,13).

Vigilar no significa vivir con miedo y angustia. Quiere decir vivir de manera responsable nuestra vida de hijos de Dios, nuestra vida de fe, esperanza y caridad. El Señor espera continuamente nuestra respuesta de fe y amor, constantes y pacientes, en medio de las ocupaciones y preocupaciones que van tejiendo nuestro vivir.

Y esta respuesta sólo la podemos dar nosotros, tú y yo. Nadie lo puede hacer en nuestro lugar. Esto es lo que significa la negativa de las vírgenes prudentes a ceder parte de su aceite para las lámparas apagadas de las vírgenes necias: «Es mejor que vayáis donde los vendedores y os lo compréis» (Mt 25,9). Así, nuestra respuesta a Dios es personal e intransferible.

No esperemos un “mañana” —que quizá no vendrá— para encender la lámpara de nuestro amor para el Esposo. Carpe diem! Hay que vivir en cada segundo de nuestra vida toda la pasión que un cristiano ha de sentir por su Señor. Es un dicho conocido, pero que no estará de más recordarlo de nuevo: «Vive cada día de tu vida como si fuese el primer día de tu existencia, como si fuese el único día de que disponemos, como si fuese el último día de nuestra vida». Una llamada realista a la necesaria y razonable conversión que hemos de llevar a término.

Que Dios nos conceda la gracia en su gran misericordia de que no tengamos que oír en la hora suprema: «En verdad os digo que no os conozco» (Mt 25,12), es decir, «no habéis tenido ninguna relación ni trato conmigo». Tratemos al Señor en esta vida de manera que lleguemos a ser conocidos y amigos suyos en el tiempo y en la eternidad.

Liturgia de las horas P. Paco Rebollo SIERVOS DEL DIVINO AMOR. OFICIO DE LECTURA, LAUDES, HORAS INTERMEDIAS, VÍSPERAS Y COMPLETAS. 1 DE SEPTIEMBRE VIERNES XXI DEL T. ORDINARIO

 




De la Feria. Salterio I

 

OFICIO DE LECTURA

 

INVITATORIO

 

Si ésta es la primera oración del día:

 

V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza

 

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

 

Ant. Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.

 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

 

Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.

 

Porque el Señor es un Dios grande,

soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las simas de la tierra,

son suyas las cumbres de los montes;

suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.

 

Venid, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.

 

Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

 

Durante cuarenta años

aquella generación me repugnó, y dije:

Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.

 

 

Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

 

Himno: DELANTE DE TUS OJOS

 

Delante de tus ojos

ya no enrojecemos

a causa del antiguo

pecado de tu pueblo.

Arrancarás de cuajo

el corazón soberbio

y harás un pueblo humilde

de corazón sincero.

 

En medio de los pueblos

nos guardas como un resto,

para cantar tus obras

y adelantar tu reino.

Seremos raza nueva

para los cielos nuevos;

sacerdotal estirpe,

según tu Primogénito.

 

Caerán los opresores

y exultarán los siervos;

los hijos del oprobio

serán tus herederos.

Señalarás entonces

el día del regreso

para los que comían

su pan en el destierro.

 

¡Exulten mis entrañas!

¡Alégrese mi pueblo!

Porque el Señor, que es justo,

revoca sus decretos:

la salvación se anuncia

donde acechó el infierno,

porque el Señor habita

en medio de su pueblo. Amén.

 

SALMODIA

MISAL DIARIO PALABRA DE DIOS. LECTURAS DEL VIERNES XXI DEL T. ORDINARIO 1 DE SEPTIEMBRE (VERDE)

 Estén pues, preparados, porque no saben ni el día ni la hora.





Misa del Sagrado Corazón de Jesús, (cfr. M. Romano, p. 1177 [1168])


ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 32, 11. 19

Los proyectos de su corazón subsisten de generación en generación, para librar de la muerte a sus fieles y reanimarlos en tiempo de hambre.

ORACIÓN COLECTA


Señor Dios, haz que nos revistamos con las virtudes del corazón de tu Hijo y nos encendamos con el amor que lo inflama, para que, configurados a imagen suya, merezcamos ser partícipes de la redención eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.


LITURGIA DE LA PALABRA

Lo que Dios quiere de ustedes es que se santifiquen.

De la primera carta del apóstol san Pablo a los tesalonicenses: 4, 1-8

Hermanos: les rogamos y los exhortamos en el nombre del Señor Jesús a que vivan como conviene, para agradar a Dios, según aprendieron de nosotros, a fin de que sigan ustedes progresando. Ya conocen, en efecto, las instrucciones que les hemos dado de parte del Señor Jesús.

Lo que Dios quiere de ustedes es que se santifiquen; que se abstengan de todo acto impuro; que cada uno de ustedes sepa tratar a su esposa con santidad y respeto y no dominado por la pasión, como los paganos, que no conocen a Dios. Que en esta materia, nadie ofenda a su hermano ni abuse de él, porque el Señor castigará todo esto, como se lo dijimos y aseguramos a ustedes, pues no nos ha llamado Dios a la impureza, sino a la santidad. Así pues, el que desprecia estas instrucciones no desprecia a un hombre, sino al mismo Dios, que les ha dado a ustedes su Espíritu Santo.

Palabra de Dios.

Confidente de nuestras ofrendas – P. Gustavo Pascual, IVE

 



Confidente de nuestras ofrendas – P. Gustavo Pascual, IVE
Monasterio de la Sagrada Familia por Monasterio de la Sagrada Familia 29 agosto, 2023 en Virgen María Tiempo de leer:5 minutos de lectura

El conocimiento secreto que María tiene de nuestras ofrendas es el conocimiento que nosotros le manifestamos generalmente cuando vamos a visitarla en algún santuario o al ver su imagen. Conocimiento que ella tiene porque ve el fondo de nuestro corazón y sabe que todo lo que hacemos, por ser sus hijos, se lo entregamos a ella como ofrenda de amor.

Para hablar de este conocimiento recordaré aquel pasaje del Evangelio de la viuda pobre[1] que hizo su pequeña ofrenda, pequeña materialmente, y que llamó la atención de Jesús que conoce el fondo de los corazones y las acciones de los hombres de todos los tiempos.

Jesús dijo a sus apóstoles en aquella ocasión que la viuda, que apenas echó dos moneditas, había hecho la ofrenda más grande de todos porque dio todo, dio lo único que le quedaba para vivir. La ofrenda de la viuda es un culto a la divina providencia y una entrega sin reservas, en definitiva, en manos de Dios que es el Señor de todas las cosas.

Así como agradó aquella ofrenda al Señor así agradan las ofrendas similares a Nuestra Señora. Ella no mira tanto la ofrenda exterior cuanto la interior, ese desprendimiento del corazón de todas las cosas, no sólo de las materiales sino, en especial, de las espirituales y de nosotros mismos. Ella quiere que nos ofrendemos completamente a ella porque quiere hacer en nosotros y por nosotros obras grandes.

La Virgen María recibe muchas ofrendas, ofrendas de todo tipo, pero quiere que sus hijos no se queden sólo en el ofrecimiento exterior, quiere que sus hijos vayan ofreciendo su vida, que quieran cambiarla por una vida más auténtica, que se acerquen a ella, que vivan como ella. ¿Para qué le sirven tantos vestidos, joyas y cosas materiales si ella está en el Cielo junto a Dios y no tiene necesidad de nada porque es plenamente feliz? Ella quiere almas, almas que quieran ser como su Hijo, almas que se vacíen de sí mismas y se le entreguen para que las moldee a imagen de Jesús.

Así como las ofrendas son diversas, así lo que piden sus hijos a esta agraciada Madre es variado y ella socorre sus necesidades con amor extraordinario, pero quienes le pidan cosas grandes y en especial su conversión, vivir una vida pura, una vida “cristificada”, lo alcanzarán de ella.

Ofrendar lo que nos sobra, lo que podemos dar sin mucha incomodidad está bien, ofrecerle cosas que nos cuestas y que implican sacrificios está mejor y esos sacrificios tienen grados: de los materiales a los físicos y a los espirituales y éstos últimos tienen mayor valor. Pero ofrendarse todo, bienes y persona es óptimo, como lo hizo la viuda del Evangelio. Animémonos a cuanto podamos pero debemos saber que podemos ofrendarnos como esclavos de amor y esta es la mayor devoción que le podemos tener.

La verdadera devoción consiste en darse todo entero, como esclavo de amor, a María. Todo se resume en obrar siempre: por María, con María, en María y para María a fin de obrar más perfectamente por Jesucristo, con Jesucristo, en Jesucristo y para Jesucristo[2].

“Con esta devoción se inmola el alma a Jesús por María, con un sacrificio, que ni en orden religiosa alguna se exige, de todo cuanto el alma más aprecia; y del derecho que cada cual tiene de disponer a su arbitrio del valor de todas sus oraciones y satisfacciones: de suerte que todo se deja a disposición de la Virgen Santísima que, a voluntad suya, lo aplicará para mayor gloria de Dios que sólo Ella perfectamente conoce.

A disposición suya se deja todo el valor satisfactorio e impetratorio de las buenas obras […] también nuestros méritos los ponemos con esta devoción en manos de la Virgen Santísima; pero es para que nos los guarde, aumente y embellezca […]

¡Feliz y mil veces feliz el alma generosa que, esclava del amor, se consagra enteramente a Jesús por María, después de haber sacudido en el bautismo la esclavitud tiránica del demonio![3]

Una de las ofrendas más agradables a la Madre de Dios son nuestras ofrendas en favor del prójimo. Oraciones, sacrificios, renuncias en favor de nuestros hermanos.

El amor al prójimo es la característica principal del hijo de María y del hermano de Jesús. “Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros”[4] y “en esto conocerán todos que sois discípulos míos”[5]. El amor al prójimo es la plenitud de la ley y por él demostramos el amor que tenemos a Dios.

Dice San Juan Crisóstomo: “El cristiano fervoroso ha de preocuparse del bien de los demás. Y en esto no nos vale la excusa de la pobreza, ya que entonces nos acusaría el ejemplo de la viuda que echó las dos moneditas en el templo. Pedro afirmó no tengo plata ni oro. Asimismo Pablo era tan pobre, que muchas veces pasó hambre por carecer del alimento necesario. Tampoco sirve pretextar un nacimiento humilde, ya que éstos eran de origen humilde. Como tampoco nos excusa la ignorancia, pues ellos eran hombres sin letras. Ni la enfermedad, pues Timoteo con frecuencia padecía enfermedades. Todos podemos ayudar a nuestro prójimo, si cada cual cumple con lo suyo”[6].

Nuestras ofrendas al prójimo muestran nuestras ofrendas a Dios y nuestra entrega a Dios, porque mostramos nuestro amor a Dios a quien no vemos amando al prójimo a quien vemos como lo hizo el Buen Samaritano[7], que vio al prójimo en necesidad y se compadeció de él dándole de lo que tenía para curarlo, es decir, usando de misericordia para con él.

Ofrendemos a María la ayuda a nuestro prójimo necesitado, en humilde sacrificio por todo lo que Ella nos da. Que se pueda decir de nosotros: “En cuanto al amor mutuo, no necesitáis que os escriba, ya que vosotros habéis sido instruidos por Dios para amaros mutuamente. Y lo practicáis bien con los hermanos de toda Macedonia. Pero os exhortamos, hermanos, a que continuéis practicándolo más y más”[8].



P Gustavo Pascual, IVE

[1] Cf. Mc 12, 41-44

[2] V.D. nº 257-265…, 578-84

[3] San Luis María Grignion de Montfort, Obras de San Luis María G. de Montfort, El Secreto de María nº 29-34, BAC Madrid 1954, 279-281

[4] Jn 13, 34

[5] Jn 13, 35

[6] San Juan Crisóstomo, Homilía 20, 4: PG 60, 162-164. Cit. en la Liturgia de las Horas (IV), segunda lectura del común de santos varones.

[7] Lc 10, 30s

[8] 1 Ts 4, 9-10

Libro II – Confesiones de San Agustín

 



Las Confesiones de San Agustín

Las Confesiones de San Agustín es un clásico espiritual y uno de los libros más leídos por un santo. En las Confesiones , San Agustín no sólo comparte sus profundos conocimientos sobre la fe de la Iglesia, sino que también lo hace de una manera muy personal. Su obra maestra también ha demostrado convertirse en la base de muchas enseñanzas de la Iglesia Católica.

Libro II – Confesiones de San Agustín

Ahora recordaré mis pasadas inmundicias y las corrupciones carnales de mi alma; no porque los ame, sino para amarte a ti, oh Dios mío. Por amor de Tu amor lo hago; repasando mis caminos más perversos en la misma amargura de mi recuerdo, para que Tú me vuelvas dulce (Tú dulzura que nunca falta, Tú dulzura bienaventurada y segura); y recogiéndome de aquella mi disipación, en la que fui desgarrado poco a poco, mientras apartado de Ti, el único Bien, me perdí entre una multiplicidad de cosas. Porque incluso en mi juventud me quemé hasta ahora, para saciarme de las cosas de abajo; y me atreví a volverme salvaje, con estos amores diversos y sombríos: mi belleza se consumió, y apestaba a tus ojos; agradándome a mí mismo y deseoso de agradar a los ojos de los hombres.

¿Y en qué me deleitaba sino en amar y ser amado? pero no guardé la medida del amor, de la mente a la mente, el brillante límite de la amistad: sino que por la turbia concupiscencia de la carne y los borbotones de la juventud, se elevaron brumas que nublaron y nublaron mi corazón, de modo que no podía discernir el claro brillo del amor desde la niebla de la lujuria. Ambos hervían confusamente en mí, y precipitaron mi incesante juventud al precipicio de los deseos impíos, y me hundieron en un abismo de flagelaciones. Tu ira se había acumulado sobre mí y yo no lo sabía. Me quedé sordo por el ruido metálico de la cadena de mi mortalidad, el castigo del orgullo de mi alma, y ​​me alejé más de Ti, y Tú me dejaste en paz, y fui sacudido, consumido y disipado, y hervía en mis fornicaciones, y tú callaste, ¡oh tú, mi tardío gozo!

¡Oh! ¡Que alguien hubiera atemperado mi desorden y aprovechado las fugaces bellezas de estos puntos extremos de tu creación! había puesto un límite a su placer, de modo que las mareas de mi juventud podrían haberse arrojado a la orilla del matrimonio, si no pudieran ser calmadas y mantenidas dentro del objeto de una familia, como prescribe tu ley, oh Señor: ¿quién es este? ¿Cómo puedes formar el fruto de esta nuestra muerte, pudiendo con mano suave despuntar las espinas que fueron excluidas de tu paraíso? Porque tu omnipotencia no está lejos de nosotros, incluso cuando nosotros estamos lejos de ti. De lo contrario, debería haber escuchado con más atención la voz de las nubes: Sin embargo, los tales tendrán problemas en la carne, pero yo os perdono. Y bueno es al hombre no tocar a la mujer. Y el que no está casado piensa en las cosas del Señor, cómo puede agradar al Señor; pero el casado se preocupa de las cosas de este mundo, de cómo agradar a su mujer.

Debería haber escuchado estas palabras con más atención y, separado por el reino de los cielos, haber esperado más felizmente tus abrazos; pero yo, pobre desgraciado, espumeaba como un mar revuelto, siguiendo el movimiento de mi propia marea, abandonándote y excediendo todos tus límites; Sin embargo, no escapé de tus azotes. ¿Para qué mortal puede? Porque siempre estuviste conmigo misericordiosamente riguroso y rociando con la más amarga aleación todos mis placeres ilícitos, para que pudiera buscar placeres sin aleación. Pero no podría descubrir dónde encontrarlos, sino en Ti, oh Señor, que enseñas a sanar mediante el dolor y nos hiere; y mátanos, para que no muramos de ti. ¿Dónde estaba yo, y cuán lejos estaba desterrado de las delicias de tu casa, en aquel decimosexto año de la edad de mi carne, cuando la locura de la concupiscencia (a la que la humana desvergüenza da libre licencia, aunque no estaba autorizado por Tus leyes) tomó el poder sobre mí, y me resigné por completo a ello? Mientras tanto, mis amigos no se preocuparon por salvar mi caída mediante el matrimonio; su única preocupación era que yo aprendiera a hablar excelentemente y a ser un orador persuasivo.

Durante ese año se interrumpieron mis estudios: mientras que después de mi regreso de Madaura (una ciudad vecina a donde había viajado para aprender gramática y retórica), me estaban pagando los gastos de un nuevo viaje a Cartago; y eso más por la resolución que por los medios de mi padre, que no era más que un pobre hombre libre de Tagaste. ¿A quién le digo esto? no a Ti, Dios mío; sino ante Ti a los de mi propia especie, incluso a esa pequeña porción de la humanidad que pueda llegar a conocer estos escritos míos. ¿Y con qué fin? para que quienquiera que lea esto, pueda pensar desde qué profundidad debemos clamar a Ti. Porque ¿qué hay más cerca de Tus oídos que un corazón confesante y una vida de fe? ¿Quién no ensalzó a mi padre, porque más allá de sus posibilidades, ¿Le proporcionaría a su hijo todo lo necesario para un largo viaje por motivos de estudios? Porque muchos ciudadanos mucho más capaces no hicieron tal cosa por sus hijos. Pero, sin embargo, a este mismo padre no le importaba cómo me acercaba a Ti ni cuán casto era; de modo que no era más que abundante en palabras, por estéril que fuera para tu cultura, oh Dios, que eres el único y verdadero Señor de tu campo, mi corazón.

Pero mientras en mi decimosexto año viví con mis padres, dejando toda la escuela por un tiempo (una temporada de ocio se interpuso debido a la estrechez de la fortuna de mis padres), las zarzas de los deseos inmundos crecieron sobre mi cabeza, y hubo No hay mano para erradicarlos. Cuando mi padre me vio en los baños, ya adulto y dotado de una juventud inquieta, él, como ya anticipando a su descendencia, se lo contó gustoso a mi madre; regocijándote en ese tumulto de los sentidos en el que el mundo te olvida a Ti, su Creador, y se enamora de Tu criatura, en lugar de Ti mismo, a través de los vapores de ese vino invisible de su obstinación, desviándose e inclinándose ante las cosas más bajas. Pero en el pecho de mi madre ya habías comenzado tu templo y los cimientos de tu santa morada, mientras que mi padre todavía no era más que un catecúmeno, y eso sólo recientemente. Entonces ella se sobresaltó con un santo temor y temblor; y aunque todavía no estaba bautizado, temía por mí esos caminos torcidos por los que andan los que te dan la espalda y no el rostro.