¡Un camino de conversión personal!
Presentación en el Templo
Contexto: Este pasaje de las Escrituras que sigue podría dividirse en cuatro partes para la meditación. Lea cada parte por sí misma, comenzando con la primera, y luego dedique tiempo a reflexionar sobre cada una por un rato.
La primera parte ( Lucas 2:22-24 ) habla del acto de obediencia de José y María a la ley judía. Cuarenta días después del nacimiento, un niño varón debe ser presentado en el templo al Señor. Para los que son pobres, pueden hacer una ofrenda de un par de tórtolas, o dos pichones de paloma, que es lo que María y José eligen hacer.
La segunda parte ( Lucas 2:25-32 ) presenta la persona de Simeón, justo y piadoso. Dios le había revelado que vería al Mesías con sus propios ojos antes de morir. Así, en estos versículos, ves a Simeón tomando al Niño Jesús y proclamando su canto de alabanza.
La tercera parte ( Lucas 2:33–35 ) continúa con Simeón, pero en estos versículos ves a Simeón dirigir su atención a María y José, y especialmente a María, mientras habla de dos profundas profecías. Primero que “este niño está puesto para caída y levantamiento de muchos en Israel”. Y segundo, que el corazón de María será atravesado por una espada de dolor.
La cuarta parte ( Lucas 2: 36-38 ) presenta a la anciana profetisa Ana, que adoraba día y noche en el templo y, como Simeón, se adelantó en este momento con una clara inspiración para dar gracias y dar testimonio de Quién era este Niño.
Lectura bíblica: Lucas 2:22–38
Reflexión: Reflexiona sobre la humildad de María y José cuando ofrecieron un par de tórtolas, o dos pichones, en lugar de un cordero. (Reflejo silencioso)
Pero se ofreció un Cordero. Este Niño era el Cordero de Dios. Dios fue ofrecido a Dios. (Reflejo silencioso)
Lea los versículos 25–32 una y otra vez. Imagina la anticipación de este momento. Simeón lo había esperado durante toda su vida. Fue el momento central y más importante de su vida. Después de dar la bienvenida al Niño Jesús, estaba listo para “ir en paz”. No tenía otra razón para vivir. Su misión de vida estaba completa. Reflexiona sobre este hombre, Simeón. (Reflejo silencioso)
Medita también en cómo Simeón se dirigió a la madre de Jesús y le dijo : “…una espada traspasará tu propia alma”. ¿Qué pensó nuestra Santísima Madre al escuchar esto? ¿Qué sintió ella? (Reflejo silencioso)
Imagínate Ana. “Ella no se apartaba del templo, adorando con ayuno y oración día y noche”. Ana era santa. Su vida fue consumida por la adoración a Dios. Ella era mayor. Y ahora vio, con sus propios ojos, al Dios a quien adoraba día y noche . (Reflejo silencioso)
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