Reflexiones Católicas Diarias
¡Mi vida católica!.
El deseo de venganza
27 de septiembre de 2022
Martes de la vigésima sexta semana del Tiempo ordinario
Lecturas para hoy
Saint Vincent de Paul, Priest—Memorial
“Señor, ¿quieres que hagamos descender fuego del cielo para consumirlos?” Jesús se volvió y los reprendió, y se fueron a otra aldea. Lucas 9:54-56
Estas palabras, pronunciadas por James y John, son palabras que muchas personas tienen ganas de decir en varios momentos de sus vidas. Tal vez usted puede relacionarse. Estos Apóstoles hablaron así porque Jesús no fue recibido en un pueblo samaritano al que acababan de entrar. Quería cenar allí y la gente del pueblo lo rechazó a Él ya Sus Apóstoles. Como resultado, Santiago y Juan estaban heridos y enojados y querían invocar la ira de Dios sobre ese pueblo.
Cada vez que experimentamos dolor en la vida, es comprensible que nos sintamos así. Tendemos a querer justicia y venganza y queremos que aquellos que nos lastimaron paguen por su pecado. Pero la actitud de Jesús fue muy diferente. Reprendió a Sus Apóstoles por su deseo de ira y siguió adelante para no permitir que este rechazo lo afectara.
El rechazo y otras formas de dolor causado por otros pueden ser difíciles de dejar de lado. Puede asentarse fácilmente dentro de nuestros corazones, actuando como un molde que crece lentamente y toma el control. Cuando esto sucede, es posible que le resulte muy difícil perdonar y dejar ir el dolor.
La mejor manera de abordar el dolor causado por otro es actuar de inmediato como lo hizo nuestro Señor. Debes dejarlo ir de inmediato y debes seguir adelante. Dios es el único que se venga, no nosotros. Cuando fallamos en hacer esto y albergamos sentimientos heridos, en última instancia, nos hacen más daño que nadie.
Reflexiona hoy sobre cualquier sentimiento de ira o dolor que aún albergas en tu corazón. Tome la decisión consciente de perdonar y seguir adelante. Perdonar no significa que actúes como si el dolor que te causaron estuviera bien. Por el contrario, un acto de perdonar a otro es también un reconocimiento de que hubo un mal. El perdón te permite evitar que ese dolor te haga más daño innecesario. Al final, es también una invitación abierta al otro para que se arrepienta y se reconcilie contigo. Deja la venganza y la ira al Señor y busca mantener tu corazón en paz.
Señor de misericordia, te pido la gracia de perdonar. Perdono especialmente a los que más me han hecho daño y te los ofrezco. Libérame de cualquier sentimiento de venganza que albergue y ayúdame a amar con Tu corazón puro y misericordioso. Te amo, amado Señor. Ayúdame a amar a los demás como Tú amas. Jesús, en Ti confío
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