miércoles, 28 de octubre de 2020

Reflexión 302: Un intelecto grande, poderoso y agudo

 



Reflexiones diarias sobre la Divina Misericordia
365 días con santa Faustina

Reflexión 302: Un intelecto grande, poderoso y agudo

Nuestras mentes son un regalo de Dios y una de las dos formas principales en que estamos hechos a Su imagen y semejanza. La otra forma es mediante el don de nuestro libre albedrío. Pero el intelecto es un don increíble que se debe dar a la obra de Dios. Es bueno orar para que nuestro Señor haga que nuestra mente sea grande, poderosa y aguda para que podamos conocerlo, comprenderlo y comprender todos los ricos misterios que Él desea revelarnos. Nuestras mentes captan las verdades de Dios de dos formas principales. Primero, debemos esforzarnos por involucrar todas las muchas verdades reveladas por Dios a través de Su Iglesia. Esto incluye las verdades contenidas en la Sagrada Escritura, las enseñanzas ofrecidas por el Magisterio, las revelaciones de la vida de los santos y los discursos teológicos que buscan esclarecer y profundizar nuestro entendimiento. Estos preciosos dones, dados a través de la Iglesia, revélanos los misterios de Dios. Pero la mente también es capaz de recibir una infusión directa de Dios. Cuando permitimos que nuestras mentes sean entregadas a Dios, Él imparte un conocimiento y sabiduría directamente de Su propia Mente. Este don nos ofrece claridad de vida inmediata y discernimiento de su santa Voluntad (VerDiario # 1474).

Reflexione hoy sobre cuán plenamente ha dedicado su mente a las enseñanzas de nuestro Señor. Primero, reflexione sobre si busca la verdad de Dios a través de la Iglesia. ¿Estudias las Escrituras y todo lo que ha sido revelado a través de la Iglesia? Reflexione, también, sobre la infusión directa de Verdad que nuestro Señor desea impartirle. Este precioso regalo proviene de Su abundante Misericordia para conducirlos al conocimiento de Su misma esencia y Su santa Voluntad.

Señor, mi vida es tuya. Hoy te entrego especialmente mi intelecto para que lo uses como quieras. Enséñame Tus caminos y revélame la esencia misma de Tu ser eterno. Al llegar a conocerte, querido Señor, dame la gracia de seguirte con toda mi mente y corazón. Jesús, en Ti confío.


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