¿DÓNDE PODEMOS VER HOY A CRISTO TRANSFIGURADO?
Por Gabriel González del Estal
1.- No podemos verlo físicamente en ningún sitio. Porque el cuerpo físico de Cristo ya no existe. Cristo dejó de existir físicamente el mismo día de su muerte. Desde el momento mismo de su resurrección Cristo sólo existe como cuerpo glorioso; la persona de Cristo ya no es una persona física, sino una persona espiritual y celestial, existente gloriosamente junto a su Padre y en todas las personas que le aman. La presencia de Cristo en todas las personas que le aman es una presencia real, pero no física. A esa presencia es a la que yo quiero llamar aquí presencia transfigurada de Cristo.
2.- Así está Cristo presente en la eucaristía. Cuando en nuestras eucaristías vemos la sagrada forma y el cáliz, no vemos la presencia física de Cristo, sino la presencia real de Cristo transfigurado en el pan y en el vino. Es una presencia real y así debemos verla y adorarla, pero no se trata de ninguna presencia física. Cuando algunas personas nos han dicho que vieron sangre física que manaba de la sagrada forma, debemos entender que si esto fue verdad es que se trató de un verdadero milagro, pero no de una consecuencia física. Así lo afirmó ya el mismo santo Tomás de Aquino.
3.- Así está Cristo presente en todas las personas que le aman y se reúnen en su nombre. Cuando Cristo nos dijo que él estaría presente en las personas que se reunían en su nombre para orar y para darle culto se refería a una presencia real, pero no física, sino transfigurada. Tan presente y de la misma forma está presente Cristo en las personas que le aman y se reúnen en su nombre, como lo está en la eucaristía. Cuando es el amor a Cristo y el amor de Cristo el que nos une y nos reúne, Cristo se hace presente en nosotros de una forma real y con una presencia transfigurada.
4.- Así está Cristo presente en los pobres, en los pecadores, en toda persona marginada injustamente social o sicológicamente. La presencia real y transfigurada de Cristo en los pobres, en los pecadores, en todas las personas injustamente marginadas, es una presencia gratuita y derivada del amor gratuito de Cristo a toda persona que sufre. Esto no quiere decir en ningún caso que todos los pobres, los pecadores, las personas marginadas amen a Cristo, sino que es Cristo el que los ama a ellos. Pero si estas personas no aman, ni quieren amar a Cristo, entonces el amor de Cristo a ellos no puede realizarse en ellos. Para que el amor una y reúna tiene que ser un amor correspondido, de lo contrario se trata de un amor gratuito, que, por supuesto, es un amor real y doblemente generoso. Así es y fue, en muchos casos, el amor de Cristo a los pobres, a los pecadores y a todas las personas marginadas.
5.- Así está Cristo presente en todas las personas que trabajan y se esfuerzan para hacer de este mundo el verdadero reino de Dios. Todos los cristianos debemos distinguirnos como personas que trabajamos para hacer de este mundo un verdadero reino de Dios. Sabemos y comprobamos todos los días que este mundo no es el reino de Dios, pero por eso mismo el trabajar para conseguirlo debe ser nuestra principal tarea. A todos nos puede venir a veces la tentación del desánimo y el desaliento, al ver lo poco que hasta ahora hemos conseguido de hecho. Conseguir hacer de este mundo un reino de Dios es una tarea a la que ningún cristiano debe renunciar. Queremos ver en este mundo la presencia transfigurada de Cristo, no la presencia del demonio y del mal. Pidámoselo así a Cristo fervorosamente en esta fiesta de la Transfiguración del Señor.
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