domingo, 17 de marzo de 2019

CLARA MALDOCENA: PATROCINIO DE NUESTRA SEÑORA

LA VIRGEN MARÍA
Y SU PATRONATO EN ARGENTINA

NUESTRA SEÑORA DE LA CONSOLACIÓN DE SUMAMPA

Patrona de Santiago del Estero
La Virgen de Consolación de Sumampa o Nuestra Señora de Sumampa es una de las advocaciones con la que se venera la figura de la Virgen María.
Se la considera patrona del Pueblo de la Provincia de Santiago del Estero.
Su santuario se erige en un pequeño valle, rodeado de serranías bajas, a 4 km del pueblo de Sumampa, perteneciente al Departamento Quebrachos, distante 238 km. de la Ciudad de Santiago del Estero, capital de la provincia homónima.
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Reseña histórica
El origen de la advocación se remonta a 1630. Don Antonio Farías Sáa, un hacendado portugués radicado en Sumampa (actual provincia de Santiago del Estero, Argentina), quiso erigir en su estancia una Capilla en honor de la Virgen. Solicitó a un compatriota suyo, residente en Pernambuco, Brasil, el envío de una imagen de la Inmaculada Concepción de María. Para una mejor elección, su amigo le envió dos imágenes.
En el mes de marzo de 1630, las imágenes de la Virgen llegaron al puerto de Buenos Aires procedentes de San Pablo en un navío denominado “San Andrés” y luego, acondicionadas en sendos cajones, fueron colocadas en una carreta.
Luego de tres días de viaje, la caravana a la cual se incorporó la carreta hizo un alto a 5 leguas de la actual ciudad de Luján, en el paraje de Zelaya, para pernoctar en la Estancia de Don Rosendo de Trigueros.
Al día siguiente, ya dispuestos a continuar la marcha, los bueyes no consiguieron mover la carreta. Después de intentos fallidos, bajaron uno de los cajones y los bueyes iniciaron la marcha sin dificultad. Intrigados por el contenido del cajón, encontraron al abrirlo, una imagen pequeña (38 cm de altura) de arcilla cocida que representaba la Inmaculada Concepción. Los creyentes interpretaron el hecho como providencial, y entregaron la imagen para su custodia a don Rosendo de Oramas, el dueño de la casa ubicada en la actual localidad de Zelaya, del partido del Pilar, a 50 km del actual emplazamiento del Santuario.
El otro carro siguió su ruta, y al llegar a Córdoba la imagen fue montada en el lomo de una mula para ser llevada a Santiago del Estero.

La historia cuenta que la mula, que integraba una tropa de carga, se extravió al llegar a Sumampa Viejo. Y por sí sola, sin que nadie la guiase, se encaminó a la estancia de don Antonio Farías de Sáa. Allí se quedó y no quiso caminar más.
Se le alivió del peso de la imagen, y el animal reinició la marcha. Vuelta la Virgen sobre la mula y otra vez el animal se detuvo. De allí se le descargó definitivamente, pues estaba claro que la Virgen había elegido ese hermoso valle para quedarse, en la propia estancia de Don Antonio y a 4 km. de Sumampa Viejo.
El prodigio fue comentado en toda la comarca y pronto comenzaron a acudir sus moradores para rezar frente a la Virgen.
La Santa Imagen debió ser depositada y venerada en la casa de Don Antonio Farías de Saá ubicada en Sumampa Viejo; pero tan pronto fue posible, y terminadas las obras de la pequeña capilla o ermita, se llevó allí la imagen en una ceremonia extraordinaria de fervor y concurrencia.
A fines de noviembre es colocada por fin en su capilla o ermita (un humilde rancho construido con piedras, cal, barro y techo de paja) para entonces finalizada.
Al acto del traslado no faltaría sin duda el primer Cura Párroco de la región Don Juan de San Miguel y Arévalo, quien al poco tiempo fijaría su sede parroquial en este paraje, junto a la Capilla de Nuestra Señora, por creerlo el sitio más conveniente como centro de su misión de culto y fe.
Seguramente data de esos primeros comienzos del culto, y recordando la entronización de la Santa imagen en la ermita, la celebración de las fiestas patronales en el mes de noviembre.
Las fiestas patronales de noviembre recuerdan este hecho de la inauguración de la capilla.
La Novena patronal comienza el día 11 de noviembre y concluye el día 19; los días 20, 21 y 22 se realiza un Triduo solemne preparatorio y el día de la Fiesta patronal en honor a Nuestra Señora de la Consolación de Sumampa es el 23 de noviembre.
En el año 1670 con gran solemnidad se abre a los fieles de María Santísima, llamada ya entonces Nuestra Señora de Consolación, porque con la llegada la Santa Virgen trajo a estas tierras el consuelo, el gozo y la paz.
La imagen
La imagen original es pequeña y sencilla, de no más de 20 cm de altura, realizada en arcilla cocida; está sentada sobre una banqueta rudimentaria, que a su vez se asienta en un montículo de piedra agregado posterior. La cara es bonita, muy amplia la frente; la nariz recta, la boca delicada, bien trazada la línea del mentón.
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Los siglos le han impreso un tinte pálido, medio amarillento, como de marfil viejo.
Su mirada es serena firme sin dureza, transparente y diáfana como un cristal.
La toca blanca de La Virgen de Sumampa cubre su cabeza ligeramente inclinada hacia su derecha, manteleta o pañuelo grande que cae hasta poco más abajo de los hombros.
La túnica en la imagen de Sumampa es roja de un rojo oscuro, semejante acaso a la de las vírgenes de Judá, que en los días festivos debía ser de púrpura de Tiro. Un ceñidor dorado que se anidaba a la cintura.
El manto es azul oscuro asimismo, da una amplia vuelta sobre las rodillas en forma de cubrir todo lo rojo y aparece sembrado con unas hojas sueltas, color oro viejo, que se juntan en grupo de a tres, como se quisieran imitar la flor de lis.
Sobre las rodillas de la Señora duerme el Niño Jesús, de pocos meses de edad. Los finos labios de la madre parecen haberse pegado con la última estrofa de un dulce arrorró en el preciso instante en que el Niño, tras vago cabecear, deja caer el bracito izquierdo hacia adelante. Para recostar a su hijo María ha tendido un pañal, detalle este que por sí solo sugiere un largo capítulo de vigilias, de preocupaciones y de ternuras domésticas.
El Santuario
No tardó en levantarse en el lugar un tosco oratorio construido por indios abipones evangelizados, bajo la dirección de don Antonio Farías de Saá y los Jesuitas.
El santuario, que en su estructura original data de 1684, está hecho de grandes adobes crudos con paredes de un metro de ancho.
Consta de una sola nave de cuarenta metros de largo por diez de ancho, estructura de seis tirantes y tijerillas, y techo a dos aguas cubierto de tejas.
El frente acusa un estilo propio de la época. Fue restaurado en 1782 y 1808.
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De líneas austeras, con coro alto de estructura de madera y una maciza torre lateral coronada por una cúpula.
Dos habitaciones rectangulares a los lados del presbiterio simulan los brazos de un transepto; una de ellas es la sacristía.
Este templo es el más antiguo de los monumentos históricos en Santiago del Estero. Es Monumento Histórico Nacional a partir de 1973.
En él, desde hace tres siglos, se celebran las fiestas de la Virgen de Sumampa, cuyo carácter popular las ha hecho célebres, contribuyendo a su arraigo en todo el territorio de la provincia de Santiago del Estero.
El Santuario de Nuestra Señora de la Consolación de Sumampa, es el único edificio en pie del periodo Virreinal en toda la Provincia de Santiago del Estero, República Argentina.
Nuestra Señora de la Consolación de Sumampa está, pues, en el mismo Santuario que la cobijó desde la primera hora y ocupa el mismo solar por Ella elegido para irradiar austeridad en un ambiente de noble quietud campestre.
Lejos del refinamiento urbano, su capilla es una reliquia de casi cuatro siglos que guarda en su escama de teja, el secreto de muchos clamores, y el aliento de muchas esperanzas…
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