jueves, 6 de abril de 2017

La Eucaristía: Gracia para espíritus cansados

Cáliz

BR. JOHN MARK SOLITARIO, OP
Cáliz
“La comida sabe tan bien cuando se tiene hambre!” Veritas de los labios de chicas. Esta vez se trata de su hijo de diez años de edad, que acaba de trabajado la cola después de 60 minutos de fútbol jugado duro. Y tiene razón. Después de todo, eso es lo que la comida es para!

Las Escrituras agradecen la bendición de alimentos y bebidas: Dios le dio “el vino que alegra el corazón, el aceite que hace brillar el rostro, y el pan para sostener el corazón humano” (Salmo 104: 15). Creíble en los labios de cualquier rabino y, sin duda, encarnado por muchos una abuela italiana cariñoso, este verso fomenta una espiritualidad de agradecimiento por la bondad inherente en toda la creación de Dios. “Dios vio todo lo que había hecho, y he aquí que era muy bueno” (Gen 1:31). Deliciosa comida y la bebida nos recuerdan la riqueza de la vida humana que se nutren. Esta es la razón diciendo gracia antes de las comidas es una gran tradición católica.

Pero todos sabemos que el uso cristiano de la comida y la bebida no se detiene con el sustento meramente corporal. Realmente hemos sido hechos partícipes de un refrigerio espiritual, el “pan de los ángeles” (Salmo 78:25). Esta revelación solamente se insinúa en las prefiguraciones del Antiguo Testamento, pero se enseñaba abiertamente en el ministerio público de Jesús:



Trabajad, no por la comida que perece. ... El pan que yo daré por la vida del mundo es mi carne (Jn 6: 27,51b).

Aquí en el “Pan de Vida discurso,” Jesús introduce uno de sus enseñanzas más llamativos. Su público es una multitud hambrienta que le siguió toda la región montañosa de Judea, al igual que el pueblo elegido de Israel que vagó por el desierto de Sinaí. Cuando le dice a su audiencia que “mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida” (Jn 6:55), que se toman por sorpresa con razón! Sin embargo, Jesús no responde a su sorpresa genuina mediante el ajuste de su nueva enseñanza. Por el contrario, insiste en su base espiritual y más tarde lo confirma en la última cena. San Juan informa que al final del “Pan de Vida discurso”, “muchos de [de Cristo] discípulos volvieron atrás y ya no andaban con él” (Jn 6:66). Sin embargo, un grupo de discípulos dirigido por Simón Pedro creía que Jesús basado en su autoridad como “el Santo de Dios” (Jn 6:69).

Siguiendo en la fe de Pedro y de los Apóstoles, debemos prestar atención a lo que Cristo nos muestra mediante la institución de este sacramento. ¿Por qué hacer el pan simple y vino se convierten en su Cuerpo y de la Sangre y luego comando que esto se repite desde tiempos inmemoriales? Santo Tomás de Aquino enumera entre los principales efectos de la Eucaristía que “este sacramento hace por la vida espiritual de todo lo que hace el alimento material para la vida corporal.” Si prestamos atención a los signos sacramentales básicas en el juego aquí, podemos llegar a una mejor comprensión de la realidad espiritual se hace presente por el diseño de Dios.

Por el Cuerpo de Cristo, que están fortificados con fuerza para el viaje, acertadamente representado por la apariencia de pan. Si un bagel de sus poderes que deli favoritas a través de las primeras horas del día, qué tipo de vitalidad espiritual y la resistencia podría esperar del Hijo de Dios vivo?

Por la Sangre de Cristo, nos alegró espiritualmente de modo que lo que antes era dura en el camino se convierte en dulce bajo la influencia de la caridad divina. Piense en la relajación y el refresco que provienen de su bebida favorita del verano. Cuánto mejor será la bebida espiritual que proviene de la mesa del banquete de Dios dará facilidad a su espíritu cansado?

Las especies del pan y del vino, aunque velando la nueva esencia de lo que está ahí, nos ayudan a entender el propósito de la Santa Cena: gracia viene a alimentar y avivar la caridad ya en llamas del bautismo. Nos encontramos con la fuerza de las exigencias de la vida en la amistad de Jesús. Nuestra unidad sacramental con el Hijo de Dios se vuelve dulce lo que había sido amarga y hace cada vez más fresca lo que antes se sintió tan aburrido. El aumento de nuestra frecuencia de asistencia a misa y digna recepción del Cuerpo y la Sangre de Cristo, habrá que esperar a encontrarnos intimidado por la extensión de la providencia de Dios. Al reflexionar sobre este regalo que alimenta el misterio de la vida divina en nosotros, bien podemos encontrarnos pensando, “comida nunca sabía tan bueno!”

Nota del editor: Este artículo fue publicado originalmente en Dominicana , el blog estudiante Dominicana de la Provincia de San José, y se vuelve a publicar aquí con permiso. imagen: Fotos por ECatholic.Com



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