martes, 10 de noviembre de 2020

Reflexión 315: Misericordia, misericordia y más misericordia


Reflexiones diarias sobre la Divina Misericordia
365 días con santa Faustina

Reflexión 315: Misericordia, misericordia y más misericordia

¿Te cansas de hablar de la Misericordia de Dios? ¿Encuentra que se vuelve repetitivo y poco impresionante? Si es así, habla más de la Misericordia y reflexiona sobre ella con nuevo celo. Nunca debe cansarse de la Misericordia de Dios. La Misericordia de Dios es tan grande y abundante que, en el Cielo, verán claramente cuán vasta y amplia es. Comprenderás que es incomprensible y no te cansarás nunca de contemplar su belleza. En la Tierra, puede que se sienta tentado a descartar a la Misericordia como poco práctica y sin importancia. Puede percibirse como algo antiguo y desactualizado. Cuando esto suceda, recuerde que esto es una tontería e irracionalidad. Comprender la misericordia de Dios debe convertirse en su objetivo y misión diaria. Debes buscarlo día y noche y nunca ceder en tu búsqueda de este regalo interminable e insondable de Dios (Ver Diario# 1521).

Reflexiona hoy en estas tres sencillas palabras: Señor, ten piedad. Dígalos a menudo e intencionalmente. Recuerde que si se cansa de pensar y hablar sobre la Misericordia de Dios, entonces no comprende su profundidad y belleza. La Misericordia de Dios debe ocupar tu mente y tu voluntad con tanta fuerza que esté siempre presente y siempre nueva. Su novedad, especialmente, le ayudará a mantenerlo comprometido con este don y le permitirá sondear continuamente sus profundidades. Señor, ten piedad, Cristo, ten piedad, Señor, ten piedad. Diga esto una y otra vez y comprenda que nunca podrá agotar este glorioso misterio del amor.

Señor, tú nunca cambias, siempre eres nuevo. Ayúdame a no cansarme nunca de la simple pero profunda verdad de tu Divina Misericordia. Ayúdame a ver siempre la belleza y el esplendor de Tu Divino Amor. Te amo, querido Señor, y oro para poder amarte más cada día. Señor, ten piedad de mí. Cristo, ten piedad de mí. Señor, ten piedad de mí. Tu misericordia, Señor, es grande y gloriosa. Jesús, en Ti confío.



 

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