Publicado: 28 de noviembre de 2020 07:30 p.m.PST
En aquel tiempo: Dijo Jesús a sus discípulos: "Y habrá señales en el sol, la luna y las estrellas y, sobre la tierra, ansiedad de las naciones, a causa de la confusión por el ruido del mar y la agitación (de sus olas). Los hombres desfallecerán de espanto, a causa de la expectación de lo que ha de suceder en el mundo, porque las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces es cuando verán al Hijo del Hombre viniendo en una nube con gran poder y grande gloria. Mas cuando estas cosas comiencen a ocurrir, erguíos y levantad la cabeza, porque vuestra redención se acerca". Y les dijo una parábola: "Mirad la higuera y los árboles todos: cuando veis que brotan, sabéis por vosotros mismos que ya se viene el verano. Así también, cuando veáis que esto acontece, conoced que el reino de Dios está próximo. En verdad, os lo digo, no pasará la generación esta hasta que todo se haya verificado. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
Lucas XXI, 25, 33
Sermones dominicales II
RP Leonardo Castellani
Domínica primera de Adviento (1964)
El mismo Sermón Esjatológico de Mateo XXIV (que vimos el Domingo pasado) es hoy repetido casi con las mismas palabras, un poco resumido y con una importante innovación, que es el versículo 24. Desde él comienza el fragmento de hoy, que contiene más claramente la predicción del fin del mundo; pues en Lucas está más claramente partido en dos partes este difícil recitado de Cristo. Hasta el 24, más bien la caída de Jerusalén; desde el 24, más bien la caída del mundo; pero los dos sucesos en cierto modo juntamente, pues son reflejo el uno del otro.
Como les dije, este Sermón Esjatológico de Cristo, o "Apokalypsis Sucinto" que llaman, ha hecho correr muchísima tinta. Yo tragué esa tinta y me puse todo negro, y después comencé a emblanquecerme; quiero decir que andaba medio ahogado en un mar de opiniones cuando estudiaba, y al fin hice pie, gracias al Cardenal Luis Billot. Hoy no dudo de que la solución del acertijo es que Cristo habló de los dos sucesos a la vez, la ruina de Jerusalén y el fin del mundo (o sea, los dos triunfos de Cristo) -a la moda de todos los Profetas. No niego que quedan algunas dificultades, pero el recitado deja de ser absurdo o incomprensible.
Esta solución la dan hoy día todos los grandes exégetas, y la dio San Agustín, y la adoptó el gran Maldonado, aunque la expresó en forma viciosa. Dijo: "Los Apóstoles preguntaron en confuso y Cristo respondió en confuso..." De ningún modo. No puede ser que Cristo respondiera en confuso. Los Discípulos tienen derecho a preguntar en confuso, porque son discípulos, pero el Maestro nunca tiene derecho a responder en confuso. La prueba es que los Apóstoles entendieron; y después de Pentecostés, e incluso después de la muerte de Cristo, distinguieron los dos sucesos. Más aún, San Lucas los distingue claramente en este Evangelio de hoy. Al fin de la primera parte, donde habla más bien del fin de Jerusalén, dice: "Mas cuando viereis a Jerusalén cercada por un ejército (entonces hay que huir, porque) se aproxima su ruina. Habrá entonces gran apretura en esta tierra y la ira sobre este pueblo. Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos entre todos los pueblos, y Jerusalén será pisoteada por los Gentiles hasta que se cumpla el tiempo (del juicio) de las Naciones."
Es decir, que Cristo distinguió claramente aquí los dos sucesos, el juicio de Jerusalén y el juicio de las Naciones; e indicó lo que llaman el "Intersticio" entre ambos; que es un intersticio bastante largo por cierto, por lo menos 2.000 años. Este versículo 24 aclara también el otro versículo: "Primero será predicado este Evangelio en todo el mundo, y entonces vendrá el fin." Y así vernos que los Apóstoles aplicaron la predicción de Cristo al fin del mundo (San Pedro y San Pablo en sus cartas) y antes la habían aplicado al fin de Jerusalén; hacer que los fieles huyeran a Pella, conforme al consejo de Cristo, el año 60 y pico. Los Apóstoles no quedaron engañados ni "confu sos" .
La Parábola de la Higuera Reverdecida está al final; y se aplica a uno y otro suceso. El único que niega esto (que yo sepa) es Feuillet, el cual sostiene que se aplica solamente al fin de Jerusalén, porque (dice él) del fin del mundo está escrito que "no sabremos nunca el día ni la hora"; y en esta Parábola se nos ordena "observar los Signos" para ver que "el tiempo está cerca". Bien: no es lo mismo saber el día y hora, que saber que el tiempo no está lejos. En nuestros tiempos, es decir; el siglo pasado y éste, hay muchos grandes pensadores católicos que han creído observar que los Signos se cumplen; empezando por San Pío X en su Primera Encíclica; y yo recuerdo además al gran teólogo ruso Solovief, al gran filósofo español Donoso Cortés, al actual gran filósofo alemán Josef Pieper, a Maritain joven (después cambió -o calló), al gran exégeta judío Albert Frank-Duquesne -y otros (1). Pueden equivocarse, por cierto; pero mucho más seguramente se equivocan "los progresistas" que dicen la Parusía está todavía de aquí miles o millones de años,.que nunca la iglesia ha estado tan bien como ahora, y que vamos a un tiempo de gran prosperidad y felicidad, la "era atómica". Ésos son sueños de locos. Cristo dijo: "Vuelvo pronto." (2)
'En la Argentina no estamos en un tiempo de prosperidad y felicidad, ni parece vayamos a eso. En antaño, los hombres espirituales de la Argentina se quejaban de que aquí las cosas espirituales andaban de capa caída: que el pueblo conocía poco a Dios y que había demasiados masones y espiritistas, que rinden culto al Diablo; pero los hombres carnales no hacían más que decir: "¡Qué gran país, qué país macanudo, qué país rico! Aquí cada vez que llueve, llueven libras esterlinas, amigo". Ahora ya no lo dicen.
Antes el espíritu andaba mal, ahora anda mal también la carne; empezando porque hay escasez de carne; y hay exceso de cáncer. La moneda argentina se ha vuelto parecida a la vida, porque disminuye sola; los gobernantes roban y carecen de autoridad; la criminalidad
va al revés de la moneda, aumenta que da pavor; hay millanares de Sintrabajo; no hay estabilidad política; la mortalidad infantil en algunos lados es la más alta del mundo. En las llamadas "provincias pobres" muere una guagua cada tres que nacen antes de cumplir un año, 33%. Y mueren de hambre, es decir, desnutrición o enfermedades que calzan en la desnutrición 3 • ¡Qué país rico, qué país macanudo, etcétera! Un diario de anteayer dice que también en Colombia mueren de hambre 1.000 críos por día. Y también que Perón vuelve, y que un cantor de tangos uruguayo (el Segundo Gardel) ha suscitado en el pueblo tanta conmoción y entusiasmo como en tiempos pasados la muerte de un santo. "Hasta el cielo lloró en la muerte de Julio Sosa", dice un diario. Puede que haya llorado de veras, si el pobreto murió mal.
No sé si está cerca o lejos la Segunda Venida¡ pero los "Signos" no faltan. Guerras y rumores de guerra, sobran; pseudocristos y pseudoprofetas (es decir, herejes, impíos y blasfemos) campan por sus respetos; persecución religiosa existe; hambre y peste, también; terremotos y signos en el cielo (por lo menos, cohetes y platos voladores) en abundancia; una general apostasía tampoco es imposible aquí, si no es que ya haya comenzado: estamos desguarnecidos frente a ella. Signos de un gran derrumbe, no faltan, a mi parecer. Dios nos pille confesados.
¡Bah!, Cristo dijo: "Si veis que todo eso comienza a pintar, alegraos y levantad vuestras cabezas, porque vuestra salvación ~Como el paisano enfermo que le dijeron: "Y bueno, compadre, todos tenemos que morir". y él dijo: "Y bueno, yo ya no doy más de ganas de ver en que para todo".
Notas
1. . En "El Apocalipsis de hoy" ("Tribuna", San Juan), Castellani escribe: "Actualmente el librito de San Juan (el Apóstol) está siendo sumamente leído, comentado, aludido e incluso imitado y ... falsificado (Me refiero en esta última frase a la llamada 'literatura de pesadilla', y a la tan cultivada novelística que llaman 'fantaciencia'). Los más grandes escritores religiosos actuales (por supuesto que no cuento entre ellos a Fulton Sheen) son 'apocalípticos'; en el sentido de que se preocupan del Fin de la Humanidad, del fin in el u so en el sentido de 'término'. Uno de los autores más renombrados y más irreligiosos que existen, Emmanuel Kant, publicó en 1794 un artículo titulado "Das Ende aller Dinge"; o sea en cristiano, el fin de todas las cosas.
"Solamente entre los autores católicos (los protestantes son innumerables), recuerdo ahora: en España: Lacunza, Donoso Cortés, Aparisi Guijarro, Rovira S.J. (Enciclopedia Espasa), Alcañiz ... ; en Italia: San Pío X, Benedicto XV, Papini; en Francia: Leon Bloy, Maritain joven y muchos actuales, corno Madeleine Chasles, Aron, Frank-Duquesne; en Alemania: Holzhauer; Hamann, Goerres, Erik Peterson, Hans Preuss, Stauffer, Joseph Pieper; en Inglaterra: Cardenal Newrnan, Robert Hugh Benson y su padre, Edward White Benson." Podernos agregar los nombres de Hilaire Belloc, Heinrich Schlier, Solovief, Dostoiewsky, etc.
2. Apocalipsis 22, 20.
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