Lo que el Joven debe saber sobre el amor y el noviazgo I
Mons. Romulo Emiliani
El amor es un don de Dios y nace dentro de cada persona como una fuente de agua cristalina, pura y milagrosa, que mientras más corre se vuelve más caudalosa y se extiende sin medida.
El ser que ama sabe que es importante y necesario porque dentro de sí contiene la vida de Dios. Su misión consiste en compartir esa vida con personas que esperan sedientas ese torrente vital de amor.
El que ama se convierte en un puente entre lo divino y lo terreno. Aunque la persona algunas veces no sea consciente de ello, el amor que da transforma el mundo, haciendo que las rosas marchitas recobren vida, las praderas secas adquieran verdor y los cauces secos de los corazones tristes se empapen de Dios.
El amor no se da calculadamente. El que ama no espera recompensa por su amor ni reclama derechos, privilegios ni gratificaciones por el amor que da.
El amor no se vende, ya que hacerlo es profanar algo que viene del mismo Dios. El amor no es una mercancía que se intercambia por dinero, protección, compañía, sexo o cariño.
El que ama se da a los demás y respeta la integridad e individualidad de su prójimo. Sabe que el otro también es persona y lo reconoce siempre como tal; no busca hacerlo a su propia medida ni atropella su dignidad. El que ama sabe que la otra persona no es perfecta y aprende a tener paciencia, comprensión y capacidad de perdonar. La persona que ama sabe que el otro es un fin en sí mismo, no un medio para obtener placer, diversión o enriquecimiento. Reconoce, pues, el valor infinito de la persona, no lo instrumentaliza, lo usa ni lo cosifica.
El que ama promueve lo mejor en los demás y busca siempre la felicidad del otro. Es realista y ve tanto las virtudes como los defectos. Si pudiera mirar a la persona amada por dentro, sería capaz de descubrir sus grandes valores; cuando la mira exteriormente capta sus limitaciones y problemas. Se imagina cómo esa persona especial puede llegar a ser en el futuro, cuando esté más realizada y plena, ayudando con perseverancia y amor a que se cristalice sea realidad.
El que ama vive en Cristo y en sus manos se ven también las señales de los clavos, porque el que ama sufre, se sacrifica y da hasta la vida por los que ama. El que ama, en definitiva, aguanta y resiste todo por amor, porque Dios es . . . ¡Amor!
¿QUÉ ES EL AMOR?
El amor es la base de la realización humana plena. Es como el aire que se necesita respirar para poder vivir. El amor cuando es auténtico implica una entrega de todo el ser a Dios, a los demás, a causas nobles e implica una entrega sin esperar recompensa. El amor se convierte en un amor egoísta cuando solamente se hacen las cosas esperando una retribución y no se hace nada si no se tiene la seguridad de obtener algo a cambio. El que no ama "vive medio muerto".
Ahora te pregunto a ti, joven: ¿Has amado alguna vez sin esperar recompensa o es tu amor egoísta? Si no estás preparado para contestar esta pregunta es que todavía no has descubierto lo que es el amor auténtico.
El amor es . . . buscar el bien del otro
La persona que busca el bien del otro procura saber qué es lo que éste necesita y, si está de acuerdo con sus posibilidades, le ayuda a obtenerlo. La persona que ama se preocupa en ayudar al otro a que se sienta bien. En la medida en que busques desinteresadamente el bien del otro, lo harás más feliz. ¡Eso es amor!
Para procurar el bien de otra persona hay que conocerla. El gran drama a nivel familiar es que, después de tantos años de convivir, no se conoce a la mamá, al papá o al hermano de una forma plena. No se sabe lo que piensan ni lo que quieren; se convive con ellos, pero es como si fueran extraños. ¿Cómo le puedes dar lo que necesitan si no los conoces de verdad? El conocimiento de la otra
persona es fundamental para que puedas amar de verdad, porque nadie puede amar lo que no conoce.
El amor es . . . perdonar
El que no ha aprendido a perdonar, no puede amar; y el que no ama no es feliz. La persona que mantiene en su alma rencores terribles no ha descubierto el amor auténtico y, por consiguiente, no ha aprendido a perdonar.
Nadie puede
perdonar si no comprende por qué el otro ha actuado como lo ha hecho. Por ejemplo, tu papá puede ser muy agresivo, estar siempre nervioso y regañándote. Antes de apresurarte a juzgarlo, primero intenta averiguar por qué tu papá tiene siempre esa actitud. Puede ser que, en su infancia, tu papá tuvo un padre que también fue muy agresivo y lo trató muy mal. Posiblemente, desde muy joven tuvo que trabajar mucho y nunca aprendió a descansar. Además, puede ser que haya sufrido un fracaso en su trabajo o en su negocio. Si haces el esfuerzo por conocer más a fondo a tu padre, podrás comprender mejor por qué él es tan agresivo contigo, lo podrás perdonar y olvidar las ofensas y agresiones que te haya hecho.Cuando uno comprende que la persona puede haber sufrido traumas y hasta estar enfermo mental o emocionalmente, entonces se le puede perdonar más fácilmente. Hay muchachos que odian a su papá y sienten un deseo oculto, pero muy profundo, de venganza. Ellos no han aprendido a perdonar. Siempre habrá alguien que querrá hacerte daño o causarte sufrimiento. Por eso, si en verdad quieres ser feliz, debes aprender a perdonar. Perdonar implica olvidar y es indispensable para lograr la paz y la felicidad.
El amor es . . . corregir con amor los defectos del otro
La persona que ama sabe corregir con amor. No busca la primera oportunidad para restregarle en el rostro los defectos a su hermano, a su mamá, a otro familiar o a un amigo. La persona que ama no exhibe públicamente a su hermanito, a su novia o su mamá recordándole el fallo que cometió ayer o el problema que tuvo la semana pasada. Quien actúa así no ha aprendido a amar.
La persona que ama sabe corregir en privado para que la persona cambie y sea mejor, no para humillarla, hundirla o crearle un complejo de culpa. Si la corrección se hace para que el otro sufra lo más que pueda, no se ha hecho con buena intención y mucho menos con amor.
Tristemente, en el hogar se cultivan malos hábitos y actitudes demasiado agresivas. Entre los hermanos, muchas veces la corrección se convierte en una dura crítica pública, fuerte y sin misericordia, y también implica manipular a la mamá o al papá para que apliquen un castigo. Esto no es amor sino más bien maldad y es una actitud muy triste y fea.
Cuando no existe amor en la casa, la hermana o el hermano mayor actúa sin amor ni piedad, criticando cualquier cosa de su hermanito o vice versa, para que papá se ponga de parte suya y castigue al otro simplemente para saciar su venganza. Desgraciadamente, muchas veces pareciera que uno proyectara en los demás sus propios defectos, ya que se critica al hermano o hermana por un defecto que también tiene uno.
Dice Jesús en la Palabra que antes de querer quitarle a tu hermano la pelusa que tiene en el ojo, preocúpate por quitarte la viga que atraviesa el tuyo (Mt 7.3-5). Jesús también dice que el que esté sin pecado, que lance la primera piedra (Jn 8.7). La persona que piense que es tan perfecta que nunca hace nada criticable o malo debe hacerse un examen de conciencia porque ciertamente encontrará que el único perfecto es Dios, nuestro Señor.
El amor es . . . sacrificarse por los demás
La persona que ama de verdad se sacrifica por los que ama. No se puede creer en el amor de alguien que " dice" que ama a su patria, sus ideales, su esposa, su familia, su novio o su novia y no es capaz de sacrificarse y renunciar a sí mismo por ellos y por Dios.
La prueba del amor consiste en saber sacrificarse por lo que uno ama. Sin sacrificio no puede haber amor auténtico.
Hace un tiempo, una joven me confió un problema que tuvo con su novio y que, lamentablemente, ocurre muy comúnmente. El muchacho, en un momento de terrible debilidad, le propuso que si ella lo amaba de verdad, debía darle una prueba de amor teniendo relaciones sexuales. Ella, iluminada por Dios, le dijo que no; que si él verdaderamente la amaba la prueba de amor era que él se sacrificara, se aguantara y renunciara a sus instintos por ella, hasta que se casaran. Esa fue una respuesta increíble y de altura de esta muchacha, producto de un sentimiento de profunda dignidad. Comparto con ustedes también el caso de una señora que crió a siete hijos a base de lavar y planchar, porque su marido la abandonó. Esta señora se enfermó y contrajo una artritis espantosa por el tremendo sacrificio que hizo por sus hijos, algunos de los cuales ya son profesionales. Pero, a pesar de sus desvelos y constantes sacrificios, es una mujer sumamente realizada y feliz que, sin proponérselo realmente practicó lo que es el verdadero amor. El que ama aprende a sacrificarse por aquello que dice amar. El amor es . . . servir al prójimo
La persona que tiene amor en su corazón lucha por el bien del prójimo. El que ama aprende a servir a todos, sin distinción. Ya no es el hermanito, el papá, la mamá o el novio, sino que puede ser un desconocido que necesita y pide ayuda.
El buen samaritano (Lc 10.30-35) demostró amor sirviendo a una persona totalmente desconocida. Se bajó de su caballo, limpió las heridas de ese hombre, lo subió a su caballo, lo llevó a la posada más cercana y pagó para que lo atendieran . . . ¡eso es amor! Estarás demostrando amor si ves a una persona tirada en la calle, ya sea porque se cayó o porque es anciana y, aunque no la conozcas, te nace levantarla y llevarla a un lugar donde pueda sentarse y ser atendida.
Un caso muy bonito ocurrió durante una de las rondas que acostumbraba salir los lunes a dar alimentos a más de 200 personas ancianas e indigentes que duermen, muchos de ellos, en la calle en cartones y a la intemperie. Una de las voluntarias de la ronda notó que una viejita estaba muy mal esa noche e hizo algo sorprendente. Con todas las incomodidades y molestias que puede significar atender a una viejita alcohólica, se la llevó a su casa y ahí la tuvo hasta que se recuperó. Esa acción nació de su corazón que, lleno de amor, tomó esta iniciativa sin que hubiera un precedente similar en nuestro grupo de voluntarios de la ronda. ¡Qué gran demostración de amor!
Los jóvenes exploradores y las muchachas guías tienen un lema muy bonito: "Siempre listos para servir". Ellos se imponen el requerimiento de hacer cada día por lo menos una buena acción. Esto se inspira en el Evangelio porque el cristiano debe estar siempre listo para servir.
Amar implica luchar por el bien del prójimo, del desconocido que toca las puertas de tu corazón pidiendo ayuda. Si puedes ayudar, debes hacerlo porque así estarás demostrando amor y agradando a Dios.
El amor es . . . luchar por tus ideales
Amar es sembrar un futuro maravilloso para las próximas generaciones. Por eso, muchacho, tú puedes ser un héroe para este tiempo presente y para el futuro si amas y te entregas de verdad por causas nobles y maravillosas. Las futuras generaciones, que tú no conoces y nunca conocerás serán las beneficiadas por lo que tú logres hoy con tu esfuerzo.
Un ejemplo sencillo pero significativo: los próceres de nuestra patria. La independencia de nuestro país se debió a las acciones de algunas personas que con visión del futuro y buscando el bien común lograron efectuar un cambio en la sociedad. Ellos se sacrificaron en su momento en favor de las generaciones futuras y sus actos trascendieron el tiempo, beneficiando a muchísimas personas.
Ahora estás educándote y preparándote bien para ser un buen profesional el día de mañana. Si te esfuerzas de verdad, tus actos van a repercutir más allá del tiempo presente y las próximas generaciones serán las beneficiadas. Si eres un buen profesional, buen patriota y, sobre todo, buen cristiano, yo te garantizo que tus actos van a trascender el tiempo para beneficiar a tu patria y repercutir en las próximas generaciones y en mucha gente que jamás llegarás a conocer.
El amor es . . . dar lo mejor de ti mismo
Amor no es dar mediocremente de lo que te sobra, aquello que simplemente no te hace falta. Amor es dar lo mejor de tu voluntad, inteligencia, corazón y sentimientos. Amor es darse con calidad, no con mediocridad.
¿Sabes por qué fracasan muchos matrimonios? Fracasan porque nunca aprenden a darse con calidad. Creen que amar significa simplemente convivir juntos sin esforzarse cada uno a dar lo mejor de sí mismo. Amar es dar lo mejor de uno mismo con calidad y fineza.
Jesucristo, nuestro Señor, lo entregó todo por ti. Derramó hasta la última gota de sangre por tu salvación. Cristo Jesús estableció los parámetros de lo que constituye un buen cristiano y es el mejor ejemplo de sacrificio, entrega total y amor sin límites.
El amor es . . . apreciar lo bueno de los demás y expresarlo
La persona que ama de verdad sabe expresar, sin reserva ni pena, las cosas buenas que observa en los demás. Esto es clave para mantener una buena amistad, un noviazgo o un buen matrimonio: decir las cosas positivas y lindas de la otra persona. La persona que ama está siempre buscando y descubriendo las cosas bellas y buenas que tienen los demás y siempre que puede se las dice . . . ¡eso es amor!
El amor es . . . compartir
Los seres humanos no fueron creados por Dios para vivir solos en el mundo. Ninguna persona debe creer que es una isla. Cada día se vive más próximo a los demás, en grandes ciudades congestionadas de otros seres humanos. No se puede vivir aislado, sin importar que existen tantos seres en este mundo necesitados de casi todos los elementos básicos para subsistir, como alimento, vivienda, vestido y sobre todo amor.
La persona que ama no es egoísta, sino consciente de que vive en un mundo donde hay mucha gente y donde todos son necesarios. El que ama comprende que él necesita a los demás y que los demás necesitan de él.
El amor es . . . superarse
La persona que ama de verdad está siempre desarrollando, auténtica e integralmente, todas sus cualidades porque sabe que mientras mejor esté puede servir más a los demás.
Dios te creó y te dotó de muchas cualidades, dones, virtudes y habilidades. Por eso, joven, desarrolla plenamente y al máximo tu potencial y ponte al servicio de los demás. El Señor necesita tus manos, conocimientos, inteligencia y toda tu persona para que el mundo sea un mejor lugar para vivir. Prepárate y supérate a conciencia para que seas un buen instrumento de Dios y puedas ayudarlo a mejorar el mundo y llenarlo de su amor
El amor es . . . reconocer y apreciar lo importante que eres
Nadie puede amar a otra persona si no se ama a sí mismo. La persona que ama reconoce y aprecia que él es un ser muy importante y valioso, que merece ser amado por sí mismo y por los demás porque es criatura de Dios. Cada uno debe ubicarse en su historia personal para descubrir cuál es la misión que Dios le ha encomendado realizar en este mundo. Bien centrada en la realización de quién es y a qué ha venido, la persona puede realizarse plenamente para que cuando se vaya de este mundo deje una hüella tan profunda que haga que el mundo sea mucho mejor de como lo encontró.
El amor es . . . comunicarse y dialogar
La persona que ama sabe comunicarse y dialogar. Para comunicarse hay que aprender a escuchar y atender lo que la otra persona está diciendo. Un fallo que observamos en muchas amistades, noviazgos y matrimonios es que no saben comunicarse y no han aprendido a desarrollar el diálogo.
El que ama sabe tratar bien a los demás y decir las palabras adecuadas en el momento apropiado. El que ama usa el lenguaje adecuado para cada oportunidad; no es vulgar en sus expresiones ni soez en el uso de las palabras. No concibo una persona que dice que ama y es vulgar, faltando el respeto a los demás. Tampoco concibo a una persona que no le importe quién esté delante en una fila y utilice un lenguaje burdo, soez, barato, poco fino y de poca altura.
Duele escuchar las quejas de muchos padres que dicen que su hijo no sólo es malcriado, sino que utiliza palabrotas muy feas que ofenden terriblemente. También duele escuchar a niños que se quejan de que su mamá y papá también usan un lenguaje muy sucio. Eso no es amor, sino un tremendo irrespeto a la persona humana.
Hay que aprender a cultivar el lenguaje más adecuado para tratar a todas las personas con amor y respeto, porque todos son hijos de Dios. Toda persona merece que se le trate como si fuera un rey o un príncipe, porque en toda persona está Dios y El es amor.
El amor es . . . trabajar en equipo y respetar las individualidades
El que ama no puede vivir pretendiendo ser autosuficiente y creyendo que lo sabe todo. Para poder trabajar en equipo hay que saber respetar a los demás y apreciar las cualidades propias, así como las que tienen las demás personas. El que ama no pretende hacer todo solo creyendo que los demás son unos ignorantes. La autosuficiencia es señal de ignorancia y cae mal en cualquier parte.
Nadie debe creer jamás que es Dios y que no necesita a los demás. Joven, aprende a trabajar en equipo y comprende que todas las personas también tienen dones y cualidades valiosas, lo mismo que tú. Con la ayuda de los demás podrás lograr muchas cosas más, para la mayor gloria de Dios.
El amor es . . . aceptar que cada persona es diferente
El que ama respeta la forma de pensar de los demás y comprende que cada persona es un ser individual, irrepetible y único; que no tiene que moldear a nadie a su medida. Si tienes amigos y amigas, novio o novia, respétalas porque no son iguales a ti. Como seres humanos, creados por Dios, merecen consideración, respeto y amor. Los sentimientos de amistad y amor no implican manipular ni poseer a otras personas como si fueras su dueño, sino respetar su individualidad y libertad. Cada persona tiene su propia forma de pensar y puede ser diferente a la tuya.
El que ama no absorbe a su amigo ni le impide que tenga otros amigos. Por qué vas tú a presionar a tu amigo o amiga para que piense o actúe como tú en todo. ¡Eso es egoísmo, no amor!
El amor es . . . dominar tus impulsos y agresividad
Hay muchos hogares que son un infierno porque todo se resuelve a base de discusiones, peleas y gritos. La actitud que prevalece es la agresividad y el dominio del más fuerte. Esto es muy triste e implica que no existe ni se cultiva mucho amor en el hogar.
Estas actitudes negativas que se viven en el hogar se reflejan posteriormente en las relaciones fuera de la casa. Entonces, dejamos de ser buenos, amables, corteses y considerados con los demás porque en nuestro vivir diario estamos expuestos a vivencias de odios y rencores. Tienes que superar esto y aprender a sembrar amor en cualquier lugar en que te encuentres.
El amor es . . . vivir en Dios
Dios es la fuente del amor y de la felicidad. No se puede pretender sentir y cultivar amor de verdad si no se conoce esa fuente maravillosa de amor y entrega que es Jesucristo, nuestro Señor.
Para aprender a amar de verdad, ama primero al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu inteligencia y con todas tus fuerzas. Ama también al prójimo como a ti mismo. (Mc 12.30-31) El que ama vive en Dios, porque . . . ¡Dios es amor!
Dios es amor. El que permanece en el Amor, en Dios permanece, y Dios en él. 1 Jn 16
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