Reflexiones Católicas Diarias
¡Mi vida católica!
Coraje para buscar el perdón
2 de julio de 2020
Jueves de la decimotercera semana de
lecturas del tiempo ordinario para hoy
Cuando Jesús vio su fe, le dijo al paralítico: "Ánimo, hija, tus pecados son perdonados". Mateo 9: 2b
Esta historia concluye con Jesús sanando al paralítico y diciéndole que "se levante, recoja su camilla y se vaya a casa". El hombre hace exactamente eso y la multitud está asombrada.
Hay dos milagros que suceden aquí. Uno es físico y el otro es espiritual. La espiritual es que los pecados de este hombre son perdonados. El físico es la curación de su parálisis.
¿Cuáles de estos milagros son más importantes? ¿Cuál crees que el hombre más deseaba?
Es difícil responder la segunda pregunta ya que no conocemos los pensamientos del hombre, pero la primera pregunta es fácil. La curación espiritual, el perdón de sus pecados, es de lejos el más importante de estos dos milagros. Es lo más significativo porque tiene consecuencias eternas para su alma.
Para la mayoría de nosotros, es fácil orarle a Dios por cosas como una curación física o similar. Puede que nos resulte bastante fácil pedirle favores y bendiciones a Dios. Pero, ¿qué tan fácil es para nosotros pedir perdón? Esto puede ser más difícil de hacer para muchos porque requiere un acto inicial de humildad de nuestra parte. Requiere que primero reconozcamos que somos pecadores que necesitamos perdón.
Reconocer nuestra necesidad de perdón requiere valor, pero este valor es una gran virtud y revela una gran fortaleza de carácter de nuestra parte. Venir a Jesús a buscar su misericordia y perdón en nuestras vidas es la oración más importante que podemos orar y el fundamento de todo el resto de nuestras oraciones.
Reflexiona hoy sobre cuán valiente eres al pedirle perdón a Dios y cuán humildemente estás dispuesto a reconocer tu pecado. Hacer un acto de humildad como este es una de las cosas más importantes que puedes hacer.
Señor, dame valor. Dame valor, especialmente, para humillarme ante Ti y reconocer todos mis pecados. En este humilde reconocimiento, ayúdame a buscar también tu perdón diario en mi vida. Jesús, confío en ti.
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