sábado, 4 de enero de 2020

El regalo más valioso de los magos



Templo de San Francisco - Celaya, Gto.
¡Buenos días, gente buena!
5 de enero, 2020
Epifanía del Señor A
Evangelio
Mt 2, 1-12
Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén y preguntaron: «¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo». Al enterarse, el rey Herodes quedó desconcertado y con él toda Jerusalén.

Entonces reunió a todos los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo, para preguntarles en qué lugar debía nacer el Mesías. «En Belén de Judea, –le respondieron–, porque así está escrito por el Profeta: "Y tú, Belén, tierra de Judá, ciertamente no eres la menor entre las principales ciudades de Judá, porque de ti surgirá un jefe que será el Pastor de mi pueblo, Israel"».

Herodes mandó llamar secretamente a los magos y después de averiguar con precisión la fecha en que había aparecido la estrella, los envió a Belén, diciéndoles: «Vayan e infórmense cuidadosamente acerca del niño, y cuando lo hayan encontrado, avísenme para que yo también vaya a rendirle homenaje».

Después de oír al rey, ellos partieron. La estrella que habían visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño. Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría, y al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones, oro, incienso y mirra.

Y como recibieron en sueños la advertencia de no regresar al palacio de Herodes, volvieron a su tierra por otro camino.
Palabra del Señor


El regalo más valioso de los magos es su propio viaje
La Epifanía es la fiesta de los buscadores de Dos, de los alejados, los que se han puesto en camino tras de su profeta interior, ante palabras como las de Isaías: “Levanta la cabeza y mira”. Dos palabras muy bellas: levanta, alza los ojos, mira hacia lo alto y en derredor, abre las ventanas de casa al gran respiro del mundo. Y mira, busca un, una esquina del cielo una estrella polar, y desde ahí interpreta la vida, a partir de objetivos Altos. El Evangelio relata la búsqueda de Dios como un viaje, al ritmo de la caravana, al paso de una pequeña comunidad: caminan juntos, atentos a las estrellas y atentos el uno al otro.

Observando el celo y juntos los ojos de quien camina al lado, atenuando el paso a la medida del otro, de quien se fatiga más. Luego el momento más sorprendente: el camino de los magos está lleno de errores: pierden la estrella, encuentran la gran ciudad en vez del pequeño caserío; pregunta por el niño a un asesino de niños; buscan un palacio real y encuentran una casa pobre. Pero tienen paciencia infinita para volver a comenzar. Nuestro drama no es caer sino rendirnos ante las caídas. Y entonces: vieron al niño en brazos de su madre, se postraron y le ofrecieron dones.

El don más precioso que traen los magos no es el oro, es su propio viaje. El don impagable son los meses trascurridos en búsqueda, andar y todavía ir tras un deseo más fuerte que el desierto y el cansancio. Dios desea que tengamos deseos de él. Dios tiene sed de nuestra sed: nuestro regalo más grande. Entrando, vieron al niño y a su madre y lo adoraron. Adoran a un niño. Lección misteriosa: no es el hombre de la cruz ni el resucitado glorioso ni es un hombre sabio con palabras de luz o un joven en la plenitud del vigor, simplemente un niño.

No solamente en Navidad Dios es como nosotros, no solo es el Dios-con-nosotros, sino que es un Dios pequeño entre nosotros. Y de él no puede haber temor, y de un niño que amas no te puedes alejar. Infórmense con cuidado del niño y háganmelo saber para que yo también vaya a adorarlo… Herodes, el asesino de sueños que se gestan, está dentro de nosotros, es el cinismo y el desprecio que destruyen sueños y esperanzas. Quisiera rescatar unas palabras de su profecía de muerte y repetirlas al amigo, al teólogo, al artista, al poeta, al científico, al hombre de la calle, a todos y cada uno: ¿Has encontrado al Niño? Te lo pido, sigue buscando, cuidadosamente, en la historia, en los libros, en el corazón de las cosas, en el Evangelio y en las personas; sigue buscando con cuidado, escrutando los abismos del cielo y los abismos dl corazón, y luego cuéntamelo, como se cuenta una historia de amor, para que también yo vaya a adorarlo, con mis sueño a salvo de todos los Herodes de la historia y del corazón.
¡Feliz Domingo!
¡Paz y Bien!

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