jueves, 16 de agosto de 2018

Cántico de Zacarías El Mesías y su Precursor





Cántico de Zacarías
El Mesías y su Precursor

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.


Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Benedictus, Ant. Santa virgen Beatriz, esposa de Cristo, madre y maestra de numerosas vírgenes: mereciste unirte ya para siempre con el Esposo celestial; intercede por nosotros ante el Señor, para que se digne dirigir nuestros pasos por el camino de la paz y de la santidad.

Preces

Unidos en común oración, en esta liturgia matutina, invocamos a Cristo, candor de la luz eterna y esplendor de la substancia del Padre, para que nos ayude a servirle en santidad y justicia durante todos los días de nuestra vida:
Santifica, Señor, a tu pueblo.

Cristo Señor, estrella de Jacob, sol de justicia, que quisiste hacerte preceder de María Inmaculada, concebida sin pecado, como aurora de la redención y estrella de la mañana, esplendente entre nieblas,
-ilumínanos con el esplendor de tu doctrina entre las tinieblas de este destierro.

Cristo, renovador del mundo, que escogiste, llamaste y preparaste bajo tu divino magisterio a tus apóstoles y a tus discípulos más íntimos para que fueran sal de la tierra y luz del mundo,
-asístenos con tu gracia, para que la sal no se corrompa y la luz no pierda su fuerza clarificadora.

Cristo, único Esposo de las vírgenes consagradas, que en la frente de tu fiel esposa santa Beatriz hiciste brillar una simbólica estrella en el momento en que llegaba a las nupcias celestiales,
-concédenos que resplandezca siempre en nuestra vida la luz de tu rostro.

Cristo, que nos exhortaste a velar sin descanso con las lámparas encendidas, viviendo sobria, justa y piadosamente en la ansiosa espera de la llegada del Esposo,
-convierte este día para nosotros en una jornada luminosa de amor, oración y laboriosidad vigilante.

Por la intercesión de tu esposa santa Beatriz, que, como virgen sabia y prudente, buscó sin cesar, en el retiro de la vida contemplativa, la luz y el calor de la verdadera sabiduría, 
-haz que progresemos de claridad en claridad, buscando el espíritu del Señor y su santa operación en todas nuestras tareas y ocupaciones.

Padre nuestro.

Oración
Oh Dios, que has distinguido a santa Beatriz de Silva por su altísima contemplación y su amor a la Concepción Inmaculada de María, concédenos, por su intercesión, vivir en inocencia, buscar las cosas de arriba y gozar de la dicha del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.

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