Posted: 29 Dec 2017 03:00 PM PST
Nuestra cultura está sufriendo una epidemia de soledad, aquí hay algunas cosas simples que puedes hacer para hacer amigos y dar más sentido a tu vida
El doctor Mehmet Oz ha descrito la repentina percepción de un sentimiento de soledad como parte de una creciente epidemia de soledad que aflige a nuestra cultura. Quizás hayas cambiado de domicilio recientemente y tengas más problemas de los esperados para conocer gente nueva.
Quizás te percatarás de que apenas conoces de verdad a la mayoría de tus “amigos” de las redes sociales. O quizás seas padre o madre por primera vez y te has dado cuenta de que tu grupo de apoyo es más pequeño de lo que necesitas. ¿Te sientes miserable, solo y perdido? La buena noticia es que en absoluto eres el único.
Pero es poco consuelo saber que hay muchos otros entre los que leen estas palabras que se sienten tan solos como tú. Así que aquí tienes diez formas para combatir la epidemia de soledad.
1. Pasa menos tiempo en las redes sociales
Empecemos con lo más obvio. Son agotadoras, roban tiempo y demasiado a menudo sustituyen el contacto humano directo, más genuino y enriquecedor. No hay duda de que las redes sociales cumplen su función para mantener el contacto, pero hay estudios que demuestran que un uso excesivo puede conducir a sentimientos de inseguridad, competitividad y envidia. También muestran que nos engañamos a nosotros mismos si pensamos que es algo que no puede sucedernos.
Pero lo que es más importante es que las redes sociales pueden crearnos sentimientos de engaño emocional, a pesar de nuestras decenas o centenares de “amigos”.
¿Dónde quedó esa charla distendida con un café, con esos chistes privados y el guiño de complicidad que despierta la risa? Los abrazos virtuales y los emojis no son sustitutos del acto real. Nos fatiga la constante ilusión pretendida, el fingimiento, el interminable reclamo de los selfies y de las actualizaciones de estado.
2. Con los amigos, mejor la calidad que la cantidad
La escritora Susan Eloise Hinton dijo una vez: “Si en toda tu vida tienes dos amigos, eres afortunado. Si tienes un buen amigo, eres más que afortunado”. Podemos abrir nuestros corazones a un amplio círculo de familiares, amigos y conocidos, pero nuestra gratitud se acentúa cuando encontramos y cultivamos unos pocos confidentes de verdad.
Un mejor amigo también puede ser un padre, un hermano o un cónyuge. Así que es posible que no tengas un gran grupo de amigos con los que quedar para hacer un brunch e intercambiar bromas e historias, o puede que no tengas un “mejor amigo” al uso, de esos que se conocen desde el colegio, pero lo cierto es que si existe otro ser humano con el que puedes aliviar tu corazón, con el que hay confianza, entonces la fortuna te sonríe.
Si no tienes este tipo de amistad, no te preocupes, ahí fuera hay alguien fantástico que necesita la compañía única que solo puede aportarle una persona como tú, y encontrarás a ese amigo cuando llegue el momento oportuno.
3. Lee obras clásicas y de calidad (y busca también buena música, series…)
C.S. Lewis solía decir: “Leo para saber que no estoy solo”. Ese es el poder de un buen libro. Es difícil sentir soledad o cualquier cosa por debajo de fantástico cuando te sumerges en un clásico como Orgullo y prejuicio o Las crónicas de Narnia, sentado junto a la chimenea o el brasero con una taza de chocolate caliente.
De repente, tu tiempo a solas se convierte en algo que saborear: con cada vuelta de página la satisfacción crece como la de un Hobbit en La Comarca. Además, si te sientes solo, ¿por qué no leer sobre grandes personajes solitarios? Jane Eyre, Robinson Crusoe y Pip, de Grandes esperanzas, están esperando para ser tus amigos.
Este consejo se aplica también a cualquier cosa que elijas ver o escuchar. Las series oscuras y crudas o los realities vacuos no están pensados para alimentar el alma, y es probable que te sientas insatisfecho cuando terminen.
Prueba con la serie Masterpiece Theatre para un poco de profundidad, o vuelve a los viejos y estupendos clásicos como La casa de la pradera, que te ayudan a ver el lado optimista de la vida, o quizás alguna comedia irreverente que te haga reír hasta que te duela el costado.
Escucha buena música que eleve tus sentidos.
4. Cultiva tus intereses personales
Como decía mi elocuente abuela: “Tienes que ser capaz de soportar tu propia compañía”. Así que aprende a conocer tus propios gustos y busca algo que te guste hacer ¡contigo! Puntos extra si consigues cultivar una afición o un interés que se practique a solas, porque habrás desarrollado estrategias para traer alegría donde la melancolía podría asentarse. Tal vez sepas tocar algún instrumento, o te gustaría aprender a hacer punto, escultura, pintura…
5. Practica la amabilidad con los desconocidos
Sostener la puerta para alguien y decir con ganas “por favor” y “gracias”, acompañado de un halago sincero si la ocasión lo pide, son cosas que pueden humanizar espléndidamente el día. Te recuerda que estás conectado a una gran comunidad más allá de ti mismo.
Nuestros ancestros iban al mercado y charlaban, conectaban con sus vecinos mientras vendían o compraban bienes. Todavía conservamos esta misma necesidad en nuestro interior, así que decir “que tenga un buen día” cuando salgas del banco o reconocer lo adorable que es el bebé de una mujer en el supermercado puede abrir el camino a la calidez de los demás, que seguramente responderán con la misma cordialidad.
Es difícil sentirse solo cuando acabas de intercambiar una charla positiva con cualquier persona de buen carácter.
6. Habla menos y haz más preguntas, escucha
Cuando estés tomando algo con un amigo o en una conversación telefónica, no te lances a parlotear, da prioridad a escuchar al otro y a hacer preguntas. Así se logran dos cosas: salir de ti mismo (un antídoto eficaz contra la soledad) y ¡contribuir a que tu amigo sienta ganas de llamarte de nuevo!
7. Únete a grupos que compartan tus intereses
Los amigos están donde se encuentren tus intereses. Yo conocí a mi madrina en una clase de flamenco. ¿Alguna vez has querido ir a clases de cocina o aprender francés o italiano? ¡Pues tu alma gemela también!
Incluso si no conoces a alguien con quien forjar una amistad para toda la vida, de todas formas estarás aprendiendo algo nuevo y combatiendo el aburrimiento. Venciendo al tedio derrotas a la melancolía.
8. Dona a una organización benéfica
Tu tiempo, tu talento o tu riqueza pueden marcar la diferencia en la vida de algún otro. Es imposible sentirse solo cuando se hace un gesto generoso. Ofrece tu tiempo como voluntario en un centro social o en un comedor social, vacía tu armario de esos abrigos en buen estado que ya no te pones y regálalos a un refugio, y dona a alguna causa digna, como Cáritas.
9. Ve a misa
¡Ea, ahí tienes compañía en gran cantidad y de la mejor clase! Y al ir a misa de forma regular conseguirás, con el tiempo, una familia eclesiástica, personas que rezarán por ti cuando estés teniendo una mala racha, y viceversa; personas verán crecer a tu familia y con los que compartirás oración durante años.
10. Practica obras de misericordia
Existen Obras de Misericordia Corporales y Obras Espirituales. Practícalas y estarás tan ocupado sintiéndote genuinamente satisfecho que no tendrás tiempo para sentirte solo.
Ten en cuenta que “visitar a los enfermos” incluye a los mayores, a personas que tal vez no estén enfermas, pero sí demasiado débiles como para que les dé mucho el aire. Estas personas luchan con la soledad constantemente y se preguntan si siguen siendo importantes en la vida, aunque sin duda tienen un lugar valioso en el mundo. ¡Así que ve a decírselo!
En vez de buscar tu árbol familiar en Internet, visita a los más ancianos de tu familia y pídeles que te cuenten historias de las suyas. Así les alegrarás el día y tú conocerás cosas nuevas de la tradición oral que intensificarán el sentido de tu identidad y tus orígenes.
11. Entra en Getsemaní
Cuando te sientas solo, reza, estés donde estés. Recuerda que todos los amigos de Cristo estaban dormidos cuando se sentía más aterrado y apenado. Hazle compañía con tus oraciones en ese solitario huerto de los olivos.
Fuente: Aleteia
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