Reflexión del evangelio de la misa del viernes 27 de enero de 2017
El hombre siembra su campo, y sin que él sepa cómo, la semilla germina y crece
Por: Mons. Enrique Diaz, Obispo Coadjutor de la Diocesis de San Cristobal de la Casas |
Lecturas:
Hebreos 10, 32-39: “Ustedes han soportado grandes luchas. No pierdan, pues, la confianza”
Salmo 36: “La salvación del justo es el Señor”
San Marcos 4, 26-34: “El hombre siembra su campo, y sin que él sepa cómo, la semilla germina y crece”
Alguien me decía que es muy curiosa la vida, que siempre devuelve lo que siembras, y esto lo refería sobre todo a las buenas acciones, a los favores que se hacen en silencio y a escondidas. “Cuando tú haces un favor, la vida siempre te lo devuelve doble”. Yo diría que Dios es tan generoso que nunca le podemos ganar en bondad y que cuando nosotros multiplicamos nuestras buenas acciones, Él siempre nos da mucho más de lo que nosotros podemos ofrecer.
Hay quien llama a esta realidad “cadena de favores”, siempre que se hace un favor, Dios nos lo multiplica y otras personas también hacen favores más adelante.
El ejemplo que hoy nos narra Jesús tiene mucho de esta apreciación. El hombre siembra su semilla, pero él no sabe cómo Dios le va dando crecimiento. Claro que si el hombre no siembra nada, no tendrá esperanzas de cosechar frutos. Todos nosotros podemos platicar experiencias de cómo una buena acción nuestra ha tenido repercusiones que ni nos hubiéramos imaginado.
Esta misma ocasión de que ustedes estén escuchando la palabra de Dios, ha brotado de la inquietud de un pequeño grupo de jóvenes que pedía una pequeña reflexión. Así se ha multiplicado y hoy llega hasta ustedes. El Señor da crecimiento a lo que nosotros hemos sembrado. Cada una de nuestras pequeñas acciones, tiene una repercusión y una trascendencia que ni siquiera podemos imaginar. De ahí la importancia de realizar con amor y entusiasmo cada una de nuestras pequeñas acciones, que el Señor se encargará de multiplicarlas.
El ejemplo del grano de mostaza lo hace más explícito porque nos enseña que las cosas pequeñas tienen importancia grande. La formación en la familia, la honradez en casa, la verdad en los trabajos, la justicia entre los cercanos… todas esas pequeñas cosas que están enlazadas con el saludo diario, con la sonrisa, con el entusiasmo y con la verdad, deberán crecer en amor porque Jesús les da crecimiento.
¿No es asombroso lo que podemos hacer aportando nuestro granito de mostaza? ¿Nos es asombrozo que el Señor multiplique tus dones, tus esfuerzos y tu generosidad? Haz con alegría y entusiasmo lo que tienes que hacer hoy, que el Señor lo multiplicará.
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