He concluido un emocionante libro de Benedicto XVI, el queridísimo Papa Emérito, sobre Los Padres de la Iglesia. En esta obra, el Papa explica cómo se elaboraron las grandes verdades de la fe. Encontramos respuestas a las preguntas que nos atormentan y a las que los mismos Padres se han enfrentado. ¡Su descubrimiento es motivo de sanación! Me he dado cuenta de lo mucho que sus escritos abordan las cuestiones vitales en un lenguaje concreto, incluidas las huellas de lo que constituye el punto de partida, el impacto de la Resurrección de Cristo. La vida patrística y la tradición sagrada de la Iglesia te permite un retorno a las fuentes que se revela como un medio para reapropiarse de las grandes expresiones de la fe cristiana.
Parece a priori imposible estudiar teología sin referirse a los Padres, que transcribieron gradualmente el contenido de la fe en Jesucristo, imbuidos y conducidos por el Espíritu Santo. La fe y las respuestas de estos santos pastores, tan cercanos a los apóstoles, la mayoría de ellos obispos de la Iglesia de los primeros siglos, y sus enseñanzas, nos presentan la correcta interpretación de las Sagradas Escrituras pero, sobre todo, son de un gran actualidad, y es muy aconsejable dar un paseo por los jardines de los Padres de la Iglesia para tener la satisfacción de reafirmarte en la fe y compartirla con los demás. Casi todos fueron testigos vivos del nacimiento de la Iglesia, le dieron su forma, la edificaron y su pensamiento moldeó el devenir del cristianismo ayudando a discernir a los primeros seguidores frente a cuestiones esenciales.
Los Padres de la Iglesia, por su predicación y sus escritos, influyeron en el desarrollo de la doctrina cristiana o en la formación del comportamiento cristiano, porque unieron en ellos las características constantes de la santidad de la vida, sabiduría y antigüedad. Sin mencionar que la cultura europea ha sido profundamente marcada por el cristianismo, y cuando queremos entender el mundo contemporáneo, es esencial aprender sobre lo que nuestra doctrina ha aportado.
Siento un profundo orgullo integrar esta Iglesia católica formada por tantos hombres y mujeres que han crecido en una fe firme y con unas enseñanzas profundas. Te ayuda a crecer conociendo y profundizando su doctrina que une lo teológico con lo pastoral, lo social con lo cultural y lo espiritual con lo catequético. El mensaje de la Iglesia, ayer y hoy, es de una actualidad indiscutible y la vida y la misión de los de ayer es un estímulo para los que vivimos hoy.
¡Te doy gracias, Señor, por la fe y la esperanza en esta Iglesia santa instituida por Ti que, formada por hombres pecadores, ha avanzado a lo largo de los siglos con el testimonio santo y la fe firme de tantos hombres y mujeres testimonio de tu verdad! ¡Te doy gracias por los pastores que condujeron a los primeros cristianos por la senda de la fe y de la vida, moldeando tu Iglesia, vivificando tu Palabra y tus enseñanzas y dando la vida tantas veces por seguir tu mensaje! ¡Te doy gracias, Señor, porque te irradiaban a Ti e invitaban a los gentes de su tiempo y los que vivimos hoy a seguirte! ¡Que sea capaz de aprender de ellos a vivir mi fe con autenticidad! ¡Te doy gracias por su santidad, por su fe, por sus enseñanzas y sus testimonios! ¡Que sea capaz de vivir buscando mi santidad en la vida ordinaria siguiendo su ejemplo! ¡Te doy gracias, Señor, por las enseñanzas de su vida de oración, de su espiritualidad y de su amor por la liturgia, ayúdame a abrir siempre mi corazón en la oración para conocerte mejor! ¡Te doy gracias, Señor, por su valentía en confrontar las herejías y los ataques contra la Iglesia, que sea motivo para que yo no me calle ante los desprecios y persecuciones que sufre tu Iglesia en este tiempo! ¡Te doy gracias, Señor, porque estos santos Padres fueron testimonio de concordia, de amor, de paz, de humildad, de generosidad, alejados de juicios y calumnias, ayúdame a mi a vivir siendo siempre coherente con mis palabras, mis gestos y mis obras! ¡Y al igual que los Padre fueron testigos de la Tradición concédeme la gracia de amar la riqueza cultural del cristianismo, mi celo apostólico y a esforzarme cada día a crecer en mi formación doctrinal y en mi vida espiritual!
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