sábado, 25 de marzo de 2017

​BAJO LA VIRTUD DEL ALTÍSIMO

BAJO LA VIRTUD DEL ALTÍSIMO Un extracto del libro “Contemplaciones Marianas” de Dom Augustin Guillerand, O.Cart. (monje cartujo) para reflexionar sobre la Anunciación de la Santísima Virgen María (25 de marzo). Seguido por el Angelus en latín y español.  

“El Espíritu Santo vendrá sobre ti y su poder te envolverá como una sombra”. Lc. 1:35.
 Al abrigo de esta sombra, bajo el velo de lo alto, el gran misterio se cumplirá: el Hijo de Dios tomará la carne de tu carne. Y él será la santidad misma, el objeto sagrado, la realidad sagrada completamente libre de la creación caída que se unirá a ésta para así elevarla; y estará unido a Dios para restablecer nuestra unión con él.
Así nacerá de María aquel a quien llamaremos el Hijo de Dios. Nacerá debido a una acción divina que será una misteriosa comunicación del pleno poderío de Dios. Y el agente de tal poder será el Espíritu Santo, el amor infinito. Todo procede de ahí.
La creación todopoderosa logrará realizar ahí su obra. El seno de esta Virgen pura entre todas, desprovista de todo y preparada por este desprendimiento para recibir al espíritu de amor, es el nuevo abismo en donde el Espíritu Santo hará surgir a la flor suprema y al sublime fruto de la tierra.  

Al igual que Adán, María está hecha del sedimento de la tierra. Toda creación inferior está en ella, y ella pondrá esta creación –obra del Espíritu de Dios- a disposición del Espíritu Santo, a fin de que éste pueda expresar la vida del Verbo hecho carne; y lo hará luego de haber manifestado sucesivamente las aguas superiores, las plantas, los animales y finalmente el cuerpo del hombre (Gn. 1:6 y ss.). Esta obra culmina en el hombre-Dios, quien anteriormente solo había sido esbozado. En ese momento se cierra el círculo que lo hizo partir de Dios y entrar en Dios.
Este reingreso se hace en María y por María. Es ahí [en ella] que se enlazan todas las cosas, en este ser que está hecho de las cosas [creadas] y de Dios;  en donde las cosas y Dios no son sino uno, aunque lo son sin fundirse ni perderse. El vientre de María es el abismo en donde entra todo y desde donde todo sale renovado.
El Espíritu Santo la posee. Ella es su esposa porque es hija del Padre; y lo es de manera plena porque ella es hija del Padre: está a su servicio, a su disposición. Él es su amo, ella es su sierva (Lc. 1:38).
“He aquí la sierva del Señor. ”
He aquí porqué desde el principio se complació en María. Esperó por la voluntad de ella y no actuó sino después de haberla obtenido. Y obtiene su voluntad mediante una acción en la inteligencia de ella que logra iluminarla (ibíd. 1:29):
“Ella se preguntó lo que tal saludo podría significar.”
La Virgen reflexiona, se pregunta en su interior lo que significa tal saludo del ángel, de dónde es que viene. Y el Espíritu Santo se suma a esta reflexión, responde a la pregunta del espíritu de María y le concede la luz que ella reclama (ibíd. 1:30):
“No temas. ”
El ángel primero le asegura que todo será obra de Dios y le da una señal (ibíd. 1:36):
“Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez.”
Le recuerda, además, el gran principio que domina toda la obra divina (ibíd. 1:37):
“No hay nada imposible para Dios.”
La interrogante que surge no es, por lo tanto, saber si se trata de algo normal o anormal sino si es Dios [o no], si la firma divina ha sido inscrita. La firma divina: ése es el milagro. El amor concede el milagro, luego reclama la adhesión, la sumisión. Le concede satisfacción a la razón y luego exige la entrega de la voluntad. Lo que la voluntad permite, el cuerpo lo realiza; es el instrumento que el Todopoderoso opera a su gusto.
                        + EL ANGELUS +
V. Angelus Domini nuntiavit Mariae.
R. Et concepit de Spiritu Sancto.
Ave Maria, gratia plena; Dominus tecum: benedicta tu in mulieribus, et benedictus fructus ventris tui Iesus. * Sancta Maria, Mater Dei ora pro nobis peccatoribus, nunc et in hora mortis nostrae. Amen.
V. Ecce ancilla Domini,
R. Fiat mihi secundum verbum tuum.
Ave Maria, gratia plena; Dominus tecum: benedicta tu in mulieribus, et benedictus fructus ventris tui Iesus. * Sancta Maria, Mater Dei ora pro nobis peccatoribus, nunc et in hora mortis nostrae. Amen.
V. Et Verbum caro factum est,
R. Et habitavit in nobis.
Ave Maria, gratia plena; Dominus tecum: benedicta tu in mulieribus, et benedictus fructus ventris tui Iesus.* Sancta Maria, Mater Dei ora pro nobis peccatoribus, nunc et in hora mortis nostrae. Amen.
V. Ora pro nobis, sancta Dei Genetrix,
R. Ut digni efficiamur promissionibus Christi.
Oremus. Gratiam tuam, quaesumus, Domine, mentibus nostris infunde; ut qui, Angelo nuntiante, Christi Filii tui incarnationem cognovimus, per passionem eius et crucem ad resurrectionis gloriam perducamur. Per eumdem Christum Dominum nostrum. R. Amen.
Traducción al Español
V: El Angel del Señor anunció a María.
R: Y concibió por obra del Espíritu Santo.
V: Dios te salve, María. Llena eres de gracia: El Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres. 

Y bendito es el fruto de tu vientre: Jesús.
R: Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
 V: He aqui la esclava del Señor.
R: Hagase en mi segun Tu palabra.
V: Dios te salve María….
R: Santa María….
V: Y el Verbo se hizo carne.
R: Y habito entre nosotros.
V: Dios te salve María….
R: Santa María….
V: Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
R: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.
V: Oremos. R. Derrama, Señor, Tu gracia en nuestros corazones; que habiendo conocido la Encarnación de Cristo, Tu Hijo, por la voz del Angel, por los meritos de Su Pasión y cruz seamos llevados a la gloria de la Resurrección. Por el mismo Cristo, Nuestro Señor. Amén.

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