lunes, 29 de mayo de 2023

Liturgia de las horas P. Paco Rebollo SIERVOS DEL DIVINO AMOR. OFICIO DE LECTURA, LAUDES, HORAS INTERMEDIAS, VÍSPERAS Y COMPLETAS. 30 DE MAYO MARTES VIII DEL T. ORDINARIO .

 





De la feria. Salterio IV

 

OFICIO DE LECTURA

 

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

 

V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza

 

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

 

Ant. Al Señor, al Dios grande, venid, adorémosle.

 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

 

Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.

 

Porque el Señor es un Dios grande,

soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las simas de la tierra,

son suyas las cumbres de los montes;

suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.

 

Venid, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.

 

Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

 

Durante cuarenta años

aquella generación me repugnó, y dije:

Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén

 

Ant. Al Señor, al Dios grande, venid, adorémosle.

 

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: ESPADA DE DOS FILOS

 

¡Espada de dos filos

es, Señor, tu palabra!

Penetra como fuego

y divide la entraña.

 

¡Nada como tu voz,

es terrible tu espada!

¡Nada como tu aliento,

es dulce tu palabra!

 

Tenemos que vivir

encendida la lámpara,

que para virgen necia

no es posible la entrada.

No basta con gritar

sólo palabras vanas,

ni tocar a la puerta

cuando ya está cerrada.

 

Espada de dos filos

que me cercena el alma,

que hiere a sangre y fuego

esta carne mimada,

que mata los ardores

para encender la gracia.

 

Vivir de tus incendios,

luchar por tus batallas,

dejar por los caminos

rumor de tus sandalias.

¡Espada de dos filos

es, Señor, tu palabra! Amén.

 

SALMODIA

 

Ant. 1. Mi grito, Señor, llegue hasta ti; no me escondas tu rostro.

 

Salmo 101 I - DESEOS Y SÚPLICAS DE UN DESTERRADO

 

Señor, escucha mi oración,

que mi grito llegue hasta ti;

no me escondas tu rostro

el día de la desgracia.

Inclina tu oído hacia mí;

cuando te invoco, escúchame en seguida.

 

Que mis días se desvanecen como humo,

mis huesos queman como brasas;

mi corazón está agostado como hierba,

me olvido de comer mi pan;

con la violencia de mis quejidos,

se me pega la piel a los huesos.

 

Estoy como lechuza en la estepa,

como búho entre ruinas;

estoy desvelado, gimiendo,

como pájaro sin pareja en el tejado.

Mis enemigos me insultan sin descanso;

furiosos contra mí, me maldicen.

 

En vez de pan, como ceniza,

mezclo mi bebida con llanto,

por tu cólera y tu indignación,

porque me alzaste en vilo y me tiraste;

mis días son una sombra que se alarga,

me voy secando como la hierba.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén

 

Ant. Mi grito, Señor, llegue hasta ti; no me escondas tu rostro.

 

Ant. 2. Escucha, Señor, las súplicas de los indefensos.

 

Salmo 101 II

 

Tú, en cambio, permaneces para siempre,

y tu nombre de generación en generación.

Levántate y ten misericordia de Sión,

que ya es hora y tiempo de misericordia.

 

Tus siervos aman sus piedras,

se compadecen de sus ruinas:

los gentiles temerán tu nombre,

los reyes del mundo, tu gloria.

 

Cuando el Señor reconstruya Sión,

y aparezca en su gloria,

y se vuelva a las súplicas de los indefensos,

y no desprecie sus peticiones,

quede esto escrito para la generación futura,

y el pueblo que será creado alabará al Señor:

 

Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario,

desde el cielo se ha fijado en la tierra,

para escuchar los gemidos de los cautivos

y librar a los condenados a muerte,

 

para anunciar en Sión el nombre del Señor,

y su alabanza en Jerusalén,

cuando se reúnan unánimes los pueblos

y los reyes para dar culto al Señor.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén

 

Ant. Escucha, Señor, las súplicas de los indefensos.

 

Ant. 3. Tú, Señor, cimentaste la tierra, y el cielo es obra de tus manos.

 

Salmo 101 III

 

El agotó mis fuerzas en el camino,

acortó mis días;

 

y yo dije: «Dios mío, no me arrebates

en la mitad de mis días.»

 

Tus años duran por todas las generaciones:

al principio cimentaste la tierra,

y el cielo es obra de tus manos.

 

Ellos perecerán, tú permaneces,

se gastarán como la ropa,

serán como un vestido que se muda.

Tú, en cambio, eres siempre el mismo,

tus años no se acabarán.

 

Los hijos de tus siervos vivirán seguros,

su linaje durará en tu presencia.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén

 

Ant. Tú, Señor, cimentaste la tierra, y el cielo es obra de tus manos.

 

V. Escucha, pueblo mío, mi enseñanza.

R. Inclina el oído a las palabras de mi boca.

 

PRIMERA LECTURA

De la primera carta a los Corintios 15, 20-34

 

LA RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS

 

Hermanos: Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Lo mismo que por un hombre hubo muerte, por otro hombre hay resurrección de los muertos. Y lo mismo que en Adán todos mueren, en Cristo todos serán llamados de nuevo a la vida. Pero cada uno en su puesto: primero, Cristo; después, en su Parusía, los de Cristo. Después será la consumación: cuando devuelva el reino a Dios Padre, después de aniquilar todo principado, poder y fuerza.

 

Pues él debe reinar hasta poner todos sus enemigos bajo sus pies. El último enemigo aniquilado será la muerte. Porque ha sometido todas las cosas bajo sus pies. Mas cuando él dice que «todo está sometido», es evidente que se excluye a aquel que ha sometido a él todas las cosas. Cuando hayan sido sometidas a él todas las cosas, entonces también el Hijo se someterá a aquel que ha sometido a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todo.

 

De no ser así, ¿a qué viene el bautizarse por los muertos? Si los muertos no resucitan en manera alguna, ¿por qué bautizarse por ellos? Y nosotros mismos, ¿por qué nos ponemos en peligro a todas horas? Os juro, hermanos, por el orgullo que siento por vosotros en Cristo Jesús, Señor nuestro, que cada día estoy en peligro de muerte. Si por motivos humanos luché en Éfeso contra las bestias, ¿qué provecho saqué? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, que mañana moriremos. No os engañéis: «Las malas compañías corrompen las buenas costumbres.» Despertaos, como conviene, y no pequéis; que hay entre vosotros quienes desconocen a Dios. Para vergüenza vuestra lo digo.

 

RESPONSORIO 1Co 15, 25-26; cf. Ap 20, 13. 14

 

R. Cristo debe reinar hasta que Dios ponga todos sus enemigos bajo sus pies. * El último enemigo aniquilado será la muerte.

V. Entonces la muerte y el hades devolverán los muertos, y la muerte y el hades serán arrojados al lago de fuego.

R. El último enemigo aniquilado será la muerte.

 

SEGUNDA LECTURA

Del Tratado de san Ambrosio, obispo, Sobre los misterios.

(Núms. 12-16. 19: SC 25 bis, 162-164)

 

TODAS ESTAS COSAS LES ACONTECÍAN A ELLOS EN FIGURA

 

Te enseña el Apóstol que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube, que todos atravesaron el mar y todos fueron bautizados en Moisés por la nube y el mar. Y en el cántico de Moisés leemos: Sopló tu aliento y los cubrió el mar. Te das cuenta de que el paso del mar Rojo por los hebreos era ya una figura del santo bautismo, ya que en él murieron los egipcios y escaparon los hebreos. Esto mismo nos enseña cada día este sacramento, a saber, que en él queda sumergido el pecado y destruido el error, y en cambio la piedad y la inocencia lo atraviesan indemnes.

 

Oyes cómo nuestros padres estuvieron bajo la nube, y una nube ciertamente beneficiosa, ya que refrigeraba los ardores de las pasiones carnales; la nube que los cubría era el Espíritu Santo. Él vino después sobre la Virgen María, y la virtud del Altísimo la cubrió con su sombra, cuando engendró al Redentor del género humano. Y aquel milagro en tiempo de Moisés aconteció en figura. Si, pues, en la figura estaba el Espíritu, ¿no estará en la verdad, siendo así que la Escritura te enseña que la ley se nos dio por mediación de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han venido por Jesucristo?

 

El agua de Mara era amarga, pero Moisés echó en ella un madero y se volvió dulce. De modo semejante, el agua, sin la proclamación de la cruz del Señor, no sirve en absoluto para la salvación; pero cuando ha sido consagrada por el misterio de la cruz salvadora, entonces se vuelve apta para el baño espiritual y para la bebida saludable. Pues del mismo modo que Moisés, el profeta, echó un madero en aquella agua, así ahora el sacerdote echa en ésta la proclamación de la cruz del Señor y el agua se vuelve dulce para la gracia.

 

No creas, pues, solamente lo que ven tus ojos corporales; más segura es la visión de lo invisible, porque lo que se ve es temporal, lo que no se ve eterno. La visión interna de la mente es superior a la mera visión ocular.

 

Finalmente, aprende lo que te enseña una lectura del libro de los Reyes. Naamán era sirio y estaba leproso, sin que nadie pudiera curarlo. Entonces, una jovencita de entre los cautivos explicó que en Israel había un profeta que podía limpiarlo de la infección de la lepra. Naamán, habiendo tomado oro y plata, se fue a ver al rey de Israel. Éste, al saber el motivo de su venida, rasgó sus vestiduras, diciendo que le buscaban querella al pedirle una cosa que no estaba en su regio poder. Pero Elíseo mandó decir al rey que le enviase al sirio, para que supiera que había un Dios en Israel. Y cuando vino a él, le mandó que se sumergiera siete veces en el río Jordán. Entonces Naamán empezó a decirse a sí mismo que eran mejores las aguas de los ríos de su patria, en los cuales se había bañado muchas veces sin que lo hubiesen limpiado de su lepra, y se marchaba de allí sin hacer lo que le había dicho el profeta. Pero sus siervos lo persuadieron por fin y se bañó, y, al verse curado, entendió al momento que lo que purifica no es el agua, sino el don de Dios.

 

Él dudó antes de ser curado; pero tú, que ya estás curado, no debes dudar.

 

RESPONSORIO Sal 77, 52. 53; 1Co 10, 2

 

R. Sacó el Señor como un rebaño a su pueblo, los condujo seguros, sin alarmas; * mientras el mar cubría a sus enemigos.

V. Todos fueron bautizados en Moisés por la nube y el mar.

R. Mientras el mar cubría a sus enemigos.

 

ORACIÓN.

 

OREMOS,

Dirige, Señor, la marcha del mundo, según tu voluntad, por los caminos de la paz, y que tu Iglesia se regocije con la alegría de tu servicio. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

LAUDES

(Oración de la mañana)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Señor, abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

 

INVITATORIO

 

Ant. Al Señor, al Dios grande, venid, adorémosle.

 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

 

Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.

 

Porque el Señor es un Dios grande,

soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las simas de la tierra,

son suyas las cumbres de los montes;

suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.

 

Venid, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.

 

Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

 

Durante cuarenta años

aquella generación me repugnó, y dije:

Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén

 

Ant. Al Señor, al Dios grande, venid, adorémosle.

 

Himno: ESTÁTE, SEÑOR, CONMIGO.

 

Estáte, Señor, conmigo

siempre, sin jamás partirte,

y cuando decidas irte,

llévame, Señor, contigo;

porque el pensar que te irás

me causa un terrible miedo

de si yo sin ti me quedo,

de si tú sin mí te vas.

 

Llévame, en tu compañía

donde tu vayas, Jesús,

porque bien sé que eres tú

la vida del alma mía;

si tú vida no me das

yo sé que vivir no puedo,

ni si yo sin ti me quedo,

ni si tú sin mí te vas.

 

Por eso, más que a la muerte

temo, Señor, tu partida,

y quiero perder la vida

mil veces más que perderte;

pues la inmortal que tú das,

sé que alcanzarla no puedo,

cuando yo sin ti me quedo,

cuando tú sin mí te vas. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant. 1. Para ti es mi música, Señor; voy a explicar el camino perfecto.

 

Salmo 100 - PROPÓSITO DE UN PRÍNCIPE JUSTO

 

Voy a cantar la bondad y la justicia,

para ti es mi música, Señor;

voy a explicar el camino perfecto:

¿Cuándo vendrás a mí?

 

Andaré con rectitud de corazón

dentro de mi casa;

no pondré mis ojos

en intenciones viles.

 

Aborrezco al que obra mal,

no se juntará conmigo;

lejos de mí el corazón torcido,

no aprobaré al malvado.

 

Al que en secreto difama a su prójimo

lo haré callar;

ojos engreídos, corazones arrogantes

no los soportaré.

 

Pongo mis ojos en los que son leales,

ellos vivirán conmigo;

el que sigue un camino perfecto,

ése me servirá.

 

No habitará en mi casa

quien comete fraudes;

el que dice mentiras

no durará en mi presencia.

 

Cada mañana haré callar

a los hombres malvados,

para excluir de la ciudad del Señor

a todos los malhechores.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén

 

Ant. Para ti es mi música, Señor; voy a explicar el camino perfecto.

 

Ant. 2. No nos desampares, Señor, para siempre.

 

Cántico: ORACIÓN DE AZARÍAS EN EL HORNO Dn 3, 26-27. 29. 34-41

 

Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres,

digno de alabanza y glorioso es tu nombre.

 

Porque eres justo en cuanto has hecho con nosotros

y todas tus obras son verdad,

y rectos tus caminos,

y justos todos tus juicios.

 

Hemos pecado y cometido iniquidad

apartándonos de ti, y en todo hemos delinquido.

Por el honor de tu nombre,

no nos desampares para siempre,

no rompas tu alianza,

no apartes de nosotros tu misericordia.

 

Por Abraham, tu amigo,

por Isaac, tu siervo,

por Israel, tu consagrado,

a quienes prometiste

multiplicar su descendencia

como las estrellas del cielo,

como la arena de las playas marinas.

 

Pero ahora, Señor, somos el más pequeño

de todos los pueblos;

hoy estamos humillados por toda la tierra

a causa de nuestros pecados.

 

En este momento no tenemos príncipes,

ni profetas, ni jefes;

ni holocausto, ni sacrificios,

ni ofrendas, ni incienso;

ni un sitio donde ofrecerte primicias,

para alcanzar misericordia.

 

Por eso, acepta nuestro corazón contrito,

y nuestro espíritu humilde,

como un holocausto de carneros y toros

o una multitud de corderos cebados;

 

que éste sea hoy nuestro sacrificio,

y que sea agradable en tu presencia:

porque los que en ti confían

no quedan defraudados.

 

Ahora te seguimos de todo corazón,

te respetamos y buscamos tu rostro.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén

 

Ant. No nos desampares, Señor, para siempre.

 

Ant. 3. Te cantaré, Dios mío, un cántico nuevo.

 

Salmo 143, 1-10 - ORACIÓN POR LA VICTORIA Y POR LA PAZ

 

Bendito el Señor, mi Roca,

que adiestra mis manos para el combate,

mis dedos para la pelea;

 

mi bienhechor, mi alcázar,

baluarte donde me pongo a salvo,

mi escudo y mi refugio,

que me somete los pueblos.

 

Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él?

¿Qué los hijos de Adán para que pienses en ellos?

El hombre es igual que un soplo;

sus días, una sombra que pasa.

 

Señor, inclina tu cielo y desciende,

toca los montes, y echarán humo,

fulmina el rayo y dispérsalos,

dispara tus saetas y desbarátalos.

 

Extiende la mano desde arriba:

defiéndeme, líbrame de las aguas caudalosas,

de la mano de los extranjeros,

cuya boca dice falsedades,

cuya diestra jura en falso.

 

Dios mío, te cantaré un cántico nuevo,

tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:

para ti que das la victoria a los reyes,

y salvas a David, tu siervo.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén

 

Ant. Te cantaré, Dios mío, un cántico nuevo.

 

LECTURA BREVE Is 55, 1

 

Oíd, sedientos todos, acudid por agua, también los que no tenéis dinero: venid, comprad trigo, comed sin pagar: vino y leche de balde.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. Escucha mi voz, Señor; espero en tu palabra.

R. Escucha mi voz, Señor; espero en tu palabra.

 

V. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.

R. Espero en tu palabra.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Escucha mi voz, Señor; espero en tu palabra.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. De la mano de nuestros enemigos, líbranos, Señor.

 

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79

 

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

porque ha visitado y redimido a su pueblo.

suscitándonos una fuerza de salvación

en la casa de David, su siervo,

según lo había predicho desde antiguo

por boca de sus santos profetas:

 

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos

y de la mano de todos los que nos odian;

ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,

recordando su santa alianza

y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

 

Para concedernos que, libres de temor,

arrancados de la mano de los enemigos,

le sirvamos con santidad y justicia,

en su presencia, todos nuestros días.

 

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,

porque irás delante del Señor

a preparar sus caminos,

anunciando a su pueblo la salvación,

el perdón de sus pecados.

 

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,

nos visitará el sol que nace de lo alto,

para iluminar a los que viven en tiniebla

y en sombra de muerte,

para guiar nuestros pasos

por el camino de la paz.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén

 

Ant. De la mano de nuestros enemigos, líbranos, Señor.

 

PRECES

 

Dios nos otorga el gozo de poder alabarlo en este comienzo del día, reavivando con ello nuestra esperanza. Invoquémosle, pues, diciendo:

 

Por el honor de tu nombre, escúchanos, Señor.

 

Dios y Padre de nuestro Salvador Jesucristo,

te damos gracias porque, por mediación de tu Hijo, nos has dado el conocimiento y la inmortalidad.

 

Danos, Señor, un corazón humilde

para que vivamos sujetos unos a otros en el temor de Cristo.

 

Infunde tu Espíritu en nosotros, tus siervos,

para que nuestro amor fraterno sea sin fingimiento.

 

Tú que has dispuesto que el hombre dominara el mundo con su esfuerzo,

haz que nuestro trabajo te glorifique y santifique a nuestros hermanos.

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

 

Ya que Dios nos muestra siempre su amor de Padre, velando amorosamente por nosotros, nos atrevemos a decir:

 

Padre nuestro...

 

ORACIÓN

 

Aumenta, Señor, nuestra fe, para que esta alabanza que brota de nuestro corazón vaya siempre acompañada de frutos de vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

HORA TERCIA

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA

 

El trabajo, Señor, de cada día

nos sea por tu amor santificado,

convierte su dolor en alegría

de amor, que para dar tú nos has dado.

 

Paciente y larga es nuestra tarea

en la noche oscura del amor que espera;

dulce huésped del alma, al que flaquea

dale tu luz, tu fuerza que aligera.

 

En el alto gozoso del camino,

demos gracias a Dios, que nos concede

la esperanza sin fin del don divino;

todo lo puede en él quien nada puede. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant. 1. Llamé, y él me respondió.

 

Salmo 119 - DESEO DE LA PAZ

 

En mi aflicción llamé al Señor,

y él me respondió.

Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,

de la lengua traidora.

 

¿Qué te va a dar o a mandar Dios,

lengua traidora?

Flechas de arquero, afiladas

con ascuas de retama.

 

¡Ay de mí, desterrado en Masac,

acampado en Cadar!

Demasiado llevo viviendo

con los que odian la paz;

cuando yo digo: «Paz»,

ellos dicen: «Guerra».

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Llamé, y él me respondió.

 

Ant. 2. El Señor guarda tus entradas y salidas.

 

Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.

 

Levanto mis ojos a los montes:

¿de dónde me vendrá el auxilio?

El auxilio me viene del Señor,

que hizo el cielo y la tierra.

 

No permitirá que resbale tu pie,

tu guardián no duerme;

no duerme ni reposa

el guardián de Israel.

 

El Señor te guarda a su sombra,

está a tu derecha;

de día el sol no te hará daño,

ni la luna de noche.

 

El Señor te guarda de todo mal,

él guarda tu alma;

el Señor guarda tus entradas y salidas,

ahora y por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El Señor guarda tus entradas y salidas.

 

Ant. 3. Me he alegrado por lo que me dijeron.

 

Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN

 

¡Qué alegría cuando me dijeron:

«Vamos a la casa del Señor»!

Ya están pisando nuestros pies

tus umbrales, Jerusalén.

 

Jerusalén está fundada

como ciudad bien compacta.

Allá suben las tribus,

las tribus del Señor,

 

según la costumbre de Israel,

a celebrar el nombre del Señor;

en ella están los tribunales de justicia

en el palacio de David.

 

Desead la paz a Jerusalén:

«Vivan seguros los que te aman,

haya paz dentro de tus muros,

seguridad en tus palacios.»

 

Por mis hermanos y compañeros,

voy a decir: «La paz contigo.»

Por la casa del Señor, nuestro Dios,

te deseo todo bien.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Me he alegrado por lo que me dijeron.

 

LECTURA BREVE 1Jn 3,17-18

 

Si un rico en bienes de fortuna ve a su hermano pasar necesidad y, hombre sin entrañas, le niega su socorro, ¿cómo es posible que more en él el amor de Dios? Hijitos míos, no amemos con palabras ni con la lengua, sino con las obras y de verdad.

 

V. Dichoso el que se apiada y presta.

R. El recuerdo del justo será perpetuo.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Dios todopoderoso y eterno, que a la hora de tercia enviaste tu Espíritu Paráclito a los apóstoles, derrama también sobre nosotros ese Espíritu de amor para que demos siempre fiel testimonio ante los hombres de aquel amor que es el distintivo de los discípulos de tu Hijo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Amén

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

HORA SEXTA

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: ESTE MUNDO DEL HOMBRE EN QUE ÉL SE AFANA.

 

Este mundo del hombre en que él se afana

tras la felicidad que tanto ansía,

tú lo vistes, Señor, de luz temprana

y de radiante sol al mediodía.

 

Así el poder de tu presencia encierra

el secreto más hondo de esta vida;

un nuevo cielo y una nueva tierra

colmarán nuestro anhelo sin medida.

 

Poderoso Señor de nuestra historia,

no tardes en venir gloriosamente;

tu luz resplandeciente y tu victoria

inunden nuestra vida eternamente. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant. 1. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.

 

Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO

 

A ti levanto mis ojos,

a ti que habitas en el cielo.

Como están los ojos de los esclavos

fijos en las manos de sus señores,

 

como están los ojos de la esclava

fijos en las manos de su señora,

así están nuestros ojos

en el Señor, Dios nuestro,

esperando su misericordia.

 

Misericordia, Señor, misericordia,

que estamos saciados de desprecios;

nuestra alma está saciada

del sarcasmo de los satisfechos,

del desprecio de los orgullosos.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.

 

Ant. 2. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

 

Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR

 

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte

-que lo diga Israel-,

si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,

cuando nos asaltaban los hombres,

nos habrían tragado vivos:

tanto ardía su ira contra nosotros.

 

Nos habrían arrollado las aguas,

llegándonos el torrente hasta el cuello;

nos habrían llegado hasta el cuello

las aguas espumantes.

 

Bendito el Señor, que no nos entregó

como presa a sus dientes;

hemos salvado la vida como un pájaro

de la trampa del cazador:

la trampa se rompió y escapamos.

 

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,

que hizo el cielo y la tierra.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

 

Ant. 3. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.

 

Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.

 

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:

no tiembla, está asentado para siempre.

 

Jerusalén está rodeada de montañas,

y el Señor rodea a su pueblo

ahora y por siempre.

 

No pesará el cetro de los malvados

sobre el lote de los justos,

no sea que los justos extiendan

su mano a la maldad.

 

Señor, concede bienes a los buenos,

a los sinceros de corazón;

y a los que se desvían por sendas tortuosas,

que los rechace el Señor con los malhechores.

¡Paz a Israel!

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.

 

LECTURA BREVE Dt 30, 11. 14

 

El precepto que yo te mando hoy no es cosa que te exceda, ni inalcanzable; el mandamiento está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca. Cúmplelo.

 

V. Lámpara es tu palabra para mis pasos, Señor.

R. Luz en mi sendero.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Dios nuestro, que revelaste a Pedro tu plan de salvar a todas las naciones, danos tu gracia para que todas nuestras acciones sean agradables a tus ojos y útiles a tu designio de amor y salvación universal. Por Cristo nuestro Señor.

Amén

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

HORA NONA

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: OH JESÚS, QUE EN TU CRUZ HAS DEMOSTRADO

 

Oh Jesús, que en tu cruz has demostrado

tu gran amor, tu gran misericordia,

y tu fuerza nos das para seguirte

por el mismo camino hacia la gloria.

 

Que fielmente cumplamos en tu Iglesia

nuestra parte en tu obra salvadora,

y, al llegar a la tarde de la vida,

en gozo eterno el Padre nos acoja.

 

Gracias, Padre, a ti porque nos llamas,

a Jesús, que en su sangre nos redime,

y al Espíritu Santo, luz y guía

de este pueblo que al cielo se dirige. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant. 1. Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica.

 

Salmo 118, 137-144

 

Señor, tú eres justo,

tus mandamientos son rectos;

has prescrito leyes justas

sumamente estables;

me consume el celo,

porque mis enemigos olvidan tus palabras.

 

Tu promesa es acrisolada,

y tu siervo la ama;

soy pequeño y despreciable,

pero no olvido tus decretos;

tu justicia es justicia eterna,

tu voluntad es verdadera.

 

Me asaltan angustias y aprietos,

tus mandatos son mi delicia;

la justicia de tus preceptos es eterna,

dame inteligencia y tendré vida.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica.

 

Ant. 2. Llegue, Señor, hasta ti mi súplica.

 

Salmo 87 I - ORACIÓN DE UN HOMBRE GRAVEMENTE ENFERMO

 

Señor, Dios mío, de día te pido auxilio,

de noche grito en tu presencia;

llegue hasta ti mi súplica,

inclina tu oído a mi clamor.

 

Porque mi alma está colmada de desdichas,

y mi vida está al borde del abismo;

ya me cuentan con los que bajan a la fosa,

soy como un inválido.

 

Tengo mi cama entre los muertos,

como los caídos que yacen en el sepulcro,

de los cuales ya no guardas memoria,

porque fueron arrancados de tu mano.

 

Me has colocado en lo hondo de la fosa,

en las tinieblas del fondo;

tu cólera pesa sobre mí,

me echas encima todas tus olas.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Llegue, Señor, hasta ti mi súplica.

 

Ant. 3. Todo el día te estoy invocando, Señor, no me escondas tu rostro.

 

Salmo 87 II

 

Has alejado de mí a mis conocidos,

me has hecho repugnante para ellos:

encerrado, no puedo salir,

y los ojos se me nublan de pesar.

 

Todo el día te estoy invocando,

tendiendo las manos hacia ti.

¿Harás tú maravillas por los muertos?

¿Se alzarán las sombras para darte gracias?

 

¿Se anuncia en el sepulcro tu misericordia,

o tu fidelidad en el reino de la muerte?

¿Se conocen tus maravillas en la tiniebla

o tu justicia en el país del olvido?

 

Pero yo te pido auxilio,

por la mañana irá a tu encuentro mi súplica.

¿Por qué, Señor, me rechazas

y me escondes tu rostro?

 

Desde niño fui desgraciado y enfermo,

me doblo bajo el peso de tus terrores,

pasó sobre mí tu incendio,

tus espantos me han consumido:

 

me rodean como las aguas todo el día,

me envuelven todos a una;

alejaste de mí amigos y compañeros:

mi compañía son las tinieblas.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Todo el día te estoy invocando, Señor, no me escondas tu rostro.

 

LECTURA BREVE Is 55, 10-11

 

Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía; sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo.

 

V. El Señor envía su mensaje a la tierra.

R. Y su palabra corre veloz.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Dios nuestro, que enviaste un ángel al centurión Cornelio para que le revelara el camino de la salvación, ayúdanos a trabajar cada día con mayor entrega en la salvación de los hombres, para que, junto con todos nuestros hermanos, incorporados a la Iglesia de tu Hijo, podamos llegar a ti. Por Cristo nuestro Señor.

Amén

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

VÍSPERAS

Oración de la tarde

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: TÚ QUE ERES CRISTO, EL ESPLENDOR Y EL DÍA.

 

Tú que eres, Cristo, el esplendor y el día,

y de la noche ahuyentas las tinieblas,

Luz de Luz que a tus fieles

cual luz te manifiestas,

 

te pedimos, Señor, humildemente

esta noche que estés de centinela,

en ti hallemos reposo

y la paz nos concedas.

 

Si se entregan al sueño nuestros ojos,

en ti vigile el corazón alerta,

y rogamos tus hijos,

Señor, que nos protejas.

 

Defensor nuestro, míranos, rechaza

al enemigo cruel que nos acecha

y, a quienes redimiste

con tu sangre, gobierna.

 

A ti, Cristo, Señor del universo,

y a ti, Padre, alabanza dondequiera,

y al Amor, por los siglos

loores. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant. 1. Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me paralice la mano derecha.

 

Salmo 136, 1-6 - JUNTO A LOS CANALES DE BABILONIA.

 

Junto a los canales de Babilonia

nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión;

en los sauces de sus orillas

colgábamos nuestras cítaras.

 

Allí los que nos deportaron

nos invitaban a cantar;

nuestros opresores, a divertirlos:

«Cantadnos un cantar de Sión.»

 

¡Cómo cantar un cántico del Señor

en tierra extranjera!

Si me olvido de ti, Jerusalén,

que se me paralice la mano derecha;

 

que se me pegue la lengua al paladar

si no me acuerdo de ti,

si no pongo a Jerusalén

en la cumbre de mis alegrías.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén

 

Ant. Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me paralice la mano derecha.

 

Ant. 2. Te doy gracias, Señor, delante de los ángeles.

 

Salmo 137 - HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DE UN REY

 

Te doy gracias, Señor, de todo corazón;

delante de los ángeles tañeré para ti,

me postraré hacia tu santuario,

daré gracias a tu nombre;

 

por tu misericordia y tu lealtad,

porque tu promesa supera a tu fama;

cuando te invoqué, me escuchaste,

acreciste el valor en mi alma.

 

Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra

al escuchar el oráculo de tu boca;

canten los caminos del Señor,

porque la gloria del Señor es grande.

 

El Señor es sublime, se fija en el humilde,

y de lejos conoce al soberbio.

 

Cuando camino entre peligros,

me conservas la vida;

extiendes tu izquierda contra la ira de mi enemigo,

y tu derecha me salva.

 

El Señor completará sus favores conmigo:

Señor, tu misericordia es eterna,

no abandones la obra de tus manos.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén

 

Ant. Te doy gracias, Señor, delante de los ángeles.

 

Ant. 3. Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.

 

Cántico: HIMNO A DIOS CREADOR Ap 4, 11; 5, 9-10. 12

 

Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria,

el honor y el poder,

porque tú has creado el universo;

porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

 

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,

porque fuiste degollado

y por tu sangre compraste para Dios

hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;

y has hecho de ellos para nuestro Dios

un reino de sacerdotes

y reinan sobre la tierra.

 

Digno es el Cordero degollado

de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,

la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén

 

Ant. Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.

 

LECTURA BREVE Col 3, 16

 

Que la palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de todo corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor.

R. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor.

 

V. De alegría perpetua a tu derecha.

R. En tu presencia, Señor.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Haz, Señor, obras grandes por nosotros, porque tú eres poderoso y tu nombre es santo.

 

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

 

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;

porque ha mirado la humillación de su esclava.

 

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:

su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.

 

El hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

 

Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de su misericordia

-como lo había prometido a nuestros padres-

en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén

 

Ant. Haz, Señor, obras grandes por nosotros, porque tú eres poderoso y tu nombre es santo.

 

PRECES

 

Invoquemos a Cristo, que da fuerza y poder a su pueblo, diciendo:

 

Señor, escúchanos.

 

Cristo, fortaleza nuestra, concede a todos tus fieles, a quienes has llamado a la luz de tu verdad,

que tengan siempre fidelidad y constancia.

 

Haz, Señor, que los que gobiernan el mundo lo hagan conforme a tu querer,

y que sus decisiones vayan encaminadas a la consecución de la paz.

 

Tú que con cinco panes saciaste a la multitud,

enséñanos a socorrer con nuestros bienes a los hambrientos.

 

Que los que tienen en su mano los destinos de los pueblos no cuiden sólo del bienestar de su nación,

sino que piensen también en los otros pueblos.

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

 

Cuando vengas en tu día a ser glorificado en los santos,

da a nuestros hermanos difuntos la resurrección y la vida feliz.

 

Todos juntos, en familia, repitamos las palabras que nos enseñó Jesús, y oremos al Padre diciendo:

 

Padre nuestro...

 

ORACIÓN

 

Puestos en oración ante ti, Señor, imploramos tu clemencia y te pedimos que nuestras palabras concuerden siempre con los sentimientos de nuestro corazón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

COMPLETAS

(Oración antes del descanso nocturno)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

EXAMEN DE CONCIENCIA

 

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

 

Yo confieso ante Dios todopoderoso

y ante vosotros, hermanos,

que he pecado mucho

de pensamiento, palabra, obra y omisión:

por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

 

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,

a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,

que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

 

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

Himno: SE INCLINA YA MI FRENTE

 

Se inclina ya mi frente,

sellado está el trabajo;

Señor, tu pecho sea

la gracia del descanso.

 

Mis ojos se retiran,

la voz deja su canto,

pero el amor enciende

su lámpara velando.

 

Lucero que te fuiste,

con gran amor amado,

en tu gloria dormimos

y en sueños te adoramos. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant. No me escondas tu rostro, ya que confío en ti.

 

Salmo 142, 1-11 - LAMENTACIÓN Y SÚPLICA ANTE LA ANGUSTIA

 

Señor, escucha mi oración;

tú que eres fiel, atiende a mi súplica;

tú que eres justo, escúchame.

No llames a juicio a tu siervo,

pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti.

 

El enemigo me persigue a muerte,

empuja mi vida al sepulcro,

me confina a las tinieblas

como a los muertos ya olvidados.

mi aliento desfallece,

mi corazón dentro de mí está yerto.

 

Recuerdo los tiempos antiguos,

medito todas tus acciones,

considero las obras de tus manos

y extiendo mis brazos hacia ti:

tengo sed de ti como tierra reseca.

 

Escúchame en seguida, Señor,

que me falta el aliento.

No me escondas tu rostro,

igual que a los que bajan a la fosa.

 

En la mañana hazme escuchar tu gracia,

ya que confío en ti;

indícame el camino que he de seguir,

pues levanto mi alma a ti.

 

Líbrame del enemigo, Señor,

que me refugio en ti.

Enséñame a cumplir tu voluntad,

ya que tú eres mi Dios.

Tu espíritu, que es bueno,

me guíe por tierra llana.

 

Por tu nombre, Señor, consérvame vivo;

por tu clemencia, sácame de la angustia.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén

 

Ant. No me escondas tu rostro, ya que confío en ti.

 

LECTURA BREVE 1Pe 5,8-9

 

Sed sobrios, estad despiertos: vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar; resistidle, firmes en la fe.

 

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

 

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.

R. Te encomiendo mi espíritu.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

 

CÁNTICO DE SIMEÓN Lc 2, 29-32

 

Ahora, Señor, según tu promesa,

puedes dejar a tu siervo irse en paz,

 

porque mis ojos han visto a tu Salvador,

a quien has presentado ante todos los pueblos

 

luz para alumbrar a las naciones

y gloria de tu pueblo Israel.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén

 

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Ilumina, Señor, nuestra noche y concédenos un descanso tranquilo; que mañana nos levantemos en tu nombre y podamos contemplar, con salud y gozo, el clarear del nuevo día. Por Cristo nuestro Señor.

Amén

 

BENDICIÓN

 

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.

R. Amén.

 

ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN

 

Bajo tu amparo nos acogemos,

santa Madre de Dios,

no desprecies las oraciones

que te dirigimos en nuestras necesidades,

antes bien líbranos de todo peligro,

oh Virgen gloriosa y bendita.

 






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