¡Mi vida católica!
Buscando alabanza
2 de octubre de 2022
Vigésimo séptimo domingo del tiempo ordinario, año C
Lecturas para hoy
“Cuando hayas hecho todo lo que se te ha mandado, di: 'Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que estábamos obligados a hacer.'” Lucas 17:10b
Este es un mandato difícil de vivir. La mayoría de las veces, cuando hemos hecho algo bien y cumplido con nuestro deber, buscamos reconocimiento y elogios. Queremos ser notados. Y si bien esta puede ser una reacción "normal", no es la reacción más humilde. La humildad viene en muchos grados, y el grado más profundo de humildad le permite a una persona repetir este pasaje anterior y decirlo en serio.
Primero, debemos darnos cuenta de que la voluntad de Dios es buena para nosotros. Nos impone una obligación de amor. Cuando cumplimos la voluntad de Dios, debemos deleitarnos solo en ese hecho porque es bueno. De esa manera, el cumplimiento de la voluntad de Dios se convierte en la fuente de nuestra alegría, no el reconocimiento de los demás.
Por otro lado, es bueno cuando vemos la bondad en los demás y la reconocemos. No deberíamos hacer esto para aumentar su ego, sino para alabar a Dios por lo bueno que han hecho. Y cuando otros ven y reconocen la voluntad de Dios cumplida en nuestras vidas, debemos aceptar su alabanza no como una fuente de nuestro orgullo sino como un reconocimiento honesto de que Dios es bueno y que Su voluntad se está cumpliendo. Debemos estar agradecidos de poder hacer “lo que estábamos obligados a hacer”.
Aceptar la voluntad de Dios como una “obligación” santa también nos permite cumplirla más plenamente. Cuando hacer la voluntad de Dios se ve como algo extraordinario, es posible que no desarrollemos el hábito adecuado de cumplirla. Pero cuando se ve como nuestro deber de amor y como el acto normal que debemos cumplir, es más fácil abrazar Su voluntad de manera más completa.
Reflexiona, hoy, sobre esta humilde frase. “Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que estábamos obligados a hacer”. Trata de decirlo, de decirlo en serio y deja que se convierta en el fundamento de tu servicio diario a la voluntad de Dios. Si lo hace, lo colocará en la “vía rápida” hacia la santidad.
Señor, soy un siervo inútil. Cuando cumplo Tu santa voluntad, reconozco que esta es una santa obligación de amor y mi deber más fundamental. Ayúdame a ver Tu voluntad como la parte más normal de mi vida diaria. Ayúdame a abrazarlo con fe y obediencia de todo corazón. Jesús, en Ti confío.
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