Reflexiones diarias sobre la Divina Misericordia
365 días con santa Faustina
Reflexión 296: El amor de un padre
Imagínese al padre que ama a un niño con amor ardiente. Están comprometidos en todos los sentidos con el cuidado y el bienestar de su hijo. Su amor es constante e irrevocable desde el momento del nacimiento hasta la edad adulta. Ahora imagine el dolor en el corazón de este padre si en algún momento su hijo los abandona y rechaza completamente su amor. Este padre amoroso no se rendirá, sino que pensará en su hijo día y noche, sufriendo por dentro con amor, esperando poder recibir a su hijo de regreso. Ésta es sólo una imagen tenue del amor del Corazón de Jesús. Como una “imagen tenue”, debemos darnos cuenta de que cuando rechazamos el amor de nuestro Señor, la herida del amor en Su Corazón produce el sufrimiento más profundo. Pero este es un sufrimiento de amor. Y en lugar de que esta herida de amor haga que Él nos rechace, hace lo contrario. Cuanto más nos alejamos de Dios, cuanto más profunda es Su herida de amor, y más profunda Su herida de amor, más derrama Su Misericordia sobre nosotros. Nunca dudes ni por un solo momento del amor irrevocable que Dios tiene por ti. Creer en este amor te dará el valor de volver siempre a nuestro Señor (VerDiario # 1447).
Reflexiona sobre el amor que tus padres sienten por ti. No, puede que no sea perfecto, y algunos pueden haber experimentado un gran dolor por parte de sus padres, pero trate de imaginar cómo sería tener un padre que lo ama con un amor incondicional. El conocimiento de este amor se convertiría en una invitación constante a dejarlos entrar en tu vida. Reflexiona también sobre esto siendo una imagen tenue del amor de Dios por ti. No dudes de este amor. Acude a él y confía en este amor irrevocable de nuestro misericordioso Señor.
Señor, ayúdame a comprender Tu amor irrevocable. Y mientras entiendo este amor, dame valor para nunca apartarme de Ti, pero cuando lo haga, dame valor para volver siempre a Ti. Tu amor es perfecto y constante. Nunca falla y nunca se rinde. Gracias, querido Señor, por amarme en este grado perfecto. Ayúdame a amarte a cambio. Jesús, en Ti confío
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