Cristo vivo y resucitado se hace presente en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía
El Altar del Sacrificio en el cual el Señor nos redimió el Señor es su Cruz en el Calvario, levantada hace casi 2.000 años.
Jesús hizo posible que su "sacrificio de una vez y para siempre" esté presente en nuestro día y donde nos encontremos... sin importar cuando y donde sea.
Estar en la Santa Misa es estar al pie de su Cruz.
Estar en la Santa Misa es ser levantado y bienvenido a la Cena del Cordero. (Sursum Corda... Habemus ad Dominum. Texto en Latín). Levantemos el corazón...Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Recibir la Santa Comunión es recibir el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo verdaderamente presente en el Santísimo Sacramento.
Así es como nos invita a adorar a Dios y a profundizar nuestra comunión con Él. Uno no puede conocer verdaderamente al Señor como Jesús quiere, a menos que uno diga sí a esta invitación.
La Iglesia nos enseña que la Santa Eucaristía es la fuente y la cumbre de nuestra fe.
Corpus Christi
La Iglesia Católica tiene una fecha muy solemne para celebra la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo: Corpus Christi.
Jesús comenzó a prepararnos para este gran don de la verdadera presencia de su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad en la Santísima Eucaristía, cuando realizó el milagro de la Multiplicación de los Panes y por su Discurso sobre el Pan de Vida.
Esta enseñanza es tan sorprendente, que vemos en el sexto capítulo del evangelio de San Juan, "muchos de sus discípulos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo".
Hoy, podríamos preguntarnos, "Si hubiéramos vivido en el tiempo de Jesús y hubiésemos estado entre sus discípulos, ¿habríamos sido contados entre los que dejaron a Jesús o entre los apóstoles que se quedaron?"
Somos verdaderamente bendecidos al poder participar en el Santo Sacrificio de la Misa y recibir el Cuerpo y la Sangre del Señor en la Santa Comunión. Oremos para que nunca... jamás tomemos dicho don por sentado
Milagro Eucarístico en Lanciano
Durante los últimos trece años, Dios nos ha dado muchos milagros Eucarísticos para ayudarnos a fortalecer nuestra fe en este Santísimo Sacramento.
Quiero contarte la historia del primer milagro público registrado, con respecto al Cuerpo y Sangre Eucarístico de Jesucristo. Era el año 700 D.C., en la villa Italiana de Lanciano.
Había un padre – quien era también un monje – que se dice había experimentado dudas recurrentes en relación con la Presencia Real de Jesús en la Eucaristía.
Un día estaba celebrando la Misa para la gente de la villa y sus dudas resurgieron durante la Consagración. Después de decir las palabras de la consagración, la Hostia Sagrada se transformó en substancia... y apariencia real... en la carne de Cristo. Y el vino también se transformó en substancia... y en apariencia en la sangre de Cristo.
Todos los presentes fueron testigos de este milagro. Pero, alabado sea Dios, el milagro persiste incluso hasta el día de hoy, de manera que nosotros también podamos ser testigos del mismo... para que nuestras dudas como las del padre en Lanciano, puedan ser eliminadas.
En los años 70s, El Beato Papa Pablo VI accedió a permitir a los científicos que hicieran pruebas en la hostia de carne preservada. Los científicos confirmaron que eran músculos cardiacos humanos. Y la sangre también se determinó que era humana, Tipo AB, la misma que se encontró en la Sábana Santa de Turín.
Jesús: Pan vivo bajado del Cielo
Cuando asistimos a la Santa Misa, el pan y vino ofrecidos experimentan un cambio de substancia. El pan y vino se convierten en el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo.
El aspecto del pan y vino permanece, pero la substancia es Cristo, total y completamente. L
a partícula más minúscula de la Sagrada Hostia es Cristo Integralmente, así como también la gota más pequeña de su Preciosa Sangre, es Cristo en su totalidad.
Pero en este milagro de Lanciano, Dios permitió que el pan y el vino se transformaran en el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesús, no solamente en substancia sino también en apariencia.
A pesar de todo, en los últimos años han reportado que muchos Católicos, ya no creen en la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía. Por esta razón elegí enfocar este artículo sobre este Santo Sacramento.
Pan Vivo: escoger la vida o la muerte
Cristo nos pide que creamos, ¿no es así? En el vigésimo cuarto capítulo del Libro de Josué, él pone una elección ante los Israelitas... escojan servir a Dios o no... una elección entre la vida y la muerte.
En el Evangelio de San Juan, Jesús demanda lo mismo... recibirlo como el pan vivo que bajó del cielo o no.
Esta elección está ante nosotros también... o creen humildemente y reciben a Jesús en la Eucaristía o lo rechazan por completo. Hemos de comer su Carne y beber su Sangre o no tendremos vida dentro de nosotros.
Esta es una dura enseñanza, al igual que para los Judíos de la época de Jesús, que muchos de los que se habían convertido en sus discípulos lo dejaron y regresaron a su vida anterior.
Dense cuenta, que Jesús no les dijo, "Estoy solo hablando simbólicamente, ustedes me malinterpretaron, vuelvan". No. Él tenía la intensión de decir lo que dijo, sabía que lo entendían correctamente y los dejo marchar.
Después Él se acercó a sus Apóstoles y les preguntó si también se irían, y Pedro contestó:
"Maestro, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de la Vida eterna. Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios".
¿No amas la respuesta de Pedro? No, él aún no entendía la enseñanza, pero confiaba en el Señor y eso era suficiente.
Jesucristo está realmente, verdaderamente, substancialmente, incluso físicamente (aunque no en el espacio) presente en los tabernáculos de nuestras iglesias.
Espacio y tiempo Sagrado
En cada celebración de la Santa Misa, por la sagrada acción del sacerdote que actúa en la Persona de Cristo (In Persona Christi) y por el Poder del Espíritu Santo, Jesús está presente sobre el Altar.
En cada celebración de la Santa Misa, el sacrificio del Calvario se hace místicamente presente en nuestro tiempo y espacio... estamos al pie de la cruz, aunque dicho sacrificio se vuelve a presentar de manera incruenta.
En cada celebración de la Santa Misa, nos levantamos místicamente para unirnos y participar en la Liturgia celestial - la Cena del Cordero.
El Cristo vivo y resucitado se hace presente en nuestro tiempo y espacio – Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad – en el Santísimo Sacramento.
Todo lo anterior y más es lo que hace que el espacio en una Iglesia Católica sea sagrado.
Por eso te bendices con Agua Bendita, recordando tu bautismo, al entrar a la Iglesia.
Por eso haces una genuflexión antes de sentarte en el banco de la Iglesia.
Por eso los padres, diáconos, y monaguillos, si no están llevando objetos sagrados, muestran reverencia al pie del Santuario.
Por eso los lectores y ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión hacen lo mismo cuando se presentan para servir.
Todos reverentemente y respetuosamente reconocemos la presencia única de nuestro señor, en la Iglesia y en medio de nosotros.
Esto es lo que hace que la Nave y el Santuario de nuestras Iglesias sean diferentes de otros espacios, incluyendo otros de culto cristiano.
Él nos ha dado este regalo para nutrirnos espiritualmente, para diferenciarnos, para hacernos santos, para ser el alimento espiritual que nos sostiene y nos conduce a nuestro verdadero hogar con Él, en el cielo.
Si creemos en su Presencia Real... y si estamos libres de pecado mortal y debidamente dispuestos, que cada uno de nosotros lo reciba en la Santa Comunión y le permita transformarnos y santificarnos. Y entonces podemos ir a compartirlo con aquellos que lo necesitan en sus vidas.
Y si alguna duda persiste, volvamos con nuestro Señor y digamos con el Apóstol Pedro, "Maestro, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de la Vida eterna. Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios" ¡Hablo sobre una relación personal con Jesús!
Que Dios te bendiga y te guíe hacia toda la Verdad y que el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Salvador te nutra y fortalezca.
Para tu reflexión, te comparto las palabras del Ave Verum Corpus y una presentación en video del fallecido, el gran Leonard Bernstein...
Salve, Verdadero Cuerpo nacido de la Virgen María, verdaderamente atormentado, sacrificado en la cruz por la humanidad, de cuyo costado perforado fluyó agua y sangre; Sé para nosotros un anticipo en el trance de la muerte.
¡Oh, Jesús dulce, oh, Jesús piadoso, oh, Jesús, hijo de María!
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