Los Padres griegos que eran unos grandes contemplativos, son también conocidos como Padres dioréticos de Diorao que significa “ver dentro, ver por”. Y este ver por dentro, este encontrar a Dios dentro de nosotros mismos es contemplar, es entrar en el estado de contemplación. Toda alma bautizada que vive habitualmente en estado de gracia divina, es siempre un templo vivo de Dios, en ella inhabita, mientras se mantenga en estado de gracia, toda la Trinidad divina, es decir, Dios trinitario..
Esta es la meta caminar hacia la contemplación sencillamente…, que deberíamos imponernos todos, los que nos decimos que amamos al Señor en esta vida material, en que vivimos, transformar nuestra vida arraigada en este mundo, que por lo que vemos cada vez está más alejado del amor a Dios, en una vida contemplativa. Esta es una tarea difícil pero no imposible.
Nadie puede asegura a nadie que se llegue a alcanzar la contemplación y subsiguientemente se vida se impregne de la contemplación divina, porque ella, la contemplación, es un regalo del Señor un don de Dios. Pero al menos, si no lo conseguimos, lo que si podemos hacer, es poner nuestros escasos medios espirituales, impulsarlos más profundamente para tratar de alcanzar el don de la contemplación y si carecemos de medios que sean frutos de nuestra vida espiritual, al menos
ofrezcámosle, al Señor, con amor y arrepentimiento nuestras muchas miserias, pues Él las conoce perfectamente y si hay algo que más la agrade es corazón contrito.
Son muchos los que no distinguen, entre contemplación y misticismo o místico; monje y claustro… y creen que la contemplación es para elegidos… pues muy equivocados están…
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