Una de las armas más poderosas que tenemos es nuestra lengua. Las palabras tienen un increíble poder para el bien o para el mal. Practica este ayuno
Una de las armas más poderosas que tenemos a nuestra disposición está entre las dos líneas de dientes que tenemos, se llama: nuestra lengua. Las palabras que salen de nuestra boca tienen un increíble poder para el bien o para el mal.
El Papa Francisco constantemente nos está recordando acerca de lo importante que es vigilar todo nuestro ser; y epalabras que salen de ella. Una y otra vez, el Papa Francisco nos exhorta a evitar el chisme, la difamación, y los comentarios que dañan a otros.
El apóstol Santiago nos recuerda: "Debemos ser lentos para hablar y rápidos para escuchar". En el capítulo 3 (imprescindible leerlo con respecto al control de la lengua), el Apóstol Santiago nos narra de manera clara y desafiante los peligros de la lengua y el daño que este pequeño instrumento puede hacer:
"La lengua es un miembro pequeño, y sin embargo, puede jactarse de hacer grandes cosas. Miren cómo una pequeña llama basta para incendiar un gran bosque. También la lengua es un fuego: es un mundo de maldad puesto en nuestros miembros, que contamina todo el cuerpo, y encendida por el mismo infierno, hace arder todo el ciclo de la vida humana. Animales salvajes y pájaros, reptiles y peces de toda clase, han sido y son dominados por el hombre. Por el contrario, nadie puede dominar la lengua, que es un flagelo siempre activo y lleno de veneno mortal".
En el sur de California, siempre existe el peligro de un incendio que puede abarcar miles de hectáreas de tierra, devastando casas, pueblos, ciudades, y matando animales y gente. A menudo, este gran incendio inicia con un fósforo, una colilla de cigarrillo o alguna cosa así de insignificante.
Jesús, que es el Verbo -la Palabra de Dios hecha carne, nos advierte la importancia de cuidar la lengua, es decir, lo que decimos, y con ello nos recuerda el día del juicio. El Señor mismo dice: "De la abundancia del corazón habla la boca" y con respecto a nuestro juicio final Jesús nos advierte: "Cada palabra que sale de nuestro corazón será juzgada".
El Señor también nos anima a no desperdiciar palabras, sino que seamos precisos y al grano cuando es necesario: ¡Que su palabra sea "sí" cuando es "sí" y "no" cuando es "no"; el resto proviene del maligno!
Cuaresma: Tiempo de Conversión
La Cuaresma es un tiempo para la conversión de vida; que también incluye la conversión de la manera en que hablamos. Las tres formas tradicionales para alcanzar la verdadera conversión del corazón y de la vida son: 1) la oración, 2) la limosna, 3) el ayuno.
Es cierto que se puede y se debe ayunar de los alimentos, especialmente el miércoles de Ceniza y el viernes Santo. Sin embargo, ¡esto no es lo único! El ayuno se puede hacer de muchas otras maneras también. Por ejemplo, el ayuno de ver programas nocivos de televisión, el ayuno de la pereza en el trabajo, el ayuno de ser excesivamente crítico y juzgarlo todo.
Además, hay otra forma de ayuno: el ayuno de la lengua, el ayuno en el hablar, el ayuno de ofender a los demás con nuestras palabras. ¿Por qué no llevar a cabo este ayuno en el camino cuaresmal hacia la Cruz del viernes Santo, con el corazón lleno de alegría en la espera del Señor Jesús Resucitado, en el día de la resurrección?
Sin duda, el fruto de practicar esto, resultará en el logro de la armonía en tu hogar, con tu familia, traerá paz en tus relaciones en el trabajo, y la caridad para con todas las personas que conoces.
A continuación, te presento dos textos, cortos pero de gran alcance, para ayudarte a llevar a cabo con éxito un programa de ayuno en tu forma de hablar.
1.- La experiencia de Pentecostés
Durante la vida pública de Jesús, los Apóstoles cometieron muchos errores en palabras y hechos. Sin embargo, experimentaron un evento de transformación, que fue Pentecostés. Los doce apóstoles pasaron nueve días y nueve noches en oración con la Virgen María y entonces: ¡boom! Hubo una explosión de gracia.
El Espíritu Santo descendió sobre ellos en lenguas de fuego. Hago énfasis en la palabra lenguas. Entonces ellos recibieron el don de predicar, con sus propias lenguas, la Palabra de Dios con fuerza y convertir innumerables almas.
¿Cuál es el mensaje y cual su significado? ¡Sencillo! Si nuestras palabras debe ser edificantes y santificantes, entonces debemos ser purificados, convertidos y santificados por el fuego del Espíritu Santo.
Todos debemos tener y vivir una experiencia de Pentecostés, todos los días; todos debemos invocar al Espíritu Santo a diario para que Él guíe nuestras mentes, nuestros corazones y las palabras que surgen de nuestras bocas.
"Ven Espíritu Santo, ven, a través del Inmaculado Corazón de María."
2.- La Regla de Oro respecto al hablar
Cada persona en el mundo puede entender la regla de oro que nos ha dado nuestro Señor y Salvador Jesucristo: "Haz a los demás lo que te gustaría que te hagan a ti."
Todo el mundo responde positivamente a una palabra amable, a una sonrisa amistosa y a un gesto de caridad. ¿Por qué no aplicar la regla de oro de Jesús en la manera de hablar con los demás?
Las palabras amargas o sarcásticas pueden dejar heridas irreparables en el alma. Por el contrario, una palabra amable motivada por un corazón puro y amoroso puede levantar a alguien para que pueda salir de las espinas de la desolación.
San Bernardo, en una de sus homilías edificantes, nos recuerda tres reglas para aplicar a nuestra forma de hablar:
1. Hablar para acusarnos a nosotros mismos de nuestros propios fracasos
Una gran idea para hacer esto es realizar una buena confesión, en ella exponemos nuestros pecados, nuestras culpas, nuestras caídas en vez de dedicarnos a hablar de los otros.
2. Hablar para alabar a Dios.
San Ignacio de Loyola, en la meditación: "Principio y Fundamento" nos recuerda por qué estamos aquí en la tierra: "Para alabar a Dios, dar reverencia a Dios, servir a Dios y luego a salvar nuestras almas…" (Ejercicios espirituales texto # 23);
3. Hablar para edificar a los otros
La palabra "edificar" técnicamente significa "construir". Nuestras palabras deben servir para construir a nuestro vecino. Hoy en día el mundo se ha visto inundado por un tsunami de chismes, críticas, negativismo, sarcasmo e ironía, por no hablar de la mentira y la calumnia.
Debemos contrarrestar el discurso negativo y venenoso mediante el uso de nuestra lengua para elevar a otros más cerca de Dios que está en los cielos.
Nunca debemos olvidar que el oído de Dios está agudamente atento a cada palabra, letra, sílaba que emana de nuestra boca
La Palabra de Dios nos recuerda que el que no controla su forma de hablar no está en la carretera a la santidad. Sin embargo, el hombre que controla su lengua está siendo llevado por el Espíritu Santo y está siguiendo el camino al cielo: el estrecho camino que Jesús nos enseñó.
En conclusión, miremos a la Virgen María, que habló sólo siete veces en los Evangelios y así podamos aprender el arte del ayuno de muchas maneras. Especialmente en el Santo Tiempo de Cuaresma, ayunemos de todas las palabras que podrían ofender a otros y a Dios, que se ofende cuando ofendemos a otros con nuestras palabras.
Vamos a aprender a alabar a Dios, con María, con nuestras palabras y con nuestras vidas: "Proclama mi alma la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador".
¡Alabemos a Dios, con la Virgen, en el tiempo y en la eternidad del cielo!
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