En su mensaje Urbi et Orbi, el Papa Francisco ha dedicado sus palabras a pedir por los niños de todo el mundo y que veamos a Jesús en ellos
El Papa Francisco ha hecho un llamamiento a favor de la paz y de un mundo en el que los niños de todo el mundo puedan tener la esperanza de un futuro de justicia, seguridad y alegría.
Las palabras del Papa llegaron el día de Navidad cuando se dirigió a la ciudad y al mundo durante su tradicional mensaje "Urbi et Orbi" de la Loggia Central de la Basílica de San Pedro.
A continuación, encontrará el texto completo del mensaje del Papa:
Queridos hermanos y hermanas: ¡Feliz Navidad!
En Belén, Jesús nació de la Virgen María. Él nació, no por la voluntad del hombre, sino por el don del amor de Dios nuestro Padre, que "amó tanto al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna". "(Jn 3,16)
Este evento se renueva hoy en la Iglesia, un peregrino en el tiempo. Porque la fe del pueblo cristiano revive en la liturgia de Navidad el misterio del Dios que viene, que asume nuestra carne humana mortal, y que se vuelve humilde y pobre para salvarnos. Y esto nos emociona profundamente, porque es grande la ternura de nuestro Padre.
Los primeros en ver la humilde gloria del Salvador, después de María y José, fueron los pastores de Belén. Reconocieron la señal proclamada por los ángeles y adoraron al Niño.
Esos hombres humildes y vigilantes son un ejemplo para los creyentes de todas las edades que, ante el misterio de Jesús, no se escandalizan por su pobreza. Más bien, como María, confían en la palabra de Dios y contemplan su gloria con ojos simples.
Ante el misterio de la Palabra hecha carne, los cristianos en todo lugar confiesan con las palabras del evangelista Juan:
"Hemos visto su gloria, gloria como del Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad" (Jn 1,14).
Hoy, mientras los vientos de guerra están soplando en nuestro mundo y un modelo de desarrollo obsoleto continúa produciendo deterioro humano, social y ambiental, la Navidad nos invita a centrarnos en el signo del Niño y reconocerlo en los rostros de los niños pequeños, especialmente aquellos para quienes, como Jesús, "no hay lugar en la posada" (Lc 2,7).
Vemos a Jesús en los niños del Medio Oriente que continúan sufriendo debido a las crecientes tensiones entre israelíes y palestinos.
En este día festivo, pidamos al Señor la paz para Jerusalén y para toda Tierra Santa. Oremos para que la voluntad de reanudar el diálogo pueda prevalecer entre las partes y para que finalmente se llegue a una solución negociada, que permita la coexistencia pacífica de dos Estados dentro de fronteras mutuamente acordadas e internacionalmente reconocidas.
Que el Señor también sostenga los esfuerzos de todos aquellos en la comunidad internacional inspirados por la buena voluntad de ayudar a que la tierra afligida encuentre, a pesar de los graves obstáculos, la armonía, la justicia y la seguridad que tanto tiempo ha esperado.
Vemos a Jesús en los rostros de los niños sirios aún marcados por la guerra que, en estos años, ha causado tal derramamiento de sangre en ese país.
Que la amada Siria por fin recupere el respeto por la dignidad de cada persona a través de un compromiso compartido para reconstruir el tejido de la sociedad, sin tener en cuenta la pertenencia étnica y religiosa.
Vemos a Jesús en los niños de Iraq, heridos y desgarrados por los conflictos que ese país ha experimentado en los últimos quince años, y en los niños de Yemen, donde hay un conflicto en curso que ha sido olvidado en gran medida, con serias implicaciones humanitarias para su personas que sufren de hambre y la propagación de enfermedades.
Vemos a Jesús en los niños de África, especialmente en los que sufren en Sudán del Sur, Somalia, Burundi, República Democrática del Congo, República Centroafricana y Nigeria.
Vemos a Jesús en los niños de todo el mundo donde la paz y la seguridad se ven amenazadas por el peligro de las tensiones y los nuevos conflictos.
Recemos para que la confrontación se supere en la península de Corea y para que la confianza mutua aumente en interés del mundo en general.
Al Niño Jesús encomendamos a Venezuela que pueda reanudar un diálogo sereno entre los diversos elementos de la sociedad en beneficio de todos los venerados venezolanos.
Vemos a Jesús en niños que, junto con sus familias, sufren la violencia del conflicto en Ucrania y sus graves repercusiones humanitarias; Oramos para que el Señor pronto le conceda paz a este querido país.
Vemos a Jesús en los hijos de padres desempleados que luchan por ofrecer a sus hijos un futuro seguro y pacífico. Y en aquellos cuya infancia ha sido robada y que, desde una edad muy temprana, han sido obligados a trabajar o ser reclutados como soldados por mercenarios sin escrúpulos.
Vemos a Jesús en los muchos niños obligados a abandonar sus países para viajar solos en condiciones inhumanas y que se convierten en un objetivo fácil para los traficantes de personas.
A través de sus ojos vemos el drama de todos aquellos forzados a emigrar y arriesgan sus vidas para enfrentar viajes agotadores que terminan a veces en tragedia.
Vuelvo a ver a Jesús en los niños que conocí durante mi reciente visita a Myanmar y Bangladesh, y espero que la comunidad internacional no cese de trabajar para garantizar que la dignidad de los grupos minoritarios presentes en la región esté adecuadamente protegida.
Jesús conoce bien el dolor de no ser bienvenido y lo difícil que es no tener un lugar donde recostar la cabeza. Que nuestros corazones no se cierren como en las casas de Belén.
Queridos hermanos y hermanas,
El signo de la Navidad también nos ha sido revelado: "un bebé envuelto en pañales" (Lc 2,12).
Al igual que la Virgen María y San José, como los pastores de Belén, recibamos en el Niño Jesús el amor de Dios hecho hombre por nosotros. Y que nos comprometamos, con la ayuda de su gracia, a hacer que nuestro mundo sea más humano y más digno para los niños de hoy y del futuro.
Saludos de Navidad del Santo Padre
siguiendo el mensaje Urbi et Orbi
Ofrezco un cordial saludo a todos ustedes, queridos hermanos y hermanas de todo el mundo reunidos aquí en esta Plaza, y a todos aquellos que en varios países se nos unen por radio, televisión y otros medios de comunicación.
Que el nacimiento de Cristo el Salvador renueve corazones, despierte el deseo de construir un futuro de mayor fraternidad y solidaridad, y traiga alegría y esperanza a todos. ¡Feliz Navidad!
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