Santo Evanggelio según San Juan 1, 19-28. Tiempo de Navidad.
Por: H. Javier Castellanos, L.C. | Fuente: missionkits.org
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, tú me sondeas y me conoces,
Tú sabes si me siento o me levanto; de lejos percibes lo que pienso,
Te das cuenta si camino o descanso, y todos mis pasos te son familiares.
Tú creaste mis entrañas, me plasmaste en el seno de mi madre:
Tú conociste hasta el fondo de mi alma, y nada de mi ser se te ocultaba.
Sondéame, Dios mío, y penetra mi interior; examíname y conoce lo que pienso;
Observa si estoy en un camino falso y llévame por el camino eterno. Amén. (Del Salmo 139)
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 1, 19-28
Éste es el testimonio que dio Juan el Bautista, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén a unos sacerdotes y levitas para preguntarle: "¿Quién eres tú?".
Él reconoció y no negó quien era. El afirmó: "Yo no soy el Mesías". De nuevo le preguntaron: "¿Quién eres, pues? ¿Eres Elías?". Él les respondió: "No lo soy". "¿Eres el Profeta?". Respondió: "No". Le dijeron: "Entonces dinos quién eres, para poder llevar una respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?". Juan les contestó: "Yo soy la voz que grita en el desierto: 'Enderecen el camino del Señor', como anunció el profeta Isaías".
Los enviados que pertenecían a la secta de los fariseos, le preguntaron: "Entonces, ¿por qué bautizas, si no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?". Juan les respondió: "Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay uno, al que ustedes no conocen, alguien que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias". Esto sucedió en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan bautizaba.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Sólo delante de Ti, Señor, encuentro mi verdadera identidad. Tú me conoces en lo más hondo y esperas que brote lo mejor que hay en mí. Ante Ti, Señor, no hay máscaras, no hay apariencias, sino un encuentro auténtico, cara a cara. Así me quiero presentar a Ti en esta oración.
Así también me quiero presentar a los hombres, cuando me pregunten quién soy. Jesús, por el bautismo Tú me has llamado a ser un hombre o una mujer que predica tu venida, que anuncia tu nombre sin reservas, que busca preparar el camino para que te encuentres con tantas personas a mi alrededor.
Hoy quiero ser como Juan Bautista. En mi casa, en el trabajo, incluso en mis tiempos de descanso, quiero confesar mi fe con obras. Quiero que todos escuchen tu voz por medio de mi testimonio de caridad, de alegría, de esperanza, de entrega, de honestidad… Habla, Señor, a mi corazón, para que descubra qué quieres de mí para este día. Habla también a través de mí a todas las personas que me encuentre en mi camino.
Queridos hermanos: pidamos a Dios, con la esperanza de que nos escuchen los hombres, y dirijámonos a los hombres, con la certeza de que Dios nos ayuda. En efecto, él nos ha creado como una esperanza para los demás, una esperanza real y realizable en el estado de vida de cada uno.
(Homilía de S.S. Francisco, 13 de mayo de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy buscaré que mis conversaciones ayuden a los demás, reconociendo las cosas buenas y buscando mejorar lo negativo.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
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