domingo, 28 de enero de 2018

El mal puede ser vencido con la ayuda de Jesús


EL MAL PUEDE SER VENCIDO CON LA AYUDA DE JESÚS

Por José María Martín, OSA

1.- El profeta verdadero. En el libro del Deuteronomio Moisés anuncia al pueblo que el Señor suscitará un profeta, haciendo caso a la petición del pueblo en la asamblea del Horeb. En él escucharán la voz de Dios. El profeta transmitirá la Palabra de Dios, es un intermediario entre Dios y los hombres. El profeta no hablará por sí mismo, el propio Yahvé pondrá las palabras en sus labios. Hay en el texto una doble advertencia: en primer lugar contra aquellos que no quieren escuchar a los auténticos profetas, en segundo lugar contra los falsos profetas que se anuncian a sí mismos, o que "dicen palabras que yo no les he mandado". Clara alusión ésta a aquellos que se autoproclaman profetas y engañan al pueblo, La magia y la superstición es el intento humano de hacerse con Dios, de hacerse con la ciencia y el poder de Dios, la profecía es un servicio a la palabra que sale libremente de la boca de Dios. Dios es el único Señor. El profeta verdadero anuncia y denuncia, con el riesgo de no ser escuchado e incluso estará expuesto a la persecución, cuando avisa que la auténtica salvación viene de la conversión del corazón.

2.- El valor de la palabra. Hoy día, vivimos inundados de palabras. Cada mañana nos despertamos con las palabras que oímos en la radio o en la televisión, palabras que leemos en los periódicos. Palabras, palabras, palabras…. Sufrimos una auténtica "inflación verbal". No se valora la palabra como antes; cuando alguien decía “te doy mi palabra" sabíamos que podíamos fiarnos de esa persona. Hay muchos pregoneros de discursos fáciles o aprendidos, pero faltan los auténticos testigos. ¿Dónde están los profetas? Por sus hechos les conoceréis... Jesús habla con autoridad, porque confirma con sus hechos lo que pronuncian sus labios. Coherencia de vida es lo que debemos ofrecer los cristianos si queremos ser auténticos testigos de la Buena Noticia, pues “vale más un buen ejemplo que mil palabras". El seguidor de Jesús sabe que muchas veces no será escuchado, incluso será puesto en ridículo o perseguido por ser coherente con su fe. Cuentan que un cristiano acudía todos los días a proclamar su mensaje en la plaza, pero nadie le escuchaba. Alguien le dijo: "¿por qué pierdes tu tiempo, si nadie te hace caso?". Él contestó: “No importa, por lo menos el lanzar al viento mi mensaje me sirve para mantenerme fiel a mis principios e impide que los demás me obliguen a pensar como ellos".

3 – El mal existe y puede ser vencido. Jesús tiene que hacer frente a un espíritu inmundo, que grita "¿qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno?" Son las fuerzas del mal, las fuerzas oscuras que hay dentro de nosotros las que se oponen al mensaje liberador de Jesús. "¿Has venido a acabar con nosotros?". Es la victoria frente a las tuerzas del mal. En aquellos tiempos llamaban endemoniados a personas que simplemente sufrían ataques de epilepsia u otras enfermedades mentales. Pero hoy como ayer podemos ver las consecuencias que produce en nuestro mundo el pecado: muertes prematuras de personas inocentes, hambre, guerra, atentados terroristas, corrupciones por doquier, fanatismo político con ribetes espirituales. El mal existe, el espíritu del mal sigue actuando. El evangelista Marcos nos presenta la victoria de Jesús. Pero hace falta que nosotros estemos dispuestos a colaborar con Él en esta lucha. Es un combate que se desarrolla primero en nuestro propio interior cuando las fuerzas oscuras nos acosan, nos envuelven, nos ciegan y hasta nos derriban. Pero hemos de levantarnos, Dios está a nuestro favor, lucha con nosotros. El mal será vencido en nuestro interior, el egoísmo será desterrado de nuestra conducta si escuchamos la voz del Señor y no endurecemos nuestro corazón.

4 – Reconozcamos la “autoridad” de Jesús. Hemos de solidarizarnos con todos aquellos que se esfuerzan por crear unas condiciones de vida más justas y fraternas. No basta con hacer el bien individualmente, hay que unirse a todas aquellas iniciativas que hacen posible la construcción del reino de Dios. No se puede entender desde esta óptica que Pablo en la carta a los Corintios (es la segunda lectura) recomiende que no nos ocupemos de los asuntos de este mundo o que diga que el amor al cónyuge divide el corazón. Él lo dice desde una perspectiva escatológica, creyendo que el fin del mundo era inminente y que por tanto no merecía la pena ocuparse de cosas temporales. Sin embargo, sabemos que los cálculos de Pablo no se cumplieron. Pablo demostró a lo largo de su vida una gran preocupación por el trabajo cotidiano y nadie puede dudar de su dedicación en cuerpo y alma a la construcción del Reino frente al mal que acecha a nuestro mundo. El mal puede ser vencido con amor, nos dirá más adelante en la misma Primera Carta a los Corintios (capítulo 13). Reconozcamos la “autoridad” de Jesús, que nos ayuda a vencer al mal, y digamos con San Agustín: “Señor, mi Dios, sólo a ti amo. Sólo a ti te sigo. Sólo a ti te busco. Sólo a ti estoy listo para servir pues sólo tú gobiernas con justicia y yo deseo estar bajo tu autoridad" (Soliloquios 1,15).

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