San Francisco de Asís, un santo querido por muchos e inspiración para todos. No te pierdas estos consejos
Por: Karla Estrada Navarro | Fuente: PadreSam.com
San Francisco de Asís es un Santo de la Iglesia Católica. Es un Santo amado por muchos. Es un Santo que hizo mucho bien a la Iglesia y lo continúa haciendo hasta hoy. Nació en Asís, Italia en 1182 y falleció en Asís el 3 de octubre 1226. Fundador de la orden de los Frailes menores – la Orden Franciscana-, San Francisco fue un hombre cuyo testimonio de vida nos muestra que toda persona es capaz de convertirse radicalmente al Señor. Hoy celebramos su vida y es un momento óptimo para aprender de él.
¿Cuántas veces nos hemos sentido tristes ante la realidad dura de la fragilidad humana? ¿Cuántas veces hemos pensado que es imposible ser santo? San Francisco nos enseña a través de su vida que sí es posible ser santo… con Dios.
Es por ello que te traigo 10 consejos de San Francisco, extraídos de la Regla Bulada (Rb) – aprobada con bula del Papa Honorio III el 29 de noviembre de 1223) y de las Admoniciones (Adm), ambos escritos por San Francisco. Estos escritos pueden servirnos a nosotros de apoyo para buscar una vida santa.
Busca una confianza Infinita en Dios y su Providencia: San Francisco cuando se convirtió al Señor, su cambio fue tal que, de ser un joven acaudalado, pasó a ser un joven que pedía limosna, sin temor alguno. Esto fortaleció su confianza en Dios. De tal manera que en la Regla bulada de los hermanos menores, San Francisco inicia diciendo “En el nombre de Dios”. (Rb 1, 1). Luego, expresa que su regla de vida es “… viviendo (…) sin nada propio…” (Rb 1, 1). Muchas veces nosotros nos afanamos por tener bienes materiales sin olvidar que Dios va proporcionando cada día lo que necesitamos. Si sientes que desconfías de Dios, búscale. Él te fortalecerá.
Procura una Fe radical en el Cuerpo y Sangre de Jesús: San Francisco en las Admoniciones invita a contemplar con ojos de fe la Santa Eucaristía: “al ver con los ojos corporales el pan y el vino, veamos y creamos firmemente que son su santísimo cuerpo y sangre vivos y verdaderos” (Adm 2, 21). ¿Cuándo fue la última vez que recibiste el Cuerpo y Sangre de Cristo? Ese pan y ese Vino que, gracias a la acción del Espíritu Santo, se convierten en Cristo mismo, puede renovar todo tu ser. No dudes en pedir más amor por tal milagro de amor que Jesús nos ha hecho participes.
Presta atención total a la Santa Misa: Fue en la Santa Misa donde San Francisco comprendió la manera que Dios quería que viviera. Después de escuchar el Santo Evangelio acerca del envío de los discípulos a proclamar la Buena Noticia, San Francisco exclamó: «Esto es lo que yo quiero, esto es lo que yo busco, esto es lo que en lo más íntimo del corazón anhelo poner en práctica». ¿Cuándo fue la última vez que viviste con fervor la Santa Misa? La Santa Misa es el memorial donde se celebra el sacramento de nuestra fe. Si vas con un corazón dispuesto, podrás ver que la Palabra de Dios está viva y quiere hablarte hoy.
Ten orden en tu vida: El testimonio de vida de San Francisco fue tan impactante que movió a otros a convertirse y seguirle en pos de Dios. De tal manera que, San Francisco, al ver que el número de hermanos iba creciendo, decidió ordenar sus consejos de manera que todos vivieran bajo una misma forma de vida. Es por ello que se llama “Regla y Vida” (Rb 1, 1). ¿Quieres ordenar tu vida? Empieza por tu cuarto. Dios no es un Dios de confusión (1 Co 14, 33), así que una manera de ser santo es ordenar poco a poco todo tu alrededor. Se necesitan pequeños pasos para ir ordenando todas las piezas de tu existencia.
Ve en el otro a Jesús mismo: San Francisco lo expresó claramente: “Y dondequiera que estén y se encuentren unos con otros los hermanos, muéstrense mutuamente familiares entre sí” (Rb 6, 8). ¿Te imaginas encontrarte con Jesús, ¿Cómo lo tratarías? Pues todos los días tienes oportunidad de verle en el rostro de tu hermano, de tratarle bien, como se merece, a través de tu trato con tu hermano.
Vive en paz con Dios y con los demás: San Francisco nos anima a través de sus palabras a buscar la paz en todo momento, A evitar pleitos innecesarios y a no perder de vista que la paz va de la mano con la confianza puesta en el Señor. “Aconsejo, también, amonesto y exhorto a mis hermanos en el Señor Jesucristo, a que, cuando van por el mundo, no litigue, ni se enfrente a nadie de palabra ni juzguen a otros sino sean afables, pacíficos y mesurados, mansos y humildes, hablando a todos honestamente, según conviene.” (Rb 3, 10-11). De igual manera, nos recuerda que “Son en verdad pacíficos aquellos que, en medio de todas las cosas que padecen en este mundo, conservan la paz en su alma y en su cuerpo, por el amor de nuestro Señor Jesucristo.” (Adm 15,2). Es por ello que, a pesar de la persecución, San Francisco nos recuerda que debemos tener paciencia (Rb 10,9).
Sé el rostro misericordioso de Dios para el prójimo: En ocasiones cuando alguien nos falla, es fácil juzgarle, cuestionarle e incluso condenarle por la herida que ha causado en nosotros. Sin embargo, una manera de ser santo es vivir lo que San Francisco nos recuerda: “Y deben evitar airarse o turbarse por el pecado de alguno, porque la ira y la turbación impiden en sí y en los otros la caridad.” (Rb 7, 3). Corregir con caridad. Eso es un signo de santidad. “…Amonesten a sus hermanos y corríjanlos humilde y caritativamente…” (Rb 10, 1).
Rodéate de amistades basadas en Dios: Para todos es conocido que San Francisco tuvo amigos, y dentro de esas amistades estuvo Santa Clara de Asís. Hay un escrito de San Francisco que le dirige a Santa Clara y las jóvenes que le acompañaban donde le expresa: “Quiero y prometo, por mí mismo y por medio de mis hermanos, tener siempre diligente cuidado y especial solicitud de ustedes, lo mismo que de ellos.” (ForVi). Qué importante es buscar cuidar a los que amas hasta de ti mismo. Además, San Francisco nos enseña que es “Dichoso el siervo que ama y respeta tanto a su hermano cuando está lejos de él como cuando está con él y no dice a sus espaldas lo que no puede decir con caridad delante de él” (Adm 25, 1)
Cree plenamente que eres creado a la imagen de Dios Padre y tienes dignidad de hijo de Dios: El mundo nos puede decir cualquier tipo de mensajes, pero no debes olvidar que “…Cuánto te ha encumbrado el Señor, pues te creó y te formó a imagen de su amado hijo según el cuerpo y a semejanza suya según el espíritu” (Adm 5, 1). No importa lo que pase en tu vida, recuerda que eres hijo de Dios y El está de tu lado porque quiere que seas santo.
¡Anhela el cielo!: Finalmente, si quieres ser santo tu meta es una: EL CIELO. Pero no basta decirlo, debes anhelarlo y enmarcar toda tu vida en búsqueda de ese objetivo, llegar al cielo. Es por eso que San Francisco exclamaba: “Son verdaderamente limpios de corazón los que desprecian las cosas terrenas, buscan las celestiales y nunca dejan de adorar y contemplar al Señor Dios vivo y verdadero con corazón y alma limpios”. (Adm 16, 2).
En este día, no dudes en pedir la intercesión de San Francisco de Asís, mira en él, un ejemplo que, si dejamos actuar a Dios en nuestras vidas, somos capaces de alcanzar la santidad día a día. ¡Ánimo
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