dominicos
Introducción
Este domingo inaugura la liturgia un nuevo Ciclo, B. Adviento nos habla de la venida del Señor y la necesidad de estar preparados para tal acontecimiento. La realidad más profunda es que siempre está en y con nosotros, incluso antes de la creación del mundo.
La liturgia de la Palabra es una oportunidad diaria para mirar con ojos de fe las realidades envolventes, para relacionar nuestra existencia con el Dios creador y toda la creación, y sorprendernos dentro del conjunto, con un itinerario personalizado y unas relaciones humanas que hemos de cultivar acertadamente hacia un destino gozoso, que ya ha comenzado en esta etapa terrena, y a la vez definitiva.
Fray Manuel González de la Fuente
Valladolid
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Evangelio de hoy y lecturas
“ Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento
Primera lectura
Lectura del libro de Isaías 63, 16b-17. 19b; 64, 2b-7
Tú, Señor, eres nuestro padre,
tu nombre de siempre es «Nuestro redentor».
Señor, ¿por qué nos extravías de tus caminos
y endureces nuestro corazón para que no te tema?
Vuélvete, por amor a tus siervos
y a las tribus de tu heredad.
¡Ojalá rasgases el cielo y bajases,
derritiendo los montes con tu presencia!
Bajaste, y los montes se derritieron con tu presencia.
jamás oído oyó ni ojo vio
un Dios, fuera de ti,
que hiciera tanto por el que espera en él.
Sales al encuentro del que practica la justicia
y se acuerda de tus caminos.
Estabas airado, y nosotros fracasamos:
aparta nuestras culpas, y seremos salvos.
Todos éramos impuros,
nuestra justicia era un paño manchado;
todos nos marchitábamos como follaje,
nuestras culpas nos arrebataban como el viento.
Nadie invocaba tu nombre
ni se esforzaba por aferrarse a ti;
pues nos ocultabas tu rostro
y nos entregabas en poder de nuestra culpa.
Y, sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre,
nosotros la arcilla y tú el alfarero:
somos todos obra de tu mano.
Salmo
Sal 79, 2ac y 3b. 15-16. 18-19 R. Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.
Pastor de Israel, escucha,
tú que te sientas sobre querubines, resplandece.
Despierta tu poder y ven a salvarnos. R.
Dios de los ejércitos, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate,
ven a visitar tu viña,
la cepa que tu diestra plantó,
y que tú hiciste vigorosa. R.
Que tu mano proteja a tu escogido,
al hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti;
danos vida, para que invoquemos tu nombre. R.
Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1, 3-9
Hermanos:
La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sean con vosotros.
En mi acción de gracias a Dios os tengo siempre presentes, por la gracia que Dios os ha dado en Cristo Jesús.
Pues por él habéis sido enriquecidos en todo: en el hablar y en el saber; porque en vosotros se ha probado el testimonio de Cristo.
De hecho, no carecéis de ningún don, vosotros que aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.
El os mantendrá firmes hasta el final, para que no tengan de que acusaros en el día de Jesucristo, Señor nuestro.
Dios os llamó a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo,
Señor nuestro. ¡Y él es fiel!
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Marcos 13, 33-37
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
–«Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento.
Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara.
Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos.
Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!»
Comentario bíblico
de Fray Miguel de Burgos Núñez - Maestro y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura
También puede ver el comentario de: Fr. Gerardo Sánchez Mielgo - Convento de Santo Domingo. Torrent (Valencia)
Comenzamos desde ahora un nuevo tiempo litúrgico y el Adviento nos pone en sintonía con las realidades de espera y esperanza que no se pueden sostener, desde luego, en la impronta que marca a una generación frustrada. El Adviento es todo un símbolo que sirve para defender la dignidad de los hombres, de nuestra naturaleza, de nuestras posibilidades e inteligencia, no a costa de Dios, sino porque aceptamos que la humanidad no tiene futuro sin el Dios del Adviento, el Dios de la encarnación, el Dios que lo da todo por nosotros. El Adviento, que viene de parte de Dios como diálogo previo de la Encarnación, es una llamada a deshacer el "infierno de las tinieblas" que a veces nosotros, la humanidad, provocamos de mil formas y maneras.
Iª Lectura: Isaías (63,16-17;64,1.3-8): Dios Redentor y Padre
I.1. La primera lectura está entresacada del libro de Isaías (63,16-17;64,1.3-8), y es la reflexión de un profeta (conocido por muchos como Tercer Isaías) que después del exilio de Babilonia sabe lo que es la crisis de identidad de su pueblo. Un pueblo que vive sin Dios, buscando simplemente subsistir, no tiene futuro, porque no tiene esperanza. El profeta, puesto en lugar de los sencillos y de las almas anhelantes, nos ofrece un "credo" majestuoso sobre quién es Dios: nuestro padre y nuestro redentor. (Qué anhelo tan fuerte se siente! Quiere que el cielo se rasgue y baje Dios en persona... Y ya percibe el profeta que esto ha sucedido.
I.2. Efectivamente Dios no se ha quedado en su cielo, sino que ha bajado para ser uno de nosotros y enseñarnos a practicar la justicia y la solidaridad. Este Dios ha venido para salvarnos y liberarnos. Esto sucedió, en realidad, en el s. I, con Jesús de Nazaret, el profeta nuevo de Galilea, desde cuando comienza a contarse una historia nueva. Pero muchos siglos antes, hombres, profetas como el Trito-Isaías, lo intuyeron como si lo estuvieran viendo con sus ojos. Desafiando, incluso, la memoria de los padres del pueblo, Abrahán e Israel (considerando éste como uno de los antepasados) que ya no pueden proteger a los suyos (son solo recuerdo), no le queda más remedio que recurrir a Dios. No puede ser de otra manera, porque es el único que puede responder, porque es el único que sabe comprometerse.
I.3. El profeta repasa la situación anterior y comprende que el pueblo se ha olvidado de Dios. ¿Qué puede ocurrir? En las religiones de dioses celosos, la venganza divina se hubiera dado por descontado. Pero cuando se tiene un Dios de verdad, con entrañas de misericordia, que considera a los hombres como hijos, entonces sale a relucir lo que Dios es: padre y redentor (go´el). Sin Dios, padre del pueblo, no hay nada que hacer. Es de los pocos textos del AT que usa esta expresión para hablar de Dios como “padre” del pueblo. Dios siempre sabe inventar algo nuevo para los suyos, y en este caso, el profeta, quita el título a los patriarcas para dárselo a Dios, porque Dios es más “padre” que los epónimos, los antepasados. De eso no se vive y hay que reconocerlo. Así es como se “rasgará” el cielo y vendrá el rocío que en tierra de “desierto” es como el maná, como el agua. Esta es una de las imágenes del Adviento. Y entonces el hombre aprenderá a no ser más de lo que debe ser. De ahí que teniendo a Dios como “padre y redentor”, no importa sentirse como el “barro en manos del alfarero”, porque de sus manos siempre sale un vaso nuevo.
IIª Lectura: Iª Corintios (1,3-9): El "conocimiento" como experiencia de salvación
II.1. La segunda lectura es, concretamente, el proemio de la carta de Pablo a la comunidad de Corinto, aquella que habría de darle mucho quehacer pastoral y teológico. En esas comunidades había grupos bien diversos; algunos buscarán caminos de perfección y de conocimiento más altos y exigentes. Viven bajo la espera de la venida de Jesucristo y el Apóstol los alienta para que sin perder esa dimensión tan esencial de su fe no olviden que lo más importante, no obstante, es vivir la vida de Jesucristo. En esa tensión escatológica no valen de nada las elucubraciones y los miedos: quien vive la vida del Señor; quien tiene sus sentimientos, heredará la verdadera vida.
II.2. La comunidad, muy heterogénea, muy plural y muy problemática, se vanagloriaba de su elocuencia y de sus carismas (cc. 12-14). Pablo menciona aquí el “conocimiento” de que hacen gala algunos de la comunidad. ¿Qué conocimiento? Quizás el de la inteligencia (la gnosis, de los griegos). ¿Qué les falta? El conocimiento que viene de la revelación de Dios y que los pondrá en trace de esperar el “día de nuestro Señor Jesucristo”, la “parusía”. En aquellos momentos incluso Pablo pensaba que ese día vendría pronto, como manifestación de la acción salvadora de Dios sobre este mundo y sobre la historia. Y para ese día no hay que prepararse con “conocimiento”, sino desde la praxis de una vida llena de sentido.
Evangelio: Marcos (13,33-37): La vigilancia, una llamada a la esperanza
III.1. El evangelio de Marcos propio del Ciclo B que inauguramos con este Adviento, insiste en el tema de la carta de Pablo. El c. 13 de Marcos se conoce como el "discurso escatológico" porque se afrontan las cosas que se refieren al final de la vida y de los tiempos. Es un discurso que tiene muchos parecidos con la literatura del judaísmo de la época que estaba muy determinada para la irrupción del juicio de Dios para cambiar el rumbo de la historia. Los otros evangelistas lo tomarían de Marcos y lo acomodarían a sus propias ideas. En todo caso, este discurso no corresponde exactamente a la idea que Jesús de Nazaret tenía sobre el fin del mundo o sobre la consumación de la historia.
III.2. Es bastante aceptado que es un discurso elaborado posteriormente, en situaciones nuevas y de crisis, sobre una “tradición” de Jesús y también de algo sucedido en tiempo del emperador Calígula. Aquí, el evangelista, se vale de la parábola del portero que recibe poderes para vigilar la casa hasta que el dueño vuelva. Estamos ante el final del discurso, y se ve que es como una especie de consecuencia que saca, el redactor del evangelio, de la tradición que le ha llegado a raíz de los acontecimientos que han podido marcar la crisis de Calígula, un hombre que no era agraciado ni en el cuerpo ni en el espíritu, como cuenta de él Suetonio (Calig., L). Los judíos habían derribado un altar pagano en Yamnia, y el emperador mandó hacer en el templo de Jerusalén un altar a Zeus. Para los judíos y los judeo-cristianos supuso una crisis de resistencia como oprimidos frente al poder del mundo. En aquél entonces algunos judeo-cristianos no habían roto todavía con el judaísmo y con el templo. No pueden desear otra cosa que legitimar su anhelo religioso en aras de una visión apocalíptica de la historia: sobre todo, es necesaria la fidelidad a Dios antes que la lealtad a los poderes del mundo que oprimen.
III.3. En la historia de la humanidad siempre se repiten momentos de crisis; situaciones imposibles de dominar desde el punto de vista social y político, cuando no es una catástrofe natural. La interpretación religiosa de esos acontecimientos se presta a muchos matices y a veces a falsas promesas. El hecho de que no se pueda asegurar el día y la hora pone en evidencia a los grupos sectarios que se las pintan muy bien para atemorizar a personas abrumadas psicológicamente. El lenguaje apocalíptico, que no era lo propio de Jesús, se convierte para algunos en la panacea de la interpretación religiosa en los momentos de crisis y de identidad.
III.4. Hoy, sin embargo, debemos interpretar lo apocalíptico con sabiduría y en coherencia con la idea que Jesús tenía de Dios y de su acción salvadora de la humanidad. Se pide "vigilancia". ¿Qué significa? Pues que vivamos en la luz, en las huellas del Dios vivo, en el ámbito del Dios de la encarnación como misterio de donación y entrega. Ese es el secreto de la vigilancia cristiana y no las matemáticas o la precisión informática de nuestro final. Esto último no merece la pena de ninguna manera. Pero vigilar, es tan importante como saber vivir con dignidad y con esperanza. Hablar de la “segunda” venida del Señor hoy no tendría mucho sentido si no la entendemos como un encuentro a nivel personal y de toda la humanidad con aquél que ha dado sentido a la historia; un encuentro y una consumación, porque este mundo creado por Dios y redimido por Jesucristo no se quedará en el vacío, ni presa de un tiempo eternizado. Dios, por Jesucristo, consumará la historia como Él sabe hacerlo y no como los Calígula de turno pretenden protagonizar. Es esto lo que hay que esperar, y el Adviento debe sacar en nosotros a flote esa esperanza cristiana: todo acabará bien, en las manos de Dios.
Fray Miguel de Burgos Núñez
Maestro y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura
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