Posted: 25 Apr 2017 03:02 PM PDT
La perfección cristiana no está en “leer” de corrido muchas oraciones...
Antes que todo hagámonos unas preguntas: ¿La Iglesia aprueba las revelaciones privadas? ¿Se deben aceptar las revelaciones privadas? La Iglesia no acepta ninguna revelación privada como parte de su fe. ¿Por qué? Porque Dios lo ha dicho todo en Jesucristo y no tiene nada más que agregar.
“Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros padres por medio de los profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por su Hijo” (Hb 1, 1-2). Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, es la Palabra única, perfecta e insuperable del Padre. En Él lo dice todo, no habrá otra palabra más que esta…” (Catecismo, 65).
“A lo largo de los siglos ha habido revelaciones llamadas “privadas”, algunas de las cuales han sido reconocidas por la autoridad de la Iglesia. Estas, sin embargo, no pertenecen al depósito de la fe. Su función no es la de “mejorar” o “completar” la Revelación definitiva de Cristo, sino la de ayudar a vivirla más plenamente en una cierta época de la historia. La fe cristiana no puede aceptar “revelaciones” que pretenden superar o corregir la Revelación de la que Cristo es la plenitud” (Catecismo, 67).
Para los fieles católicos no hace falta más promesa que la vida eterna prometida por el Señor a quienes le aman y guardan sus mandamientos (Mt 7, 21). Aun cuando la Iglesia reconozca como auténtica una revelación privada, nunca se la propone como objeto de fe de obligación universal; las revelaciones privadas no son nunca dogma de fe.
Por tanto no es necesario ni obligatorio (para no caer en errores y/o en confusiones) darles a las revelaciones privadas el asentimiento de fe.
Unas de estas revelaciones privadas (las magníficas 21 promesas) son las que recibió santa Brígida o al menos son atribuidas a ella. Entre las devociones populares se encuentran las 15 oraciones (enfocadas en la Pasión de Jesús) de santa Brígida, a las que están ligadas unas promesas. El cumplimiento de las supuestas promesas está condicionado al rezo diario e ininterrumpido, por un año entero (365 días), de dichas oraciones.
Aquí tenemos un primer problema, pues si se falla un solo día, aunque se esté acabando el doceavo mes, se pierde absolutamente todo, hay que volver a comenzar de cero. Y no vale hacer la serie dos veces al día para reponer la del día anterior que se perdió. ¿La salvación depende de esto? Esto suena a superstición. Hay que recordar que el supersticioso funda su salvación en motivos al margen del plan de Dios.
¿Cuál es el sentido de las quince oraciones diarias durante 365 días del año? Supuestamente Dios, en la Basílica de San Pablo Extramuros en Roma, le reveló a santa Brígida que Jesús recibió 5.480 azotes en su Cuerpo Sagrado durante la Pasión. Por tanto rezar las 15 oraciones diariamente por un año, junto con 15 Padrenuestros y Avemarías, tendría como fin honrar cada una de las heridas de Cristo.
Y aquí ya tenemos un segundo problema pues en realidad, 15 x 365 da 5.475 (cosa que no coincide con la cifra supuestamente revelada). ¿Que Dios haya dicho que Jesús haya recibido 5.480 azotes? Esto es difícil e innecesario de creer.
Pero el problema mayor no es tanto el número de azotes sino las promesas. Hay que tener en cuenta que las oraciones en sí mismas no fueron condenadas, pero las promesas sí fueron rechazadas por la Iglesia; estas promesas no gozan de aprobación.
Algunas de estas pueden ser acordes con la enseñanza de la Iglesia, pero otras definitivamente no. Consideremos algunas de las que no:
a.- “Quien rezare estas oraciones obtendrá el primer grado de la perfección”. ¿Cuál es el primer grado de la perfección? Esto es confuso. Rezar estas oraciones diariamente por un año implica obviamente un esfuerzo que tendría algún resultado positivo para quien las reza pero no garantiza algún grado de perfección y menos aún el máximo.
¿Si se consiguiera ese grado de perfección se mantendrá y acrecentará en los años siguientes cuando se deje de hacer estas oraciones? La perfección cristiana no está en “leer” de corrido muchas oraciones. Además aunque sea difícil de hacer diariamente por un año esas oraciones las personas que las hagan no estarán necesariamente al final más cerca de la perfección de cuando empezaron.
b.- “Quince días antes de su muerte, le daré mi precioso Cuerpo a fin de que escape del hambre eterno; y le daré mi preciosa Sangre a beber, no sea que esté sedienta por siempre”. Hay que tener en cuenta que cuando recibimos la comunión eucarística recibimos al mismo tiempo la preciosa Sangre de Jesús. ¿Por qué entonces aquí se separan o se haga necesaria esa distinción?
c.- “Quince almas de su linaje serán confirmadas y preservadas en la gracia”. Indiferentemente del número de almas, ¿cómo es posible que alguien sea “confirmado” en la gracia? Nadie puede estar seguro de su salvación; la salvación no es algo automático, mucho menos puede darse gratuitamente esta seguridad a unos descendientes que sin el menor esfuerzo por parte de estos querrán crecer en la fe.
d.- “Sépase que quien haya estado viviendo en pecado mortal por 30 años, pero que rezare devotamente, o tenga la intención de rezar, estas oraciones, le perdonará el Señor todos sus pecados”. ¿Sólo con tener la intención de hacer las oraciones la persona recibe el perdón de 30 años de pecados? Esto no concuerda con otras promesas dadas a otras revelaciones privadas. ¿Por qué se prescinde del sacramento de la confesión?
Suponiendo que una persona muere tempestivamente con 29 o 31 años viviendo en pecado grave, ¿sería ya de repente inefectiva la oración? Además el rezar por un año estas oraciones no constituye un acto de contrición perfecto pues la persona podría orar por miedo al infierno o miedo a los castigos divinos, y esto sólo sería una atrición.
De manera pues que hay muchos errores teológicos. Como no es seguro que esas promesas fueran de origen sobrenatural, la Iglesia desaconseja tener en cuenta estas promesas fruto de una revelación privada.
Henry Vargas Holguín
Fuente: Aleteia
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