MADRID, 24 Abr. 17 / 10:12 pm (ACI).- En Marruecos los cristianos deben celebrar la Semana Santa “escondidos”, afirmó Mustapha Susi, un converso del islam cuyo testimonio ha sido recogido por un medio español donde relata la falta de libertad religiosa que sufren los cristianos en este país del norte de África.
El diario El Español ha publicado un reportaje en el que Mustapha habla de la falta de libertad religiosa en Marruecos, cuyo “Código Penal castiga el proselitismo de otra religión con seis meses de cárcel”.
Siete años después de que abriera la Biblia por primera vez, en 1994, se convirtió al cristianismo y pensaba que “era el único cristiano del país”.
Poco después pudo celebrar la Navidad con algunos cristianos más que vivían en clandestinidad.
Su conversión le ha costado el rechazo de su familia, quienes le han pedido que se quite el apellido. De sus siete hermanos, tan sólo dos le mantienen el saludo.
Hace tres meses que Mustapha se define cristiano en público, lo que ha hecho que la discriminación aumente, hasta el punto de que decidió cambiar de ciudad para evitar el rechazo que sufrían su mujer y sus dos hijos.
Según asegura en el reportaje publicado por El Español: “Soy 100 por cien marroquí, amo a mi país, a mi rey, a nuestro pueblo, pero soy cristiano".
Sin embargo, actualmente en Marruecos esto no se acepta de manera tan sencilla.
Cada sábado un pequeño grupo de cristianos, entre los que se encuentra Mustapha se reúnen en casa de un matrimonio en la ciudad de Casablanca (Marruecos) para rezar y leer juntos la Sagrada Escritura.
Este grupo de cristianos marroquíes aseguran que celebran la Semana Santa “escondidos porque no tenemos el derecho a compartir nuestra felicidad con otros cristianos en público”.
Pero las conversiones siguen en Marruecos. De hecho, muchos musulmanes han conocido la fe a través de diversos canales de televisión. No hay datos sobre el número de conversiones al cristianismo, pero se estima que rondan entre los 8 mil y los 10 mil fieles.
“Hay más, pero no lo dicen porque no es fácil en un país musulmán, donde te quedas sin trabajo y tu familia te repudia”, explica una de las cristianas que asiste a los grupos de oración de los sábados.
Pero existen grandes dificultades para que los marroquíes puedan practicar libremente una fe distinta a la musulmana. De hecho, Mustapha recuerda que en el año 2010 expulsaron a todos los misioneros de Marruecos y la gran mayoría de las iglesias tuvieron que cerrar.
Fue entonces cuando los marroquíes cristianos comenzaron a tomar las riendas y a dirigir las comunidades “porque si un extranjero dirigía un grupo, la autoridad lo expulsaba y éste desaparecía”, asegura Mustapha.
El pasado 27 de mayo, miembros de la Coordinadora Nacional de Marroquíes Cristianos mantuvieron un encuentro con el secretario general del Consejo Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), Mohamed Sebbar.
Durante la reunión pidieron poder enterrarse en cementerios cristianos o poner nombres bíblicos a sus hijos. También insistieron en la importancia de tener la libertad de rezar en las iglesias, ya que la libertad de culto sólo está garantizada para los extranjeros.
Aunque saben que tienen todavía mucho camino por delante, no se desaniman y sueñan con la creación de una televisión o con la posibilidad de que en las escuelas se imparta la asignatura de Religión cristiana.
Según precisan, desde la Coordinadora Nacional de Marroquíes Cristianos uno de los trabajos más urgentes para terminar con esa discriminación es “informar, hablar”, para que se vea que “no solo hay musulmanes en Marruecos, también están los cristianos, los judíos, y otras religiones”.
A pesar del esfuerzo y la valentía de estos cristianos, actualmente según el Código Penal marroquí se castiga con hasta seis meses de cárcel a “cualquiera que incite a un musulmán a flaquear en la fe y convertirse a otra religión”. Esto incluye a los musulmanes conversos.
Aunque hay leves signos de apertura. Durante el año 2017 se propuso que abandonar la fe islámica sólo se castigara si fuera constitutiva de “alta traición a la nación”.
Sin embargo, todavía hay quienes desafían a las autoridades por vivir su fe. Porque, como afirma Mustapha, “es el momento de dejar de poner la luz en un cajón”.
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