EL ESPÍRITU SANTO, EL PARÁCLITO, CONSOLADOR, ABOGADO Y DON DE DIOS
Escrito por servcathispano en Espiritu Santo, Festividades, Pentecostés
El Espíritu Santo, el Paráclito, Consolador, Abogado y Don de Dios
El Espíritu Santo es la “Tercera Persona de la Santísima Trinidad”
En el momento del Credo decimos ’creo en el Espíritu Santo’. Muchos cristianos que rezan el credo y repiten esta afirmación pero no saben lo que es el Espíritu Santo. El Espíritu Santo no es un ángel guardián, tampoco es una fuerza en el sentido impersonal, sino una Persona divina: Es la tercera persona de la Santísima Trinidad.
El decir ’creo en el Espíritu Santo’ es profesar que el Espíritu Santo es una de las personas de la Santísima Trinidad; la tercera persona. Dios como el Padre y como el Hijo; que merece la misma adoración que el Padre y el Hijo; como el Padre y el Hijo es creador, hacedor de todas las cosas, santificador.
Por eso cuando hacemos la señal de la cruz, nos santiguamos en el nombre de cada una de las tres personas de la Trinidad, y cuando rezamos el Gloria nombramos a cada una de las tres personas de la Santísima Trinidad.
Usualmente los cristianos hablan más y conocen más sobre Dios Padre y sobre Dios Hijo que sobre Dios Espíritu Santo. Por eso, hubo uno que lo llamó ’el Gran Desconocido’.
En el Nuevo Testamento se le dan varios nombres:
-Jesucristo lo llama ’el Paráclito’, que significa ’consolador’. En nuestros sufrimientos, en las tribulaciones, el Espíritu Santo es quien nos consuela. Por eso uno de los antiguos himnos de la Iglesia le pedía cantando: riega lo que árido, sana lo que está enfermo, ayuda lo que es débil, aligera lo que es pesado.
-Vivificante: porque El nos da la vida (cf. Gal 5,25). El nos engendra en el bautismo, nos hace hijos de Dios y nos hace nacer espiritualmente.
-Abogado: porque nos defiende. Dice San Pablo: ’el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos pedir como nos conviene; mas el Espíritu mismo intercede por nosotros como gemidos inefables’ (Rom 8,26).
-Don de Dios: porque es el gran regalo que nos hace Dios; enviarnos al Espíritu Santo.
-Santificador: porque es el que produce la santidad en nuestros corazones; El suscita en nuestros corazones las virtudes y las buenas cualidades que nos hacen santos y agradables a Dios. Por eso dice San Pablo que los frutos del E.S. son: caridad, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza (Gal 5,22-23).
-Espíritu de verdad: porque El es el que hace a los Apóstoles que se acuerden de todo lo que ha dicho Jesucristo, y El es el que hace que los cristianos y especialmente el Papa entiendan las Sagradas Escrituras sin equivocarse.
Al Espíritu Santo se le representa de diferentes formas:
Fuego: Simboliza la energía transformadora de los actos del Espíritu.
Agua: El simbolismo del agua es significativo de la acción del Espíritu Santo en el Bautismo, ya que el agua se convierte en el signo sacramental del nuevo nacimiento.
La Paloma: En el Bautismo de Jesús, el Espíritu Santo aparece en forma de paloma y se posa sobre Él.
Nube y luz: Símbolos inseparables en las manifestaciones del Espíritu Santo. Así desciende sobre la Virgen María para “cubrirla con su sombra”. En el Monte Tabor, en la Transfiguración, el día de la Ascensión; aparece una sombra y una nube.
Sello: Es un símbolo cercano al de la unción. Indica el carácter indeleble de la unción del Espíritu en los sacramentos y hablan de la consagración del cristiano.
Unción: Simboliza la fuerza. La unción con el óleo es sinónima del Espíritu Santo. En el sacramento de la Confirmación se unge al confirmado para prepararlo a ser testigo de Cristo.
La Mano: Mediante la imposición de manos los Apóstoles y ahora los Obispos, trasmiten el “don del Espíritu”.
Espíritu Santo en forma de Paloma
Cuando Nuestro Señor y Salvador Jesucristo estableció su Iglesia, prometió a sus Apóstoles que enviaría a otro Consolador, a quien llamó el Espíritu de Verdad. Leemos en el Evangelio de San Juan:
“Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de Verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce” (Jn. 14:16).
“Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Jn. 14:26).
“Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de Verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí. Y vosotros daréis testimonio también, porque habéis estado conmigo desde el principio” (Juan 15:26).
“Os conviene que yo me vaya; porque si nome fuese, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré” (Jn. 16:7).
“Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad” (Jn. 16:13).
Por eso cuando hacemos la señal de la cruz, nos santiguamos en el nombre de cada una de las tres personas de la Trinidad, y cuando rezamos el Gloria nombramos a cada una de las tres personas de la Santísima Trinidad.
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