miércoles, 3 de marzo de 2021

Liturgia de las horas P. Paco Rebollo SIERVOS DEL DIVINO AMOR. OFICIO DE LECTURA, LAUDES, HORAS INTERMEDIAS, VÍSPERAS Y COMPLETAS 4 DE MARZO JUEVES II DE CUARESMA

 




Propio del Tiempo. Salterio II

 

OFICIO DE LECTURA

 

INVITATORIO

 

Si ésta es la primera oración del día:

 

V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza

 

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

 

Ant. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»

 

 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

 

Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.

 

Porque el Señor es un Dios grande,

soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las simas de la tierra,

son suyas las cumbres de los montes;

suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.

 

Venid, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.

 

Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

 

Durante cuarenta años

aquella generación me repugnó, y dije:

Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»

 

Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

Himno: SI ME DESECHAS TÚ, PADRE AMOROSO

 

Si me desechas tú, Padre amoroso,

¿a quién acudiré que me reciba?

Tú al pecador dijiste generoso

que no quieres su muerte, ¡oh Dios piadoso!,

sino que llore y se convierta y viva.

 

Cumple en mí la palabra que me has dado

y escucha el ansia de mi afán profundo,

no te acuerdes, Señor, de mi pecado;

piensa tan sólo que en la cruz clavado

eres, Dios mío, el Redentor del mundo. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Nos diste, Señor, la victoria sobre el enemigo; por eso damos gracias a tu nombre.

 

Salmo 43 I ORACIÓN DEL PUEBLO DE DIOS QUE SUFRE ENTREGADO A SUS ENEMIGOS

 

¡Oh Dios!, nuestros oídos lo oyeron,

nuestros padres nos lo han contado:

la obra que realizaste en sus días,

en los años remotos.

 

Tú mismo, con tu mano, desposeíste a los gentiles,

y los plantaste a ellos;

trituraste a las naciones,

y los hiciste crecer a ellos.

 

Porque no fue su espada la que ocupó la tierra,

ni su brazo el que les dio la victoria;

sino tu diestra y tu brazo y la luz de tu rostro,

porque tú los amabas.

 

Mi rey y mi Dios eres tú,

que das la victoria a Jacob:

con tu auxilio embestimos al enemigo,

en tu nombre pisoteamos al agresor.

 

Pues yo no confío en mi arco,

ni mi espada me da la victoria;

tú nos das la victoria sobre el enemigo

y derrotas a nuestros adversarios.

 

Dios ha sido siempre nuestro orgullo,

y siempre damos gracias a tu nombre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Nos diste, Señor, la victoria sobre el enemigo; por eso damos gracias a tu nombre.

 

Ant 2. Perdónanos, Señor, y no entregues tu heredad al oprobio.

 

Salmo 43 II

 

Ahora, en cambio, nos rechazas y nos avergüenzas,

y ya no sales, Señor, con nuestras tropas:

nos haces retroceder ante el enemigo,

y nuestro adversario nos saquea.

 

Nos entregas como ovejas a la matanza

y nos has dispersado por las naciones;

vendes a tu pueblo por nada,

no lo tasas muy alto.

 

Nos haces el escarnio de nuestros vecinos,

irrisión y burla de los que nos rodean;

nos has hecho el refrán de los gentiles,

nos hacen muecas las naciones.

 

Tengo siempre delante mi deshonra,

y la vergüenza me cubre la cara

al oír insultos e injurias,

al ver a mi rival y a mi enemigo.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Perdónanos, Señor, y no entregues tu heredad al oprobio.

 

Ant 3. Levántate, Señor, y redímenos por tu misericordia.

 

Salmo 43 III

 

Todo esto nos viene encima,

sin haberte olvidado

ni haber violado tu alianza,

sin que se volviera atrás nuestro corazón

ni se desviaran de tu camino nuestros pasos;

y tú nos arrojaste a un lugar de chacales

y nos cubriste de tinieblas.

 

Si hubiéramos olvidado el nombre de nuestro Dios

y extendido las manos a un dios extraño,

el Señor lo habría averiguado,

pues él penetra los secretos del corazón.

 

Por tu causa nos degüellan cada día,

nos tratan como a ovejas de matanza.

Despierta, Señor, ¿por qué duermes?

Levántate, no nos rechaces más.

¿Por qué nos escondes tu rostro

y olvidas nuestra desgracia y opresión?

 

Nuestro aliento se hunde en el polvo,

nuestro vientre está pegado al suelo.

Levántate a socorrernos,

redímenos por tu misericordia.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Levántate, Señor, y redímenos por tu misericordia.

 

V. El que medita la ley del Señor.

R. Da fruto a su tiempo.

 

PRIMERA LECTURA

 

Del libro del Deuteronomio 30, 1-20

 

PROMESA DE PERDÓN DESPUÉS DEL DESTIERRO

 

En aquellos días, dijo Moisés al pueblo estas palabras:

 

«Cuando se cumplan en ti todas estas cosas -la bendición y la maldición que te he propuesto- y las medites, viviendo entre los pueblos adonde te habrá expulsado el Señor, tu Dios, si vuelves al Señor, tu Dios, si escuchas su voz en todo lo que yo te mando hoy, tú y tus hijos, con todo el corazón y con toda el alma, entonces el Señor, tu Dios, cambiará tu suerte y tendrá piedad de ti, te reunirá, sacándote de todos los pueblos por donde te dispersó; aunque tus desterrados se encuentren en los últimos confines del cielo, de ahí los recogerá el Señor, tu Dios, de allí irá a tomarte para conducirte de nuevo a la tierra que habían poseído tus padres, para darte posesión de ella, para hacerte feliz y hacerte crecer más que a tus padres.

 

El Señor, tu Dios, circuncidará tu corazón y el de tus descendientes, para que ames al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, y para que vivas. Entonces el Señor, tu Dios, hará recaer sus maldiciones sobre tus enemigos, los que te habían perseguido con saña. Tú volverás a escuchar la voz del Señor, tu Dios, y cumplirás todos los preceptos suyos que yo te mando hoy. El Señor, tu Dios, hará prosperar tus empresas, el fruto de tus entrañas, el fruto de tu ganado y el fruto de tu tierra, porque el Señor, tu Dios, volverá a alegrarse contigo de tu prosperidad, como se alegraba con tus padres, si escuchas la voz del Señor, tu Dios, si guardas sus preceptos y mandatos, los que están escritos en el código de esta ley, y si te conviertes al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma.

 

Porque el precepto que yo te mando hoy no es cosa que te exceda, ni inalcanzable; no está en el cielo, para que digas: "¿Quién subirá por nosotros al cielo a buscarlo, para que nos lo dé a conocer y lo pongamos en práctica?"; ni está más allá del mar, para que tengas que decir: "¿Quién cruzará por nosotros el mar y nos lo traerá y nos lo proclamará, para que lo cumplamos?"; sino que el mandamiento está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca. Cúmplelo.

 

Mira: hoy te pongo delante la vida y el bien, la muerte y el mal. Si obedeces lo que yo te mando hoy, amando al Señor, tu Dios, siguiendo sus caminos, guardando sus preceptos, mandatos y decretos, vivirás y crecerás: el Señor, tu Dios, te bendecirá en la tierra en donde vas a entrar para conquistarla. Pero si tu corazón se desvía y no obedeces, si te dejas arrastrar y te prosternas, dando culto a dioses extranjeros, yo te anuncio hoy que morirás sin remedio, que, después de pasar el Jordán y de entrar en la tierra para tomarla en posesión, no vivirás muchos años en ella.

 

Hoy cito como testigos contra vosotros al cielo y a la tierra: te pongo delante vida y muerte, bendición y maldición: Elige la vida, y viviréis tú y tu descendencia, amando al Señor, tu Dios, escuchando su voz, adhiriéndote a él, pues él es tu vida y tus muchos años en la tierra que juró dar a tus padres Abraham, Isaac y Jacob.»

 

RESPONSORIO    Jr 29, 13-14; Mt 7, 7

 

R. Me buscaréis y me encontraréis si me buscáis de todo corazón. * Me dejaré encontrar y cambiaré vuestra suerte.

V. Buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá.

R. Me dejaré encontrar y cambiaré vuestra suerte.

 

SEGUNDA LECTURA

 

De los Tratados de san Hilario, obispo, sobre los salmos

(Salmo 127, 1-3: CSEL 24, 628-630)

 

EL VERDADERO TEMOR DEL SEÑOR

 

¡Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos! Hay que advertir que, siempre que en las Escrituras se nos habla del temor del Señor, nunca se nos habla de él solo, como si bastase para la perfección de la fe, sino que va siempre acompañado de muchas otras nociones que nos ayudan a entender su naturaleza y perfección; como vemos en lo que está escrito en el libro de los Proverbios: Si invocas a la inteligencia y llamas a la prudencia, si la procuras como el dinero y la buscas como un tesoro, entonces comprenderás el temor del Señor.

 

Vemos, pues, cuántos pasos hay que dar previamente para llegar al temor del Señor. Antes, en efecto, hay que invocar a la inteligencia, llamar a la prudencia, procurarla como el dinero y buscarla como un tesoro. Así se llega a la comprensión del temor del Señor. Porque el temor, en la común opinión de los hombres, tiene otro sentido.

 

El temor, en efecto, es el miedo que experimenta la debilidad humana cuando teme sufrir lo que no querría. Se origina en nosotros por la conciencia del pecado, por la autoridad del más poderoso, por la violencia del más fuerte, por la enfermedad, por el encuentro con un animal feroz, por la amenaza de un mal cualquiera. Esta clase de temor no necesita ser enseñado, sino que surge espontáneo de nuestra debilidad natural. Ni siquiera necesitamos aprender lo que hay que temer, sino que las mismas cosas que tememos nos infunden su temor.

 

En cambio, con respecto al temor del Señor, hallamos escrito: Venid, hijos, escuchadme: os instruiré en el temor del Señor. Así, pues, el temor de Dios ha de ser aprendido, ya que es enseñado. No radica en el miedo, sino en la instrucción racional; ni es el miedo connatural a nuestra condición, sino que consiste en la observancia de los preceptos, en las obras de una vida inocente, en el conocimiento de la verdad.

 

Para nosotros, el temor de Dios radica en el amor, y en el amor halla su perfección. Y la prueba de nuestro amor a Dios está en la obediencia a sus consejos, en la sumisión a sus mandatos, en la confianza en sus promesas. Oigamos lo que nos dice la Escritura: Ahora, Israel, ¿qué es lo que te exige el Señor, tu Dios? Que temas al Señor, tu Dios, que sigas sus caminos y lo ames, que guardes sus preceptos con todo el corazón y con toda el alma, para tu bien.

 

Muchos son los caminos del Señor, aunque él en persona es el camino. Y, refiriéndose a sí mismo, se da a sí mismo el nombre de camino, y nos muestra por qué se da este nombre, cuando dice: Nadie va al Padre sino por mí.

 

Por lo tanto, hay que buscar y examinar muchos caminos e insistir en muchos de ellos para hallar, por medio de las enseñanzas de muchos, el único camino seguro, el único que nos lleva a la vida eterna. Hallamos, en efecto, varios caminos en la ley, en los profetas, en los evangelios, en los apóstoles, en las distintas obras mandadas; dichosos los que, movidos por el temor de Dios, caminan por ellos.

 

RESPONSORIO    Sir 2, 19; Lc 1, 50

 

R. Los que temen ofender al Señor buscan lo que es de su agrado; * los que lo aman cumplen su ley.

V. Su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

R. Los que lo aman cumplen su ley.

 

ORACIÓN.

 

OREMOS,

Dios nuestro, que amas la inocencia y la devuelves a quienes la han perdido, atrae hacia ti nuestros corazones, para que, inflamados por el fuego de tu Espíritu, permanezcamos firmes en la fe y seamos diligentes para hacer el bien. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

LAUDES

(Oración de la mañana)

 

INVITATORIO

(Si Laudes no es la primera oración del día

se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)

 

V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza

 

Ant. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»

 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

 

Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.

 

Porque el Señor es un Dios grande,

soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las simas de la tierra,

son suyas las cumbres de los montes;

suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.

 

Venid, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.

 

Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

 

Durante cuarenta años

aquella generación me repugnó, y dije:

Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»

 

Himno: PASTOR QUE CON TUS SILBOS AMOROSOS.

 

Pastor que con tus silbos amorosos

me despertaste del profundo sueño:

tú, que hiciste cayado de ese leño

en que tiendes los brazos poderosos,

 

vuelve los ojos a mi fe piadosos,

pues te confieso por mi amor y dueño

y la palabra de seguir te empeño

tus dulces silbos y tus pies hermosos.

 

Oye, Pastor, pues por amores mueres,

no te espante el rigor de mis pecados,

pues tan amigo de rendidos eres.

 

Espera, pues, y escucha mis cuidados.

Pero ¿cómo te digo que me esperes,

si estás, para esperar, los pies clavados? Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Despierta tu poder, Señor, y ven a salvarnos.

 

Salmo 79 - VEN A VISITAR TU VIÑA

 

Pastor de Israel, escucha,

tú que guías a José como a un rebaño;

tú que te sientas sobre querubines, resplandece

ante Efraím, Benjamín y Manasés;

despierta tu poder y ven a salvarnos.

 

¡Oh Dios!, restáuranos,

que brille tu rostro y nos salve.

 

Señor Dios de los ejércitos,

¿hasta cuándo estarás airado

mientras tu pueblo te suplica?

 

Le diste a comer llanto,

a beber lágrimas a tragos;

nos entregaste a las disputas de nuestros vecinos,

nuestros enemigos se burlan de nosotros.

 

Dios de los ejércitos, restáuranos,

que brille tu rostro y nos salve.

 

Sacaste una vid de Egipto,

expulsaste a los gentiles, y la trasplantaste;

le preparaste el terreno y echó raíces

hasta llenar el país;

 

su sombra cubría las montañas,

y sus pámpanos, los cedros altísimos;

extendió sus sarmientos hasta el mar,

y sus brotes hasta el Gran Río.

 

¿Por qué has derribado su cerca

para que la saqueen los viandantes,

la pisoteen los jabalíes

y se la coman las alimañas?

 

Dios de los ejércitos, vuélvete:

mira desde el cielo, fíjate,

ven a visitar tu viña,

la cepa que tu diestra plantó,

y que tú hiciste vigorosa.

 

La han talado y le han prendido fuego:

con un bramido hazlos perecer.

Que tu mano proteja a tu escogido,

al hombre que tú fortaleciste.

No nos alejaremos de ti:

danos vida, para que invoquemos tu nombre.

 

Señor Dios de los ejércitos, restáuranos,

que brille tu rostro y nos salve.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Despierta tu poder, Señor, y ven a salvarnos.

 

Ant 2. Anunciad a toda la tierra que el señor hizo proezas.

 

Cántico: ACCION DE GRACIAS DEL PUEBLO SALVADO - Is 12, 1-6

 

Te doy gracias, Señor,

porque estabas airado contra mí,

pero ha cesado tu ira

y me has consolado.

 

Él es mi Dios y salvador:

confiaré y no temeré,

porque mi fuerza y mi poder es el Señor,

él fue mi salvación.

Y sacaréis aguas con gozo

de las fuentes de la salvación.

 

Aquel día, diréis:

Dad gracias al Señor,

invocad su nombre,

contad a los pueblos sus hazañas,

proclamad que su nombre es excelso.

 

Tañed para el Señor, que hizo proezas;

anunciadlas a toda la tierra;

gritad jubilosos, habitantes de Sión:

«¡Qué grande es en medio de ti

el Santo de Israel!».

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Anunciad a toda la tierra que el señor hizo proezas.

 

Ant 3. Aclamad a Dios, nuestra fuerza.

 

Salmo 80 - SOLEMNE RENOVACIÓN DE LA ALIANZA

 

Aclamad a Dios, nuestra fuerza;

dad vítores al Dios de Jacob:

 

acompañad, tocad los panderos,

las cítaras templadas y las arpas;

tocad la trompeta por la luna nueva,

por la luna llena, que es nuestra fiesta;

 

porque es una ley de Israel,

un precepto del Dios de Jacob,

una norma establecida para José

al salir de Egipto.

 

Oigo un lenguaje desconocido:

«Retiré sus hombros de la carga,

y sus manos dejaron la espuerta.

 

Clamaste en la aflicción, y te libré,

te respondí oculto entre los truenos,

te puse a prueba junto a la fuente de Meribá.

 

Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti;

¡ojalá me escuchases, Israel!

 

No tendrás un dios extraño,

no adorarás un dios extranjero;

yo soy el Señor Dios tuyo,

que te saqué del país de Egipto;

abre tu boca y yo la saciaré.

 

Pero mi pueblo no escuchó mi voz,

Israel no quiso obedecer:

los entregué a su corazón obstinado,

para que anduviesen según sus antojos.

 

¡Ojalá me escuchase mi pueblo

y caminase Israel por mi camino!:

en un momento humillaría a sus enemigos

y volvería mi mano contra sus adversarios;

 

los que aborrecen al Señor te adularían,

y su suerte quedaría fijada;

te alimentaría con flor de harina,

te saciaría con miel silvestre.»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Aclamad a Dios, nuestra fuerza.

 

LECTURA BREVE   Cf. 1R 8, 51a. 52-53a

 

Nosotros, Señor, somos tu pueblo y tu heredad; que tus ojos estén abiertos a las súplicas de tu siervo y a la súplica de tu pueblo Israel, para escuchar todos sus clamores hacia ti. Porque tú nos separaste para ti como herencia tuya de entre todos los pueblos de la tierra.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. Él me librará de la red del cazador.

R. Él me librará de la red del cazador.

 

V. Me cubrirá con su plumaje.

R. Él me librará de la red del cazador.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Él me librará de la red del cazador.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Hijo mío, acuérdate de que ya recibiste tus bienes en la vida; Lázaro, en cambio, recibió males.

 

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR      Lc 1, 68-79

 

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

porque ha visitado y redimido a su pueblo.

suscitándonos una fuerza de salvación

en la casa de David, su siervo,

según lo había predicho desde antiguo

por boca de sus santos profetas:

 

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos

y de la mano de todos los que nos odian;

ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,

recordando su santa alianza

y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

 

Para concedernos que, libres de temor,

arrancados de la mano de los enemigos,

le sirvamos con santidad y justicia,

en su presencia, todos nuestros días.

 

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,

porque irás delante del Señor

a preparar sus caminos,

anunciando a su pueblo la salvación,

el perdón de sus pecados.

 

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,

nos visitará el sol que nace de lo alto,

para iluminar a los que viven en tiniebla

y en sombra de muerte,

para guiar nuestros pasos

por el camino de la paz.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Hijo mío, acuérdate de que ya recibiste tus bienes en la vida; Lázaro, en cambio, recibió males.

 

PRECES

 

Celebremos la bondad de Dios, que por Cristo se reveló como Padre nuestro, y digámosle de todo corazón:

 

Acuérdate, Señor, de que somos hijos tuyos.

 

Concédenos vivir con toda plenitud el misterio de la Iglesia,

a fin de que nosotros y todos los hombres encontremos en ella un sacramento eficaz de salvación.

 

Padre, que amas a todos los hombres, haz que cooperemos al progreso de la comunidad humana

y que en todo busquemos tu reino con nuestros esfuerzos.

 

Haz que tengamos hambre y sed de justicia

y acudamos a nuestra fuente, que es Cristo, el cual entregó su vida para que fuéramos saciados.

 

Perdona, Señor, todos nuestros pecados

y dirige nuestra vida por el camino de la sencillez y de la santidad.

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres

 

Porque sabemos que somos hijos de Dios, llenos de confianza nos atrevemos a decir:

 

Padre nuestro...

 

ORACION

 

Dios nuestro, que amas la inocencia y la devuelves a quienes la han perdido, atrae hacia ti nuestros corazones, para que, inflamados por el fuego de tu Espíritu, permanezcamos firmes en la fe y seamos diligentes para hacer el bien. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

 

CONCLUSIÓN

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

HORA TERCIA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Himno: COMO EL FUEGO CALCINA

 

Como el fuego calcina

la madera reseca,

cuando el pecado nos domina,

Espíritu de Dios,

purifícanos.

 

Como el río derrama

por la tierra sus aguas

y hay flor y fruto en la rama,

Espíritu de Dios,

vivifícanos.

 

Como tu fuerte viento

hizo en el mar camino,

cuando haya duda y desaliento,

Espíritu de Dios,

ayúdanos.

 

Luz, Amor, Viento, Fuego,

los caminos de éxodo

enseña al hombre pobre y ciego.

Espíritu de Dios,

condúcenos. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Han llegado los días de penitencia; expiemos nuestros pecados y salvaremos nuestras almas.

 

Salmo 119 - DESEO DE LA PAZ

 

En mi aflicción llamé al Señor,

y él me respondió.

Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,

de la lengua traidora.

 

¿Qué te va a dar o a mandar Dios,

lengua traidora?

Flechas de arquero, afiladas

con ascuas de retama.

 

¡Ay de mí, desterrado en Masac,

acampado en Cadar!

Demasiado llevo viviendo

con los que odian la paz;

cuando yo digo: «Paz»,

ellos dicen: «Guerra».

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.

 

Levanto mis ojos a los montes:

¿de dónde me vendrá el auxilio?

El auxilio me viene del Señor,

que hizo el cielo y la tierra.

 

No permitirá que resbale tu pie,

tu guardián no duerme;

no duerme ni reposa

el guardián de Israel.

 

El Señor te guarda a su sombra,

está a tu derecha;

de día el sol no te hará daño,

ni la luna de noche.

 

El Señor te guarda de todo mal,

él guarda tu alma;

el Señor guarda tus entradas y salidas,

ahora y por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN

 

¡Qué alegría cuando me dijeron:

«Vamos a la casa del Señor»!

Ya están pisando nuestros pies

tus umbrales, Jerusalén.

 

Jerusalén está fundada

como ciudad bien compacta.

Allá suben las tribus,

las tribus del Señor,

 

según la costumbre de Israel,

a celebrar el nombre del Señor;

en ella están los tribunales de justicia

en el palacio de David.

 

Desead la paz a Jerusalén:

«Vivan seguros los que te aman,

haya paz dentro de tus muros,

seguridad en tus palacios.»

 

Por mis hermanos y compañeros,

voy a decir: «La paz contigo.»

Por la casa del Señor, nuestro Dios,

te deseo todo bien.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Han llegado los días de penitencia; expiemos nuestros pecados y salvaremos nuestras almas.

 

LECTURA BREVE   Is 55, 6-7

 

Buscad al Señor mientras se le puede encontrar, invocadlo mientras está cerca; que el malvado abandone su camino y el criminal sus planes; que regrese al Señor y él tendrá piedad, a nuestro Dios, que es rico en perdón.

 

V. Señor, crea en mí un corazón puro.

R. Renuévame por dentro con espíritu firme.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Dios nuestro, que amas la inocencia y la devuelves a quienes la han perdido, atrae hacia ti nuestros corazones, para que, inflamados por el fuego de tu Espíritu, permanezcamos firmes en la fe y seamos diligentes para hacer el bien. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

HORA SEXTA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Himno: POR EL PECADO PRIMERO

 

Por el pecado primero

entró la muerte a la vida,

y la muerte fue vencida

por la vida del Cordero.

 

El Padre lo hizo pecado

para salvar al caído;

el que nunca había sufrido

se quiso crucificado.

 

La humanidad pecadora

está bien representada,

mas la culpa fue lavada

por la sangre redentora. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. «Por mi vida -dice el Señor-, no me complazco en la muerte del pecador, sino en que cambie de conducta y viva.»

 

Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO

 

A ti levanto mis ojos,

a ti que habitas en el cielo.

Como están los ojos de los esclavos

fijos en las manos de sus señores,

 

como están los ojos de la esclava

fijos en las manos de su señora,

así están nuestros ojos

en el Señor, Dios nuestro,

esperando su misericordia.

 

Misericordia, Señor, misericordia,

que estamos saciados de desprecios;

nuestra alma está saciada

del sarcasmo de los satisfechos,

del desprecio de los orgullosos.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR

 

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte

-que lo diga Israel-,

si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,

cuando nos asaltaban los hombres,

nos habrían tragado vivos:

tanto ardía su ira contra nosotros.

 

Nos habrían arrollado las aguas,

llegándonos el torrente hasta el cuello;

nos habrían llegado hasta el cuello

las aguas espumantes.

 

Bendito el Señor, que no nos entregó

como presa a sus dientes;

hemos salvado la vida como un pájaro

de la trampa del cazador:

la trampa se rompió y escapamos.

 

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,

que hizo el cielo y la tierra.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.

 

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:

no tiembla, está asentado para siempre.

 

Jerusalén está rodeada de montañas,

y el Señor rodea a su pueblo

ahora y por siempre.

 

No pesará el cetro de los malvados

sobre el lote de los justos,

no sea que los justos extiendan

su mano a la maldad.

 

Señor, concede bienes a los buenos,

a los sinceros de corazón;

y a los que se desvían por sendas tortuosas,

que los rechace el Señor con los malhechores.

¡Paz a Israel!

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. «Por mi vida -dice el Señor-, no me complazco en la muerte del pecador, sino en que cambie de conducta y viva.»

 

LECTURA BREVE   Dt 30, 2-3a

 

Si vuelves al Señor, tu Dios, si escuchas su voz en todo lo que yo te mando hoy, tú y tus hijos, con todo el corazón y con toda el alma, entonces el Señor, tu Dios, cambiará tu suerte y tendrá piedad de ti.

 

V. Aparta de mi pecado tu vista.

R. Borra en mí toda culpa.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Dios nuestro, que amas la inocencia y la devuelves a quienes la han perdido, atrae hacia ti nuestros corazones, para que, inflamados por el fuego de tu Espíritu, permanezcamos firmes en la fe y seamos diligentes para hacer el bien. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

HORA NONA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Himno: CADA TARDE SE NOS VAN LOS DÍAS

 

Cada tarde se nos van los días,

y cada tarde el tiempo pasa;

se acaba nuestra vida cada tarde

y miramos la muerte más cercana.

 

Déjame todavía gozar el milagro

de tu luz, de tu sol, de tus albas;

déjame gozar el milagro de sentirme vivo

y de nacer para ti cada mañana.

 

Déjame, Señor, gozar de tu milagro

al llegar una vez más la tarde mansa,

porque tú eres el Dios de nuestras horas,

el Dios oculto de nuestra esperanza. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Acreditémonos ante Dios por nuestra constancia en las tribulaciones, por nuestra sed de ser justos.

 

Salmo 118, 65-72

 

Has dado bienes a tu siervo,

Señor, conforme a tus palabras;

enséñame a gustar y a comprender,

porque me fío de tus mandatos;

antes de sufrir, yo andaba extraviado,

pero ahora me ajusto a tu promesa.

 

Tú eres bueno y haces el bien;

instrúyeme en tus leyes;

los insolentes urden engaños contra mí,

pero yo custodio tus leyes;

tienen el corazón espeso como grasa,

pero mi delicia es tu voluntad,

 

Me estuvo bien el sufrir,

así aprendí tus mandamientos;

más estimo yo los preceptos de tu boca

que miles de monedas de oro y plata.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Salmo 55, 2-7b. 9-14 - CONFIANZA EN LA PALABRA DE DIOS

 

Misericordia, Dios mío, que me hostigan,

me atacan y me acosan todo el día;

todo el día me hostigan mis enemigos,

me atacan en masa.

 

Levántame en el día terrible,

yo confío en ti.

 

En Dios, cuya promesa alabo,

en Dios confío y no temo:

¿qué podrá hacerme un mortal?

 

Todos los días discuten y planean

pensando sólo en mi daño;

buscan un sitio para espiarme,

acechan mis pasos y atentan contra mi vida.

 

Anota en tu libro mi vida errante,

recoge mis lágrimas en tu odre, Dios mío.

 

Que retrocedan mis enemigos cuando te invoco,

y así sabré que eres mi Dios.

 

En Dios, cuya promesa alabo;

en el Señor, cuya promesa alabo,

en Dios confío y no temo:

¿qué podrá hacerme un hombre?

 

Te debo, Dios mío, los votos que hice,

los cumpliré con acción de gracias;

porque libraste mi alma de la muerte,

mis pies de la caída;

para que camine en presencia de Dios

a la luz de la vida.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Salmo 56 - ORACIÓN MATUTINA DE UN AFLIGIDO.

 

Misericordia, Dios mío, misericordia,

que mi alma se refugia en ti;

me refugio a la sombra de tus alas

mientras pasa la calamidad.

 

Invoco al Dios Altísimo,

al Dios que hace tanto por mí:

desde el cielo me enviará la salvación,

confundirá a los que ansían matarme,

enviará su gracia y su lealtad.

 

Estoy echado entre leones

devoradores de hombres;

sus dientes son lanzas y flechas,

su lengua es una espada afilada.

 

Elévate sobre el cielo, Dios mío,

y llene la tierra tu gloria.

 

Han tendido una red a mis pasos

para que sucumbiera;

me han cavado delante una fosa,

pero han caído en ella.

 

Mi corazón está firme, Dios mío,

mi corazón está firme.

Voy a cantar y a tocar:

despierta, gloria mía;

despertad, cítara y arpa;

despertaré a la aurora.

 

Te daré gracias ante los pueblos, Señor;

tocaré para ti ante las naciones:

por tu bondad, que es más grande que los cielos;

por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.

 

Elévate sobre el cielo, Dios mío,

y llene la tierra tu gloria.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Acreditémonos ante Dios por nuestra constancia en las tribulaciones, por nuestra sed de ser justos.

 

LECTURA BREVE   Hb 10, 35-36

 

No perdáis vuestra confianza. Ella lleva en sí una gran recompensa. Tenéis necesidad de constancia, para que, cumpliendo la voluntad de Dios, podáis alcanzar la promesa.

 

V. Mi sacrificio es un espíritu contrito.

R. Un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Dios nuestro, que amas la inocencia y la devuelves a quienes la han perdido, atrae hacia ti nuestros corazones, para que, inflamados por el fuego de tu Espíritu, permanezcamos firmes en la fe y seamos diligentes para hacer el bien. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

VÍSPERAS

(Oración de la tarde)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Himno: SEÑOR, LA LUZ DEL DÍA YA SE APAGA.

 

Señor, la luz del día ya se apaga,

la noche va extendiendo sus tinieblas;

alumbra lo más hondo de las almas

en este santo tiempo de Cuaresma.

 

Conoces nuestra vida y nuestra historia

y sabes que también hemos pecado,

por eso hacia ti nos dirigimos

confiando que seremos perdonados.

 

Unidos con la Iglesia recorremos

la senda que nos lleva hasta el Calvario,

llevando en nuestro cuerpo tus dolores,

sufriendo lo que aún no has completado.

 

Escucha nuestra voz, amado Padre,

que, junto con tu Hijo Jesucristo,

enviaste tu Espíritu a los hombres,

sellando con tu gracia sus destinos. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Te hago luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta el fin de la tierra.

 

Salmo 71 I - PODER REAL DEL MESÍAS

 

Dios mío, confía tu juicio al rey,

tu justicia al hijo de reyes,

para que rija a tu pueblo con justicia,

a tus humildes con rectitud.

 

Que los montes traigan paz,

y los collados justicia;

que él defienda a los humildes del pueblo,

socorra a los hijos del pobre

y quebrante al explotador.

 

Que dure tanto como el sol,

como la luna, de edad en edad;

que baje como lluvia sobre el césped,

como llovizna que empapa la tierra.

 

Que en sus días florezca la justicia

y la paz hasta que falte la luna.

 

Que domine de mar a mar,

del Gran Río al confín de la tierra.

 

Que en su presencia se inclinen sus rivales;

que sus enemigos muerdan el polvo;

que los reyes de Tarsis y de las islas

le paguen tributo.

 

Que los reyes de Saba y de Arabia

le ofrezcan sus dones;

que se postren ante él todos los reyes,

y que todos los pueblos le sirvan.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Te hago luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta el fin de la tierra.

 

Ant 2. Socorrerá el Señor a los hijos del pobre; rescatará sus vidas de la violencia.

 

Salmo 71 II

 

Él librará al pobre que clamaba,

al afligido que no tenía protector;

él se apiadará del pobre y del indigente,

y salvará la vida de los pobres;

 

él rescatará sus vidas de la violencia,

su sangre será preciosa a sus ojos.

 

Que viva y que le traigan el oro de Saba;

él intercederá por el pobre

y lo bendecirá.

 

Que haya trigo abundante en los campos,

y ondee en lo alto de los montes,

den fruto como el Líbano,

y broten las espigas como hierba del campo.

 

Que su nombre sea eterno,

y su fama dure como el sol;

que él sea la bendición de todos los pueblos,

y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.

 

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

el único que hace maravillas;

bendito por siempre su nombre glorioso,

que su gloria llene la tierra.

¡Amén, amén!

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Socorrerá el Señor a los hijos del pobre; rescatará sus vidas de la violencia.

 

Ant 3. Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.

 

Cántico: EL JUICIO DE DIOS Ap 11, 17-18; 12, 10b-12a

 

Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,

el que eres y el que eras,

porque has asumido el gran poder

y comenzaste a reinar.

 

Se encolerizaron las naciones,

llegó tu cólera,

y el tiempo de que sean juzgados los muertos,

y de dar el galardón a tus siervos los profetas,

y a los santos y a los que temen tu nombre,

y a los pequeños y a los grandes,

y de arruinar a los que arruinaron la tierra.

 

Ahora se estableció la salud y el poderío,

y el reinado de nuestro Dios,

y la potestad de su Cristo;

porque fue precipitado

el acusador de nuestros hermanos,

el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.

 

Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero

y por la palabra del testimonio que dieron,

y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.

Por esto, estad alegres, cielos,

y los que moráis en sus tiendas.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.

 

LECTURA BREVE   St 4, 7-8. 10

 

Vivid sometidos a Dios. Resistid al diablo y huirá de vosotros. Acercaos a Dios y él se acercará a vosotros. Pecadores, lavaos las manos; purificad vuestros corazones, gente que obráis con doblez. Humillaos en la presencia del Señor y él os ensalzará.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»

R. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»

 

V. Sáname, porque he pecado contra ti.

R. Señor, ten misericordia.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Aquel rico que negó las migajas de pan a Lázaro pidió luego una gota de agua.

 

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

 

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;

porque ha mirado la humillación de su esclava.

 

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:

su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.

 

El hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

 

Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de su misericordia

-como lo había prometido a nuestros padres-

en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Aquel rico que negó las migajas de pan a Lázaro pidió luego una gota de agua.

 

PRECES

 

Celebremos la misericordia de Dios, que nos ilumina con la gracia del Espíritu Santo para que nuestra vida resplandezca con obras de fe y santidad, y supliquémosle, diciendo:

 

Renueva, Señor, al pueblo redimido por Cristo.

 

Señor, fuente y autor de toda santidad, haz que los obispos, sacerdotes y diáconos, al participar de la mesa eucarística, se unan más plenamente a Cristo,

para que vean renovada la gracia que les fue conferida por la imposición de manos.

 

Impulsa a tus fieles para que, con santidad de vida, participen activamente de la mesa de la palabra y del cuerpo de Cristo

y vivan lo que han recibido por la fe y los sacramentos.

 

Concédenos, Señor, que reconozcamos la dignidad de todo hombre redimido con la sangre de tu Hijo

y que respetemos su libertad y su conciencia

 

Haz que todos los hombres sepan moderar sus deseos de bienes temporales

y que atiendan a las necesidades de los demás.

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres

 

Acuérdate, Señor, de todos los que has llamado hoy a la eternidad

y concédeles el don de la eterna bienaventuranza.

 

Invoquemos a Dios Padre con la oración que nos enseñó Jesús:

 

Padre nuestro...

 

ORACION

 

Dios nuestro, que amas la inocencia y la devuelves a quienes la han perdido, atrae hacia ti nuestros corazones, para que, inflamados por el fuego de tu Espíritu, permanezcamos firmes en la fe y seamos diligentes para hacer el bien. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

 

CONCLUSIÓN

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

COMPLETAS

(Oración antes del descanso nocturno)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

EXAMEN DE CONCIENCIA

 

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

 

Yo confieso ante Dios todopoderoso

y ante vosotros, hermanos,

que he pecado mucho

de pensamiento, palabra, obra y omisión:

por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

 

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,

a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,

que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

 

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

Himno: TÚ, A QUIEN HE BUSCADO, SEÑOR

 

Tú, a quien he buscado, Señor,

en este día,

a quien he escuchado,

dame el reposo de esta noche.

 

Tú, a quien he cantado, Señor,

en este día,

a quien he orado,

dame el reposo de esta noche.

 

Tú, a quien yo he negado, Señor,

en este día,

a quien he amado,

dame el reposo de esta noche. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Mi carne descansa serena.

 

Salmo 15 - CRISTO Y SUS MIEMBROS ESPERAN LA RESURRECCIÓN.

 

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;

yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»

Los dioses y señores de la tierra

no me satisfacen.

 

Multiplican las estatuas

de dioses extraños;

no derramaré sus libaciones con mis manos,

ni tomaré sus nombres en mis labios.

 

El Señor es mi heredad y mi copa;

mi suerte está en tu mano:

me ha tocado un lote hermoso,

me encanta mi heredad.

 

Bendeciré al Señor, que me aconseja,

hasta de noche me instruye internamente.

Tengo siempre presente al Señor,

con él a mi derecha no vacilaré.

 

Por eso se me alegra el corazón,

se gozan mis entrañas,

y mi carne descansa serena.

Porque no me entregarás a la muerte,

ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.

 

Me enseñarás el sendero de la vida,

me saciarás de gozo en tu presencia,

de alegría perpetua a tu derecha.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Mi carne descansa serena.

 

LECTURA BREVE   1Ts 5, 23

 

Que el mismo Dios de la paz os consagre totalmente y que todo vuestro ser, alma y cuerpo, sea custodiado sin reproche hasta la Parusía de nuestro Señor Jesucristo.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

 

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.

R. Te encomiendo mi espíritu.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

 

CÁNTICO DE SIMEÓN       Lc 2, 29-32

 

Ahora, Señor, según tu promesa,

puedes dejar a tu siervo irse en paz,

 

porque mis ojos han visto a tu Salvador,

a quien has presentado ante todos los pueblos

 

luz para alumbrar a las naciones

y gloria de tu pueblo Israel.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

 

ORACION

 

OREMOS,

Señor, Dios nuestro, concédenos un descanso tranquilo que restaure nuestras fuerzas, desgastadas ahora por el trabajo del día; así, fortalecidos con tu ayuda, te serviremos siempre con todo nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

BENDICIÓN

 

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.

R. Amén.

 

ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN

 

Bajo tu amparo nos acogemos,

santa Madre de Dios,

no desprecies las oraciones

que te dirigimos en nuestras necesidades,

antes bien líbranos de todo peligro,

oh Virgen gloriosa y bendita.





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