lunes, 29 de marzo de 2021

Evangelio Diario LITURGIA - 30 DE MARZO DE 2021 Ciclo B - Año Impar - Color Morado Martes Santo Semana del Tiempo de Cuaresma Liturgia de las Horas Tomo II II Semana del Salterio Primera Lectura Isaías 49, 1-6 Salmo 70 Evangelio Juan 13, 21-33. 36-38



Evangelio Diario
LITURGIA - 30 DE MARZO DE 2021
Ciclo B - Año Impar - Color Morado
Martes Santo Semana del Tiempo de Cuaresma
Liturgia de las Horas Tomo II
II Semana del Salterio
Primera Lectura Isaías 49, 1-6
Salmo 70
Evangelio Juan 13, 21-33. 36-38

Primera Lectura
Isaías 49, 1-6
<p>Esc&uacute;chenme, islas;<br /> pueblos lejanos, ati&eacute;ndanme.<br /> El Se&ntilde;or me llam&oacute; desde el vientre de mi madre;<br /> cuando a&uacute;n estaba yo en el seno materno,<br /> &eacute;l pronunci&oacute; mi nombre.<br /> <br /> Hizo de mi boca una espada filosa,<br /> me escondi&oacute; en la sombra de su mano,<br /> me hizo flecha puntiaguda,<br /> me guard&oacute; en su aljaba y me dijo:<br /> &laquo;T&uacute; eres mi siervo, Israel;<br /> en ti manifestar&eacute; mi gloria&raquo;.<br /> Entonces yo pens&eacute;: &laquo;En vano me he cansado,<br /> in&uacute;tilmente he gastado mis fuerzas;<br /> en realidad mi causa estaba en manos del Se&ntilde;or,<br /> mi recompensa la ten&iacute;a mi Dios&raquo;.<br /> <br /> Ahora habla el Se&ntilde;or,<br /> el que me form&oacute; desde el seno materno,<br /> para que fuera su servidor,<br /> para hacer que Jacob volviera a &eacute;l<br /> y congregar a Israel en torno suyo<br /> &mdash; tanto as&iacute; me honr&oacute; el Se&ntilde;or<br /> y mi Dios fue mi fuerza&mdash; .<br /> Ahora, pues, dice el Se&ntilde;or:<br /> &laquo;Es poco que seas mi siervo<br /> s&oacute;lo para restablecer a las tribus de Jacob<br /> y reunir a los sobrevivientes de Israel;<br /> te voy a convertir en luz de las naciones,<br /> para que mi salvaci&oacute;n llegue<br /> hasta los &uacute;ltimos rincones de la tierra&raquo;.</p>

Meditatio
<p>Nuevamente el Se&ntilde;or nos recuerda que es &eacute;l precisamente quien vence nuestras batallas, que en vano nos esforzamos, pues su poder es el que nos da la victoria. Y es que Dios nos ha escogido y nos ha llamado a vivir en su plenitud, por ello, el gran error del hombre es el querer ser autosuficiente, el buscar la independencia de todo y de todos, incluso del mismo Dios.<br /> <br /> Precisamente con Dios somos m&aacute;s que vencedores; Jes&uacute;s para esto muri&oacute; y resucit&oacute;, para que en &eacute;l tengamos la victoria sobre nuestros pecados y debilidades. Aprovechemos nuestra vida para intensificar nuestra relaci&oacute;n con Dios.<br /> <br /> Conozc&aacute;moslo m&aacute;s cada d&iacute;a y no s&oacute;lo de &quot;o&iacute;das&quot;, sino como una experiencia personal. Prepar&eacute;monos constantemente, intensificando nuestra oraci&oacute;n y buscando que la victoria de Dios se manifieste en nuestra caridad para con los dem&aacute;s.</p>

Oratio
<p>Se&ntilde;or, s&eacute; muy bien que si t&uacute; no eres quien me edifica, en vano me cansar&iacute;a construyendo, por eso me abandono a tu compasi&oacute;n admirable. Te pido, Se&ntilde;or, que a la hora de la tentaci&oacute;n me revistas de tu armadura y pueda resistir firme en la fe.</p>

Actio
<p>En un momento de oraci&oacute;n pondr&eacute; en las manos de Jes&uacute;s todas aquellas cosas que me preocupan o me inquietan, sabiendo que &eacute;l nunca me abandona.</p>

Evangelio
Escúchalo aquí

Juan 13, 21-33. 36-38
En aquel tiempo, cuando Jesús estaba a la mesa con sus discípulos, se conmovió profundamente y declaró: «Yo les aseguro que uno de ustedes me va a entregar». Los discípulos se miraron perplejos unos a otros, porque no sabían de quién hablaba. Uno de ellos, al que Jesús tanto amaba, se hallaba reclinado a su derecha. Simón Pedro le hizo una seña y le preguntó: «¿De quién lo dice?» Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó: «Señor, ¿quién es?» Le contestó Jesús: «Aquel a quien yo le dé este trozo de pan, que voy a mojar». Mojó el pan y se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote; y tras el bocado, entró en él Satanás.

Jesús le dijo entonces a Judas: «Lo que tienes que hacer, hazlo pronto». Pero ninguno de los comensales entendió a qué se refería; algunos supusieron que, como Judas tenía a su cargo la bolsa, Jesús le había encomendado comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres. Judas, después de tomar el bocado, salió inmediatamente. Era de noche.

Una vez que Judas se fue, Jesús dijo: «Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo y pronto lo glorificará.

Hijitos, todavía estaré un poco con ustedes. Me buscarán, pero como les dije a los judíos, así se lo digo a ustedes ahora: 'A donde yo voy, ustedes no pueden ir'». Simón Pedro le dijo: «Señor, ¿a dónde vas?» Jesús le respondió: «A donde yo voy, no me puedes seguir ahora; me seguirás más tarde». Pedro replicó: «Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti». Jesús le contestó: «¿Conque darás tu vida por mí? Yo te aseguro que no cantará el gallo, antes de que me hayas negado tres veces».

Reflexión
Podemos imaginar la situación en la mesa: "uno de ustedes me va a entregar", dice Jesús, pero ¿quién? Seguramente que todos nosotros, de haber estado en la mesa, nos hubiéramos preguntado a nosotros mismos ¿será posible que yo sea el que va traicionar al Maestro? Y la verdad es que la respuesta es "Sí".

Cada vez que, a pesar de que sabemos que lo que vamos a hacer, es contra la fe, contra nuestro prójimo, contra Dios mismo, y lo realizamos, estamos actuando de la misma manera que Judas: estamos traicionando la confianza de Jesús. Él nos llama amigos, nos ha llamado para seguirlo y para ser un instrumento de su amor y de su gracia, y en lugar de ello preferimos nuestros propios caminos, nuestros propios métodos y metas.

El mismo Pedro, que amaba con todo su corazón a Jesús, que decía estar dispuesto a morir por él, lo negará no una, sino tres veces. Y es que no tenemos fuerza para ser fieles, pues esta fuerza viene de Dios. El amor al Maestro y el poder del Espíritu que mora en nosotros, son los únicos elementos que nos hacen ser verdaderamente fieles. Busquemos en estos días crecer más en el amor para que el Espíritu se fortalezca y podamos experimentar una Pascua maravillosa.

 

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