JORGE DORÉ- EN DEFENSA DE LA VERDAD

Publicado el Lunes 22 abril 2019 por lorenavzq

Es común que muchos católicos repitan la siguiente máxima cuando llega la hora de exponer o discutir asuntos de interés trascendental:

“Hay dos cosas de las que no se debe hablar: ni de política ni de religión”. 

Sin embargo, este mínimo e insidioso credo beneficia a los enemigos de Cristo y los premia con nuestra inacción y silencio mientras ellos propagan sus errores a voz en cuello y desde los tejados.

Nada favorece más a un socialista, por ejemplo, que dicha frase que invita al católico a envainar su espada y apagar su candil ante el rival. Pero todo cristiano ha de defender la verdad con mayor intensidad que el enemigo el error.

Si no salvaguardamos nuestra fe, nuestra patria y nuestra descendencia por respetos humanos, faltamos a nuestra obligación con Aquel que vino a traer la espada y a prender fuego sobre la Tierra, no a celebrar el repujado de la vaina y el ahorro de luz. ¿No son obras de misericordia enseñar al que no sabe, corregir al que yerra y dar buen consejo al que lo necesita?

La espada de la verdad es siempre justiciera; al bajarla abandonamos torres de nuestra fortaleza. ¡Cuánto terreno hemos cedido los cristianos ante el actual y mancomunado ataque enemigo que ha penetrado hasta el propio santuario desde donde hoy insta –en contra del explícito mandato de Cristo– a descartar el proselitismo religioso como anacrónico y perjudicial, tal como enseña el apóstata Bergoglio!

¿Y callaremos ante tal infamia? Hay silencios que ofenden a Dios.

Aquellos que abrazamos la luz –ante la cual no hacen más que escabullirse las sombras del error insostenible e injustificable– debemos predicar la verdad para no tener que avergonzarnos un día ante las piedras dispuestas a dar testimonio de nuestra cobarde inacción y ausencia.

No en balde siglos atrás, la gran santa Catalina de Siena, en un rapto de sublime celo cristiano, advirtiera:

“¡Gritad con cien mil lenguas! porque, por haber callado, ¡el mundo está podrido!”.