miércoles, 8 de febrero de 2017

Sentimientos que surgen en la oración


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ORAR CON EL CORAZÓN ABIERTO
Meditaciones diarias para un sincero diálogo con Dios


7 FEBRERO, 2017 / RMMC
Una de las cosas que más me llena de la oración es que siempre surgen sentimientos bellos. La belleza destruye la fealdad de los sentimientos negativos. El sentimiento del amor aplaca la soberbia y el egoísmo; el sentimiento de fortaleza, aminora la debilidad; el sentimiento de alegría, ahoga la tristeza; el sentimiento de ternura, asfixia los rencores; el sentimiento de paz interior, aleja las turbulencias del corazón; el sentimiento de confianza, elimina las angustias; el sentimiento de esperanza, disminuye los miedos; el sentimiento de compasión todo lo perdona… y así una infinidad de sentimientos positivos que van eliminando del interior aquello que nos aleja de la verdad. En la intimidad de la oración uno va llenándose de los bellos sentimientos que anidaban en el corazón de Cristo. El Amor sublime. El amor caritativo. El amor misericordioso. El amor que todo lo basaba en el afecto y la amistad.

Hoy me propongo encontrar en mi oración esa ternura de Cristo que todo lo impregna. Encontrarla para que ablande mi corazón y lo haga más propenso al amor. Forjar en mi interior la impronta de esos sentimientos que jalonaron su vida para, después, llevarlos a mi entorno más cercano; a mi familia, a mis amigos, a mis compañeros de trabajo, a mi grupo de oración y a mi propio yo. Ser capaz de experimentar toda mi debilidad en la oración para llenarme con la fuerza que otorga Jesús y entregarla con mis manos al prójimo. Si perdono, soy fuerte. Si soy misericordioso, soy fuerte. Si soy generoso, soy fuerte. Si acojo, soy fuerte. Si abrazo, soy fuerte. Si amo, sobre todo si amo, soy fuerte.
Este es el compromiso. El compromiso del amor que surge de la oración con el corazón abierto. El compromiso de la entrega. El compromiso de la amistad. El compromiso del encuentro con Cristo. Y como la oración, en palabras de santa Teresa de Ávila, es el trato de amistad con Jesús pongo hoy todo mi corazón para abrazar íntimamente al Dios del amor y hacerme uno con Él, enriquecerme de Él y llenarme de Él. Y desde Él, llegar al corazón de los demás.

¡Señor, hoy proclamo solemnemente mi amén a Tu Palabra! ¡Te doy gracias, Señor, porque vienes a mí como la Palabra de Dios para acercarla a mi vida! ¡Gracias, Señor, porque eres la Palabra de Dios viva! ¡Gracias, porque eres la luz de Dios brillando en mí! ¡Gracias porque eres la realidad de Dios hecha hombre! ¡Hoy, Señor, quiero encontrarme contigo en la oración; porque oración es el encuentro con el amigo; anhelo que me comuniques todo tu amor y todos los sentimientos hermosos que esta unión trae consigo! ¡Ayúdame a acogerlos en mi corazón para llevarlos a los demás y construir en torno a ellos una comunidad de amor! ¡Jesús, gracias, por que en este encuentro íntimo contigo te contemplo a Ti amándome en el Padre, a Ti uniéndome en el Espíritu del Padre; a ti en el amor pleno desde el Espíritu del Padre! ¡Quiero aprender de Ti, Señor, que eres humilde de corazón! ¡Quiero sentirme arcilla en tus manos, Señor, para que me moldees y me hagas dócil! ¡Ansío, Señor, descubrir las misericordias del Padre a través tuyo para transformar por completo mis miserias e ingratitudes! ¡Necesito, Señor, sentir la misma misericordia y perdón que tuviste con Pedro cuando te negó tres veces! ¡Sentir la compasión y la infinita ternura que tuviste con la Magdalena cuando se postró ante tus pies reconociendo su indignidad de pecadora! ¡Sentir el mismo acogimiento que tuviste con Zaqueo! ¡Sentir como me levantas de nuevo como al paralítico del camino! ¡Cómo sanas mi ceguera como al ciego de nacimiento! ¡Quiero, Señor, encontrar cada día en la oración tu ternura y tu amor y experimentar mi debilidad para hacerme fuerte en Ti! ¡Quiero, Señor, comprometerme contigo! ¡Hoy y siempre, Señor!


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