Publicado: 03 jun 2020 09:00 PM PDT
SAN FRANCISCO CARACCIOLO,
Confesor
n. 13 de octubre de 1563 en el Castillo de
Villa Santa María (Abruzzi), Italia;
† 4 de junio de 1608 en Agnone, Italia
Llega la hora y ya ha venido, en que los verdaderos adoradores
adorarán al Padre en espíritu y en verdad,
porque tales son los adoradores que busca el Padre.
(Juan 4, 23)
En Agnone del Abruzo citerior, san Francisco, de la noble familia Napolitana Caracciolo, Confesor, Fundador de la Congregación de Clérigos Regulares Menores; el cual vivió abrasado en admirable caridad para con Dios y el prójimo, y en celo vivísimo de propagar el culto de la sagrada Eucaristía; y por el Sumo Pontífice Pío VII fue puesto en el número de los Santos. Su cuerpo fue trasladado a Nápoles de Campania y allí religiosísimamente se venera.
En Roma, los santos Mártires Arecio y Daciano.
En Sisseck de Iliria, san Quirino, Obispo, al cual, por la fe de Cristo, según escribe Prudencio, mandó el Presidente Galerio atar al cuello una rueda de molino y precipitarlo en un río; pero sobrenadando la piedra, el Santo, después de exhortar largamente a los cristianos circunstantes para que no se aterrasen por verle padecer, ni titubeasen en la fe, para no perder él la gloria del martirio, consiguió de Dios con oraciones que la piedra se sumergiese.
En Milán, san Clateo, Obispo de Brescia y Mártir; el cual, en tiempo del Emperador Nerón, apresado por orden del Prefecto de aquella ciudad, y no queriendo renunciar a Cristo, después de azotado prolongadamente, fue degollado.
En Panonia, los santos Mártires Rútilo y sus Compañeros.
En Tívoli, san Quirino, Mártir.
En Arrás de Francia, santa Saturnina, Virgen y Mártir.
En Constantinopla, san Metrófanes, Obispo y Confesor insigne.
En Milevi de Numidia, san Optato, Obispo, esclarecido en doctrina y santidad, a quien los santos Padres de la Iglesia Agustín y Fulgencio celebraron con sus alabanzas.
En Verona, san Alejandro, Obispo.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
Gracias a Dios.
SAN FRANCISCO
CARACCIOLO
Confesor
Francisco Caracciolo, fundador de la Orden de los Clérigos Regulares Menores, distinguióse desde su infancia por una ardiente piedad y una especial devoción por el Santísimo Sacramento. Pasaba noches enteras en adoración ante el santo Tabernáculo. Puso todo su empeño en aumentar en las almas esta devoción que le era tan querida, y estableció en su Orden la adoración perpetua. Advertido de su muerte próxima en una peregrinación que hizo a Loreto, fuese a una casa de su Orden, en Agnone, dijo al entrar: “Éste es el lugar de mi descanso”. Tuvo, casi enseguida, una violenta fiebre y se hizo llevar el santo Viático, que recibió de rodillas con los sentimientos de la más viva piedad, y expiró el 4 de junio de 1608, a la edad de 44 años.
MEDITACIÓN
SOBRE LA ORACIÓN MENTAL
I. Dios es espíritu; por esto quiere ser adorado en espíritu. No es suficiente hablarle sólo con los labios: es menester que tu corazón esté de acuerdo con tu boca. Acostúmbrate a rezarle con atención; ten siempre a Dios en tu espíritu y te dará vergüenza hablarle con menos atención y respeto que a un hombre. No es a la boca, sino al corazón a quien Dios oye y considera (Tertuliano).
II. Retírate aparte y cada mañana haz un poco de oración mental. Medita alguna verdad importante: piensa en la muerte, en el infierno, en el juicio, en el paraíso, en la Pasión de Jesucristo. Si estuviera tu espíritu hondamente penetrado de estas verdades, tu voluntad se inclinaría espontáneamente a hacer todo, a sufrir todo por Jesucristo. De este modo todos los santos platicaron con Dios. Comienza; no se precisa ni tanto espíritu, ni tantos esfuerzos como tú crees. Gusta Dios que se le hable sencillamente y con confianza.
III. De tiempo en tiempo, medita sobre aquello que ves; es una especie de oración sumamente útil y muy fácil. ¿Qué hacemos en este mundo? ¿Qué llegaré a ser? ¿Dentro de cien años dónde estaré? ¿Qué fue de los años de mi juventud? ¿Qué quisiera haber hecho para el cielo en la hora de mi muerte? ¿De qué me valdrán entonces los placeres, las riquezas, la estima de los hombres? ¿Dónde están ahora los partidarios del mundo que aún estaban con nosotros hace poco tiempo? (San Bernardo).
El conocimiento de uno mismo.
Orad por el acrecentamiento de la devoción al Santísimo Sacramento.
ORACIÓN
Oh Dios, que habéis adornado con el celo de la oración y el amor de la penitencia al bienaventurado Francisco, fundador de una nueva Orden religiosa, concedednos la gracia de aprovechar sus ejemplos, a fin de que, orando sin cesar y reduciendo nuestra carne a servidumbre, merezcamos alcanzar la gloria celestial. Por J. C. N. S.
Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo I; Patron Saints Index.
Visto en Tradición Católica
Sea todo a la mayor gloria de Dios.
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