A veces damos gracias a Dios por todo lo recibido, por los logros y cosas que nos han pasado; y cuando no son tan buenas, a veces pensamos porqué Dios las habrá permitido. Pero no dudemos del Señor, porque todo lo que ha sucedido, sea bueno o menos bueno, ha sido para bien, o al menos Dios ha sacado un bien para nosotros y para muchos.
Y también debemos agradecer a Dios las cosas y acontecimientos de los que nos ha librado y que no sabemos que lo ha hecho.
Efectivamente ¡cuántas veces el Señor nos habrá librado de accidentes, desgracias, malentendidos y tantas, tantas otras situaciones que nos habrían llevado a la muerte, a la enfermedad o a tantos otros males. Así que demos gracias anticipadas a Dios por todas las veces que, sin que nosotros lo sepamos, nos ha salvado de tantas desgracias y males. En el Cielo podremos ver con claridad cuántas veces han sido estas ayudas y liberaciones, pero quizás en la tierra no lo sabemos y ni siquiera lo sospechamos, y a veces juzgamos mal a Dios creyendo que nos quiso hacer algún mal o nos trató con dureza. Pero en el más allá deberemos reconocer todas las veces que el Señor nos ha salvado. ¿Por qué entonces no darle gracias ya desde ahora, sabiendo que Dios, por el ministerio de sus ángeles, nos ha ayudado en incontables ocasiones?
Desde el momento de nuestra concepción el Señor ha tenido cuidado de nosotros, y si no nos han sucedido cosas peores, es porque justamente Dios no las ha permitido y nos ha cuidado como a hijos amadísimos. Incluso las cosas menos afortunadas que hemos vivido, quizás fueron como salvoconductos para que no nos sucedieran cosas peores.
Dios ha puesto su mano sobre nuestras vidas, y tenemos que saber darle gracias siempre y en todo lugar, porque siempre es muchísimo más de lo que nos ha librado el Señor, de lo que ha permitido que nos ocurriera.
Confiemos en Dios, sabiendo que Él es bueno, infinitamente bueno, y que vela realmente sobre nosotros, y cuando más rezamos y le obedecemos cumpliendo sus mandamientos y enseñanzas, tanto más Él nos cuida como a la niña de sus ojos.
¡Bendito sea Dios que nos ha llevado por caminos admirables y nos ha evitado precipicios en los que habríamos encontrado la muerte, y quizás también la condenación eterna!
Santísima Virgen.
¡Gracias por difundir este mensaje!
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