Al que sea ocasión de pecado
Jueves 28 de febrero
Evangelio
Marcos 9, 41-50
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Todo aquel que les dé a beber un vaso de agua por el hecho de que son de Cristo, les aseguro que no se quedará sin recompensa.
Al que sea ocasión de pecado para esta gente sencilla que cree en mí, más le valdría que le pusieran al cuello una de esas enormes piedras de molino y lo arrojaran al mar.
Si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela; pues más te vale entrar manco en la vida eterna, que ir con tus dos manos al lugar de castigo, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo; pues más te vale entrar cojo en la vida eterna, que con tus dos pies ser arrojado al lugar de castigo. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo, pues más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos al lugar de castigo, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.
Todos serán salados con fuego. La sal es cosa buena; pero si pierde su sabor, ¿con qué se lo volverán a dar? Tengan sal en ustedes y tengan paz los unos con los otros".
Palabra del Señor
Reflexión
Jesús, con esta instrucción nos habla, como acostumbra hacerlo Él, en términos de radicalidad, mostrando que el camino al cielo es un camino estrecho y que quien quiere ir por él no puede convivir con el pecado. Las imágenes que presenta sirven solo para ejemplificar lo duro, lo difícil y doloroso que puede ser el separarse de personas, actividades, lugares muy queridos para nosotros pero que son ocasión de pecado.
Para entenderlo tendríamos que pensar, por ejemplo, en lo difícil y doloroso que sería dejar a un amigo o amiga de la infancia que no habiendo hecho una opción por Cristo vive bajo los criterios del mundo y cada vez que convivimos con esta persona terminamos pecando.
Un caso que se presenta con cierta frecuencia es cuando uno de los novios se convierte, pero antes de esto, ha llevado una relación deshonrada con la novia o con el novio, especialmente en el área sexual y tienen que tomar la disyuntiva de continuar su camino cristiano o dejar al novio o la novia que no quiere aceptar el noviazgo como lo propone Jesús; hay también decisiones de trabajo, sobre todo en el área de la justicia, en donde se debe escoger entre continuar en el trabajo, que nos propone la injusticia y el pecado, o renunciar y quedar sin sustento para la familia. Todas ellas son decisiones realmente difíciles y dolorosas, pero en ellas nos jugamos la eternidad. No valoremos equivocadamente. Nada de este mundo, por muy amado que sea se compara a la dicha de vivir eternamente con Dios. Cualquier sacrificio, por doloroso que sea, vale la pena.
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