pildoras de fe
Abramos nuestro corazón y compartamos el amor de Dios a través de esta consagración del hogar y la familia al Sagrado Corazón de Jesús
El Evangelista San Juan, en su pasaje evangélico (4,7-16), expone sobre la idea del amor y demuestra para nosotros cómo la alianza hecha entre Dios y Abraham se ha cumplido en el Evangelio. Él nos explica que Dios es amor y es, a través de nuestro amor el uno por el otro, que llegamos a conocer a Dios y servirle.
Juan nos habla de la importancia del sacrificio de Cristo, "para que tengamos vida a través de Él", y mientras no hemos visto a Dios, Él nos llama a tener fe:
"Nadie ha visto a Dios. Sin embargo, si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor es llevado a la perfección en nosotros".
Esta es una regla simple: amar a los demás como Dios nos ama. Siguiendo este mandamiento, permanecemos con Dios.
Este es el mensaje del Sagrado Corazón de Jesús. Este día de fiesta nos recuerda que Jesús nos dio el último ejemplo de amor, depositando su vida por unos y otros, derramando la misericordia de su corazón sobre nosotros.
Cuando aquel soldado perforó el costado de Jesús en la cruz con una lanza, salió sangre y agua.
La solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús nos recuerda la humanidad de Jesús y el significado de su sacrificio. Sufrió, sintió dolor, literalmente dejó su vida y puso su corazón sobre nosotros.
Es nuestro turno de recoger lo que Dios nos ha dado y compartirlo con el mundo. Abramos nuestros corazones y compartimos el amor de Cristo.
Oración de consagración al Sagrado Corazón de Jesús
Sagrado Corazón de Jesús, que manifestaste a Santa Margarita María el deseo de reinar en las familias cristianas, hoy queremos reconocer públicamente Tu dominio absoluto sobre nuestra familia.
Deseamos, de ahora en adelante, vivir con Tu vida; deseamos dejar que esas virtudes se arraigen y prosperen entre nosotros, por medio de las cuales Tú has prometido la paz aquí abajo; desterraremos lejos de nosotros ese espíritu del mundo que Tpu maldijiste
Gobierna, por lo tanto, sobre nuestras mentes a través de la simplicidad de nuestra fe y sobre nuestros corazones a través del amor genuino con el cual arderán por Ti, cuya llama se mantendrá viva a través de la frecuente recepción de la Divina Eucaristía
¡Dígnate, oh Divino Corazón, presidir nuestras asambleas, bendecir nuestras empresas espirituales y temporales, disipar nuestras preocupaciones, santificar nuestras alegrías y aliviar nuestros sufrimientos.
Si alguno de nosotros tuviera en algún momento la desgracia de afligirte, recuérdale, oh Corazón de Jesús, que eres bueno y misericordioso con el pecador penitente.
Y cuando llegue la hora de la separación, cuando venga la muerte a echar la tristeza en medio de nosotros, haremos todo, tanto los que se van como los que se quedan, para estar resignados a tus decretos eternos.
Nos consolaremos con el pensamiento de que llegará un día en que toda la familia, reunida en el Cielo, podrá cantar para siempre Tu gloria y Tu misericordia.
Que el Inmaculado Corazón de María y el glorioso Patriarca San José te presenten esta consagración y la mantengan en nuestras mentes todos los días de nuestra vida.
Toda la gloria al Corazón de Jesús, nuestro Rey y Padre
Amén.
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