Pildoras de Fe .
Una gran forma de oración de las personas casadas es la oración de intercesión. Una oración que renueva cada día el amor
La oración es nuestra línea directa con el Cielo, es un proceso de comunicación del espíritu, mente y corazón que nos permite hablar con Dios.
Dios quiere que nos comuniquemos con Él, que le hablemos de nuestras aflicciones y dolencias así como también que le agradezcamos todo lo que Él nos da.
En el mundo actual, los teléfonos celulares y otros dispositivos se han convertido en una necesidad para algunas personas en la sociedad actual. Estos son medios de comunicación que permiten a dos o más personas interactuar, discutir y responder entre sí. Así mismo es la oración con Dios, un medio para interactuar con Él.
Para muchas personas, la oración puede parecerles complicada, pero es simplemente hablar con Dios, establecer un diálogo íntimo.
Del mismo modo, los esposos están llamados a orar el uno por el otro, pues cada uno se ha entregado al otro en cuerpo, corazón y alma, por algo, el Señor dice que "serán una sola carne".
En un artículo publicado por el Padre Evaristo Sada, L.C., cuenta la experiencia de la oración en el matrimonio. A continuación sus palabras
Este fin de semana tuve el primer taller de oración para matrimonios. Salí lleno de gratitud. El Espíritu Santo estuvo presente y activo en todo momento, pero el sábado por la tarde lo hizo de manera especial.
Hicimos una procesión eucarística meditando en el camino de la vida como peregrinación al cielo y, de altar en altar, fuimos agradeciendo a Dios los dones que nos ha dado para alcanzarlo.
En el primer altar cada uno agradeció el don de su esposo o esposa.
En el segundo, el don de sus hijos.
En el tercero, el don de los amigos.
En el cuarto, el don de Cristo Buen Pastor.
Y en el quinto, el don de la Virgen María, en cuyos brazos nos abandonamos y ponemos nuestra confianza. No vamos solos por el camino.
Al final, las parejas renovaron sus promesas matrimoniales. Cuando vi el amor, la convicción y la emoción con que lo hacían, di muchas gracias a Dios al palpar de cerca la belleza del amor esponsal.
Misericordia: amor sin condiciones
Mientras pasaba cada matrimonioante Cristo Eucaristía para renovar sus promesas, pensaba en la historia que había detrás de cada uno de ellos: donación mutua, hijos, alegrías, sufrimiento, virtudes, pasiones, miseria, perdón, misericordia...
Cuando confirmaban el uno al otro su fidelidad y entrega sin límites hasta la muerte, pude tocar la grandeza de la misericordia. Seguramente subirían al altar cargando heridas y dolor, pero el amor era más fuerte y prevaleció el amor.
La pregunta de si el otro lo merecía, de inmediato quedaba desplazada por la misericordia: la misericordia es el amor a quien no lo merece. Es amor sin condiciones, hasta el extremo.
"Así adquieren vida las palabras del Señor sobre el perdón, este Amor que ama hasta el extremo del amor. La parábola del siervo sin entrañas, que culmina la enseñanza del Señor sobre la comunión eclesial, acaba con esta frase: "Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial si no perdonáis cada uno de corazón a vuestro hermano".
Allí es, en efecto, en el fondo "del corazón" donde todo se ata y se desata. No está en nuestra mano no sentir ya la ofensa y olvidarla; pero el corazón que se ofrece al Espíritu Santo cambia la herida en compasión y purifica la memoria transformando la ofensa en intercesión." (Catecismo de la Iglesia Católica 2843)
Oración para el matrimonio
Al ver los retos tan grandes que les planteaba su vocación como esposos y padres, comprendí que una gran forma de oración de las personas casadas es la oración de intercesión y les sugerí que en adelante se propusieran rezar todos los días esta oración el uno por el otro:
Señor, te lo suplico, concede a mi esposo(a) (decir en voz alta el nombre), la gracia de hacer la experiencia de tu amor, y que al final de su vida alcance la salvación eterna.
María, pongo esta intención en tus manos.
¿Se le puede desear algo mejor a la persona que más amas?. Yo creo que ésta es una oración muy poderosa.
Una oración que renueva cada día el amor esponsal, que cambia la herida en compasión y que, no me cabe la menor duda, Dios escucha complacido.
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