viernes, 8 de junio de 2018

La vida es bella

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ORAR CON EL CORAZÓN ABIERTO

Meditaciones diarias para un sincero diálogo con Dios

Me encuentro en la mitad de la vida, en eso que se denomina la edad madura, aunque hay ocasiones que siento que en el peso de la memoria es como si cargara más años por las experiencias vividas. Hay momentos, también, en que todo me parece tan ligero que siento estar comenzando un camino nuevo. En ambos casos, doy gracias a Dios por el mero hecho de vivir.

Quiero que mi vida sea puro agradecimiento. Que tenga un sentido vivo. Es la mía una vida plagada de compañía humana, de rostros a los que amo, de gentes que me han hecho daño y perdono y de personas a las que he dañado y pido su misericordia.
Mi vida es un camino de lucha. Ha habido momentos en los que me he sentido muy privilegiado, en otros he tocado hondo. Y de nuevo han aparecido rostros generosos que han estado a mi lado, en especial el Rostro sobre todo Rostro. He tenido mucho y he perdido también mucho, pero ahora cuento con lo necesario aunque muchas de mis posesiones sean absolutamente prescindibles.
Mi vida es como un vaivén de emociones. Hay momentos en que lo cotidiano se convierte en motivo de alabanza, de agradecimiento, de gratitud y de alegría y en otros de mis labios solo hay queja, disconformidad o insatisfacción por lo vivido.

Mi vida es un cuadro de emotividades. Hay momentos para dar gracias por las experiencias que disfruto, por exaltar la belleza que me rodea, para dar gracias por los dones recibidos, por la misericordia que se ha vertido sobre mi, por la ternura que tantos me han transmitido, por la luz que ha dado sentido a mi existencia y en otros la oscuridad se cierne sobre mi corazón dando espacio a la tiniebla del silencio y del dolor.
Mi vida es como un lienzo donde la moral se mueve entre el bien y el mal. Trato de hacer el bien aunque me equivoco con frecuencia. Trato de tener un corazón amoroso aunque tantas veces se imponga la dureza y la cerrazón. Trato de ser humilde aunque me pueda la soberbia. Trato de ser positivo aunque me derrote el caparazón de la insatisfacción. Trato de aplacar mi carácter aunque en él habite el fuego.
Mi vida es como un paño de emotividades. Hay momentos de pérdida, enfermedad, de desasosiegos, de turbación, de agitación, de temor que te arrebatan el vivir cotidiano. Pero está la Cruz. La cruz cotidiana que llevada con amor es soportar con paciencia las pequeñas o grandes tribulaciones diarias como la condición necesaria para obtener la salvación.
Siento que la vida es pura belleza. Mejor dicho, la vida cristiana es pura belleza. Con todo el mal que nos rodea, con todas las injusticias existentes, con todo el sufrimiento presente. Es bella. Es hermosa. Lo es porque te da la oportunidad de no ser nada para serlo todo por el prójimo. Lo es porque te permite renacer cada día a la luz de la fe. Lo es porque te permite vivir en plenitud la vida verdadera. Lo es porque te permite disfrutar de los bienes para hacer el bien. Lo es porque te permite vivir la plenitud del amor entregados por Cristo. Lo es porque te permite contemplar la belleza de la creación y de las obras humanas. Lo es porque te permite abrazar para perdonar, besar para amar, abrir las manos para servir, mirar para comprender.
La vida cristiana es bella porque te permite vivir en plenitud. El problema es que nuestra gratitud está tan adormecida que no somos capaces de entrar en el misterio. Y ese misterio es Dios.

¡Gracias, Señor, por la vida que cada día me regalas! ¡Gracias, Padre, porque la vida es un regalo tuyo, lleno de belleza que tantas veces me cuesta apreciar! ¡Gracias, Padre, porque cada día me das la oportunidad de crecer a tu vera, poder abrir mi corazón y sentir mi pequeñez en la grandeza de este mundo creado por Ti! ¡Gracias, Padre, porque la vida es difícil, es un camino de cruz, que me ayudas a sobrellevar de la mano de Jesús, Tu Hijo, y de María, la Madre que acoge y ama! ¡Gracias, Padre, porque cada día es un oportunidad para crecer en la fe y la esperanza aunque a veces parece que todo se vea envuelto de oscuridad! ¿Gracias, Padre, por la ilusión de vivir! ¡Gracias por cada momento de la existencia, por poder disfrutar de cada amanecer y de cada anochecer, quiere decir que mi corazón sigue latiendo unido a Ti y a los demás! ¡Gracias, Padre, por tu amor, es la esperanza que me hace no abandonar! ¡Gracias, Padre, por todo lo que me das fruto de tu bondad y de tu amor! ¡Gracias, Señor, gracias porque tu misericordia y tu amor son frutos de bendición! ¡Gracias, Padre, porque me tomas de tu mano y me guías por la senda de la justicia! ¡Gracias, Padre, porque soy pequeño, débil y frágil y me ayudas en la debilidad y a no caer en tentación!


Damos gracias a Dios con un gloria la hermosura de la vida:


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