martes, 12 de junio de 2018

¡Cuánta belleza, amor y misericordia en el Creador!

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ORAR CON EL CORAZÓN ABIERTO
Meditaciones diarias para un sincero diálogo con Dios

Hay multitud de cosas y situaciones que uno no es capaz de ver, pero aunque no fijas la mirada en ellas se encuentran ahí. Por mucho que las miras te pasan desapercibidas. Me ocurre, tal vez, por mi falta de profundidad.
Cuando eso ocurre le pido al Señor que me ayude a observarlas, para ser capaz de ver aquello que mi realidad me impide ver. Uno siempre alardea de ser perceptible a todo lo que le envuelve pero si mira su interior comprende que no es así. Hay mucha ceguera en nuestra vida; para muchos asuntos trascendentales que nos envuelven somos auténticos invidentes.
¡Qué hermoso es cuando escarbas en tu interior para hallar aquella palabra que recree tu estado de ánimo real, cuando elevas tu oración al Padre, cuanto tu oración se impregna de realismo y de sinceridad porque lo único que anhelas es hacer la voluntad de Dios!
¡Qué hermoso cuando tus ojos traslucen verdad y te permiten ver con nitidez lo que anida tu corazón para, desde la objetividad, cambiar aquello que debe ser transformado del interior!
¡Qué hermoso cuando te pones en manos de Jesús y dejas que su misericordia actúe en Ti, que toque la puerta del corazón para permitirle entrar, para dar luz donde hay oscuridad, para ordenar aquello que está descolocado, para dar profundidad a lo que realmente es importante, para dar sentido a lo que tantas veces nos aparta de la verdad!

¡Qué hermoso es ser consciente de la hermosura de la vida, con sus amagos lógicos; el comprender que en lo pequeño está lo grande, que en las cosas aparentemente feas también hay grandes dosis de hermosura, que hay cosas que parecen yermas pero pueden dar abundante fruto!
¡Pero lo más hermoso, que tantas veces nos pasa desapercibido, es que hay gran belleza, amor y misericordia en el Creador! ¡Basta abrir los ojos y el corazón para poderlo ver!


¡Señor, ayúdame a tener siempre la mirada atenta, el corazón presto, la mente abierta, el alma limpia para acercarme a Ti y ser capaz de ver todo lo que sucede a mi alrededor! ¡Concédeme, Señor, la gracia de ver siempre la luz para no caminar a oscuras, para comprender siempre tu voluntad, para valorar cada situación de mi vida, para aprender a vivir con alegría, para no dejarme vencer por el decaimiento, para crecer a tu lado, para esperar siempre ese milagro que tienes preparado para mi, para ser siempre agradecido con lo que recibo de tu mano o por medio tuyo de los demás! ¡Llena, Señor, mi corazón de amor para ser capaz de transmitirlo a los demás, para llevar alegría al mundo, para ser testimonio de tu verdad! ¡Te doy gracias, Señor, por la maravilla de la vida que, aunque esté impregnada a veces de dificultades y sufrimientos, es un regalo que viene de Ti! ¡Gracias, Señor, por la alegría de vivir, por darme la oportunidad de embellecer cada momento de mi existencia con tu presencia, la presencia de los que quiero y las cosas maravillosas que puede contemplar y vivir! ¡Gracias, Señor, por el milagro de la vida, de la esperanza, de la confianza ciega que tengo depositada en Ti! ¡Gracias, Señor, porque me das la libertad de equivocarme y rectificar, de corregir mi vida, de caminar hacia Ti! ¡Gracias, Señor, por tu misericordia y por tu amor!

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