Pildoras De Fe.
Papa Francisco: Nuestro camino de fe está unido de manera indisoluble a María desde el momento en que Jesús nos la dio como Madre
El Papa Francisco, en cada una de sus homilías acerca de nuestra siempre Madre virginal, nos asegura que María mira a todos y a cada uno de nosotros, como madre y con una gran ternura, misericordia y con amor, y siempre nos anima a sentir su mirada amable.
En una oportunidad, nos indicó que "está huérfano el cristiano que no tiene a María como madre". Y es que el Santo Padre ya casi no termina ninguno de sus discursos sin invocar el poderoso auxilio de nuestra Señora y Reina de todos los cristianos
Y es que ella es modelo toda vocación, no tuvo miedo a decir su «fiat» a la llamada del Señor, al encuentro divino de Dios con la humanidad. Y es que Ella nos acompaña y nos guía, nos enseña el significado de vivir en el Espíritu Santo y a saber acoger la novedad de Dios en nuestra vida.
A continuación, unas frases de enseñanzas que nos brinda el Papa Francisco acerca de María:
Un cristiano sin la Virgen está huérfano. También un cristiano sin Iglesia es un huérfano. Un cristiano necesita de estas dos mujeres, dos mujeres madres, dos mujeres vírgenes: La Iglesia y la Madre de Dios
La Virgen hace precisamente esto con nosotros, nos ayuda a crecer humanamente y en la fe, a ser fuertes y a no ceder a la tentación de ser hombres y cristianos de una manera superficial, sino a vivir con responsabilidad, a tender cada vez más hacia lo alto.
Es una mamá ayuda a los hijos a crecer y quiere que crezcan bien, por ello los educa a no ceder a la pereza (que también se deriva de un cierto bienestar) a no conformarse con una vida cómoda que se contenta sólo con tener algunas cosas.
María nos da la salud, es nuestra salud.
Es la mamá cuida a los hijos para que crezcan más y más, crezcan fuertes, capaces de asumir responsabilidades, de asumir compromisos en la vida, de tender hacia grandes ideales.
María es madre y una madre se preocupa sobre todo por la salud de sus hijos…. La Virgen custodia nuestra salud. ¿Qué quiere decir esto? Pienso sobre todo en tres aspectos: nos ayuda a crecer, a afrontar la vida, a ser libres
La Virgen María, por tanto educa a sus hijos en el realismo y en la fortaleza ante los obstáculos, que son inherentes a la vida misma y que ella misma padeció al participar de los sufrimientos de su Hijo
Es una madre que lleva al hijo no siempre sobre el camino “seguro”, porque de esta manera no puede crecer. Pero tampoco solamente sobre el riesgo, porque es peligroso. Una madre sabe equilibrar estas cosas. Una vida sin retos no existe y un chico o una chica que no sepa afrontarlos poniéndose en juego ¡no tiene columna vertebral!
María lucha con nosotros, sostiene a los cristianos en el combate contra las fuerzas del mal.
María es la madre que con paciencia y ternura nos lleva a Dios, para que desate los nudos de nuestra alma.
María es la buena mamá, una buena mamá no sólo acompaña a los niños en el crecimiento, sin evitar los problemas, los desafíos de la vida, una buena mamá ayuda también a tomar las decisiones definitivas con libertad.
Toda la existencia de María es un himno a la vida, un himno de amor a la vida: ha generado a Jesús en la carne y ha acompañado el nacimiento de la Iglesia en el Calvario y en el Cenáculo.
Oración a la Virgen María:
María, haznos sentir tu mirada de madre, guíanos a tu Hijo, haz que no seamos cristianos de escaparate, sino de los que saben mancharse las manos para construir con tu Hijo Jesús su Reino de amor, de alegría y de paz.
Por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor.
Amén.
Consejo del Papa Francisco sobre María
Queridos hermanos: María, la Salus Populi Romani, es la mamá que nos dona la salud en el crecimiento, para afrontar y superar los problemas, en hacernos libres para las opciones definitivas; la mamá que nos enseña a ser fecundos, a estar abiertos a la vida y a ser cada vez más fecundos en el bien, en la alegría, en la esperanza, a no perder jamás la esperanza, a donar vida a los demás, vida física y espiritual.
Nuestro camino de fe está unido de manera indisoluble a María desde el momento en que Jesús, muriendo en la cruz, nos la ha dado como Madre diciendo:
"He ahí a tu madre" (Jn 19,27)
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