domingo, 12 de septiembre de 2021

Reflexión 255: La "bendición" del pecado

 


Reflexiones diarias sobre la Divina Misericordia
365 días con santa Faustina

Reflexión 255: La "bendición" del pecado

Este puede parecer un título inusual. ¿Cómo puede el pecado ser una "bendición"? Es cierto, estrictamente hablando, el pecado es una ofensa contra Dios y tiene el efecto de separarnos de Dios. Por tanto, el pecado no es una bendición en sentido estricto. Pero Dios es Todopoderoso y puede usar todo para Su gloria, incluso nuestro pecado. El pecado podría ser considerado una bendición solo en el sentido de que cuando vemos nuestros pecados, los reconocemos, nos humillamos ante Dios y suplicamos Su misericordia, Él los otorga en superabundancia. Al final, los efectos de la humildad del arrepentimiento hacen un bien mucho mayor que el daño causado por el pecado. Dios puede reparar el daño inmediatamente, y cuando lo hace, ofrece una Misericordia que no solo sana sino que también nos eleva más cerca de Su Corazón. Permita que su pecado se convierta en una bendición por el poder de Dios y se sorprenderá de Su infinita Misericordia (VerDiario # 1293).

Reflexione sobre la actitud que tiene con respecto a su pecado. Con demasiada frecuencia puede negar su pecado, justificarlo o hacer la vista gorda. Este es un profundo error por dos razones. Primero, hacer esto evita que se arrepienta. En segundo lugar, el no arrepentirse humildemente lo deja sin la abundante Misericordia de Dios. Fomente en su corazón un deseo ardiente de ver cada pecado que comete. Trate de tomar conciencia de cada pecado, incluso de las imperfecciones más pequeñas. Prestar atención incluso a tus imperfecciones espirituales te permitirá humillarte ante Dios de tal manera que tu honestidad y minuciosidad traerán innumerables bendiciones a tu vida.

Señor Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador. Señor, veo mi pecado, pero también me doy cuenta de que no lo veo con suficiente claridad. Por favor, dame la gracia de ver cada uno de mis pecados, incluso la más mínima imperfección, y luego dame la gracia de arrepentirme humildemente con un corazón sincero y contrito. Confío en tu abundancia de misericordia, querido Señor. Jesús, en Ti confío





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